Excelente
noticia. El ayuntamiento de Los Realejos y el Consejo Insular de Aguas han
alcanzado un acuerdo para que el emisario de La Romántica II pase a
ser cosa del pasado. Y cuando uno lee que el montante económico de esta
operación ascenderá ‘solo’ a 150.000 euros, piensa cómo no se pudo haber hecho
antes. Una estación de bombeo permitirá que las aguas residuales sean
canalizadas hacia la estación depuradora de Punta Brava y no vertidas al mar
como hasta ahora.
Aunque se
había mejorado mucho el triste aspecto que daban aquellos lindos chorritos que
caían hacia donde otrora se hallaba el Charco de las lisas (hasta que a mentes
privilegiadas se les ocurrió cargárselo para fabricar una piscina; en la foto
puedes comprobarlo), la existencia de ese emisario, aparte del corte del
sendero que desde La Fuente
allí nos conducía, retrajo la cantidad de pescadores (y mariscadores) que por
aquellos contornos se daban cita. No creo fuera de mucho agrado pensar, cuando
el manjar estuviese en el plato, qué tipo de alimento había ingerido el
susodicho.
Felicitaciones,
pues, para los que hayan intervenido en esta negociación y otro alivio para
esta naturaleza machacada por mor de un progreso fácil y cómodo en el que
primaba la inmediatez y no en medir y sopesar las posibles consecuencias en un
futuro no tan lejano.
Pero quedan
temas pendientes. Tan importantes como el hasta aquí reseñado. Que he puesto en
conocimiento de más de un responsable municipal. Falta mucho por hacer.
Seguimos inyectando en el subsuelo, a través del sistema tradicional del pozo
absorbente, litros y kilos a manera de toneladas de material inmundo. Y
seguimos sin ser capaces de aprovechar coyunturas favorables para que este
hecho pase a ser historia de manera definitiva.
Bien está,
faltaría más, que todo lo recibido en Romántica II vaya al lugar adecuado para
su tratamiento. Pero da la impresión de que no nos hemos parado a pensar en
recoger lo que vamos dejando por el camino. En el barrio se han acometido obras
en su vía principal –no sin demasiado éxito, por cierto, en algunos sectores– y
son escasos los vecinos que han conectado los desagües de sus viviendas a la
red de saneamiento. Con lo que, a mi modesto entender, bien poco se ha
adelantado. Máxime cuando, como antes se aludía, las prisas fueron malas
consejeras y el hundimiento de la calzada ha venido a poner de manifiesto una
nueva chapuza. El sentimiento generalizado de la vecindad es el de la apatía y
el desconsuelo ante la escasa preocupación por el destino de los dineros
públicos. Parece que no duelen, argumenta la mayoría.
Vamos a
imaginar, y puede que no vayamos muy descarriados, que a diez edificios de los
existentes en la calle La
Longuera (añadan El Monturrio) se les llena el pozo. Y que
por muchos vaciados de la fosa séptica, el sistema diga que nones, que su vida
útil acabó y que el recipiente no admite más porquería. La única solución
factible es la conexión, por la que ya se paga religiosamente, por cierto. Sí,
abonamos la cuota por un servicio no prestado. Dicen que el hecho impositivo se
genera cuando se coloca la tubería, hagas o no uso de ella. Por lo que menos
comprendo aún el que no se haya exigido el acople pertinente.
Podrás
deducir que una decena de edificios va a generar otro caos: rotura de aceras,
búsqueda de la canalización… Además, en numerosas construcciones del lugar ni
siquiera han previsto esta posibilidad con lo que el ‘empatar’ el sistema
antiguo al moderno supondrá bastante movimiento tanto en el interior como en el
exterior.
Yo no sé si
es la denominada cultura española (la de levantar para sacar la raya de la
carretera que se nos quedó debajo), la dejadez en la vigilancia de las obras
contratadas, la nula preocupación por la administración adecuada de nuestros
impuestos o por la escasa visión de la dirigencia política (o quizás falta de
preparación para menesteres tales), pero el programar para ahora, porque cada
proceso electoral siempre estará en mente, sin poseer una mínima visión de
futuro, nos conduce a estas situaciones. Pero ni se aprende ni se mueve un dedo
para corregir defectos. Da la impresión, incluso, de que interesa que se
produzcan estas anomalías para tener siempre algo en lo que entretenerse e
intentar justificar los sueldos generosos del capítulo que corresponda de los
presupuestos municipales.
Me temo que
no es buena época para tratar este tema. La cercanía de la semana carnavalera
tendrá muy ocupados a los concejales y no dispondrán del tiempo necesario para
atender estas demandas. Que más que mías constituyen un clamor en la zona
costera del municipio que linda con Puerto de la Cruz. Aunque es peor aún que
los grupos de la oposición tampoco levantan sobremanera la voz, no vaya a
resultar que mañana sean otros lo que chillen sus vergüenzas.
Y los
residentes en la zona de la
Media Cuesta, abajo donde El Toscal se alonga hacia el
Barranquillo y El Burgado, muy contentos y felices ante los nuevos
aparcamientos delante de sus casas. A la par, temiéndose que los socavones se
reproduzcan, no por la inmediatez primaveral sino por las filtraciones. Ojalá
yerre.
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