jueves, 30 de enero de 2014

Dos de este Norte

Hoy se celebra sesión plenaria en el ayuntamiento realejero. Tengo constancia de que se tratará la solicitud de elevar al Cabildo propuesta para ubicar pasos de peatones elevados en diferentes lugares del municipio. En carreteras insulares, claro. Lo leí hace unos días, con foto incluida (siempre van con retratista dos o tres concejales del equipo de gobierno, quisiera imaginarme que en el mismo coche), y el grupo municipal socialista también lo reiterará a través de una moción.
No entro a valorar la exposición de motivos pero me gustaría hacer hincapié en la cantidad de euros gastados en unos elegantes semáforos para facilitar un negocio privado en La Montañeta. Empresa a la que con anterioridad se le había hecho ex profeso una vía alternativa. Eso sí, como contrapartida los promotores se ganaron el cielo. Lo que sumando ambas actuaciones, puede que hubiese partida presupuestaria suficiente para lo que ahora se demanda y algo más. Y si alguien los ha visto (los semáforos) funcionando (no me refiero solamente a la luz ámbar) con fundamento, que haga el favor de hacérmelo saber. Ya pudieron poner los bombillos, más que sea estilo flash, en la variante de Toscal-Longuera. ¿Ustedes se han percatado de cómo está la rotonda de su ‘desembocadura’ en la antigua autovía o TF-820 y hoy C-320?
Lo que ocurre con todo este tinglado es que ni siquiera los partidos que se autodenominan de izquierdas tienen las ideas claras. Y como defienden la enseñanza pública de boquita pa´fuera (luego mandan a sus hijos a la privada), deben estarse callados o no elevar demasiado la voz en este descarado favoritismo hacia el colegio de las monjas no sea que se les vire la tortilla. Y ahora, para disimular, y pensando en los viejitos que cruzamos las calles con el peligro de que nos atropellen y deban pagarnos como nuevos, qué ilusión, rogamos encarecidamente al ayuntamiento insular que nos tenga presente en sus oraciones. Imagínense ustedes si no existiesen tantos concejales liberados pateando el pueblo para detectar anomalías, desperfectos y desconchados. Con lo fácil que es solucionarlo con una asamblea vecinal por barrios para que sean ellos los que nos indiquen las obras que deberían acometerse. Sin pasarse, que para florituras no hay dinero.
Para florituras, y va la segunda, la habida el pasado fin de semana en La Matanza. Leí este titular: “Cerca de 10.000 personas y 1400 cabezas de ganado participaron el domingo en la Octava Ganadera”. Y para ilustrar la información, entre otras, la instantánea que acompaña este comentario. Uno se queda patidifuso ante estas dos preciosas yuntas y no sabe con cuál de ellas quedarse. Si con el tándem vacuno o con el político victoriero-sauzalero. Como ya expuse en FB, Paulino vino algo más tarde para el ordeño. Consumado especialista, según hemos podido captar en momentos precedentes y en diversos foros.
El afán de protagonismo les hace caer en los más espantosos ridículos. ¿Qué habrá pensado el ganado (de cuatro patas) al ver a los dos pasmarotes bípedos allí posando? Luego hablamos de vacas locas. Y de ediles cuerdos. Y a todas estas, ¿dónde se habría metido Ignacio?
Como a la cita acudió el presidente de la asociación de ganaderos de la isla, Pedro Molina, habrá tomado debida nota para concluir de una vez el censo de animales que comenzó a elaborar hace una década. Entiendo que los de dos patas estén presentando más dificultades de las inicialmente previstas, pero es menester finiquitarlo. De lo contrario, las confusiones que la visualización de la foto nos causan no podrán ser nunca disipadas. Y podría, y esto sí que es peligroso, tergiversarse la explicación de la presencia del lechón al lado del santo homenajeado (San Antonio Abad).
Como también leí que se trata de “un acontecimiento que nos permite contemplar ritos singulares, algunos de los cuales toman carta de identidad bajo la ofrenda”, lo mismo la pose de los alcaldes con sus otros congéneres (volver a mirar la foto con detenimiento) es el inicio de otra ceremonia (preelectoral).
Y concluyo con unas reflexiones en voz alta. Ayer por la mañana bajé a La Longuera. La cartilla de La Caixa se había llenado de asientos (negativos) y me exigía el pertinente cambio. Me encontré con otro viejo militante socialista. Y tuvimos palique hasta las tantas. Llegamos a idéntica conclusión: esto ya no es lo que era. No, ahora son diferentes. Y mucho más acomodaticios. Ya no se lucha por la transformación social. Las implicaciones vienen determinadas por las posibles repercusiones económicas. Es impensable la lucha por el nada a cambio. Las postulaciones se realizan en función de los beneficios. La inmediatez requiere respuestas a lo de qué hay de lo mío. Las concomitancias adquieren tintes alarmantes. En el fondo, todos venden lo mismo. Nos consolamos, no obstante, porque hay otros ciegos (los que creyeron a pie juntillas en las promesas populares, también en el pueblo) que comienzan a lavarse las legañas. No era oro todo lo que relucía. Y los rostros angelicales se han ido endureciendo. Y los accesos a grifos de aguas cristalinas se han poblado de malezas. En fin, que aquel dulce y encantador cargo público, por mor del otro superior que lo ata y condiciona, se ha vuelto mucho más inaccesible. Incluso para los suyos, para sus incondicionales. Qué bueno es tener amigos en todo el amplio espectro.
¿Para cuándo las placas de la Urbanización Los Príncipes? Hasta mañana.

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