martes, 25 de febrero de 2014

Emisario de La Romántica

Excelente noticia. El ayuntamiento de Los Realejos y el Consejo Insular de Aguas han alcanzado un acuerdo para que el emisario de La Romántica II pase a ser cosa del pasado. Y cuando uno lee que el montante económico de esta operación ascenderá ‘solo’ a 150.000 euros, piensa cómo no se pudo haber hecho antes. Una estación de bombeo permitirá que las aguas residuales sean canalizadas hacia la estación depuradora de Punta Brava y no vertidas al mar como hasta ahora.
Aunque se había mejorado mucho el triste aspecto que daban aquellos lindos chorritos que caían hacia donde otrora se hallaba el Charco de las lisas (hasta que a mentes privilegiadas se les ocurrió cargárselo para fabricar una piscina; en la foto puedes comprobarlo), la existencia de ese emisario, aparte del corte del sendero que desde La Fuente allí nos conducía, retrajo la cantidad de pescadores (y mariscadores) que por aquellos contornos se daban cita. No creo fuera de mucho agrado pensar, cuando el manjar estuviese en el plato, qué tipo de alimento había ingerido el susodicho.
Felicitaciones, pues, para los que hayan intervenido en esta negociación y otro alivio para esta naturaleza machacada por mor de un progreso fácil y cómodo en el que primaba la inmediatez y no en medir y sopesar las posibles consecuencias en un futuro no tan lejano.
Pero quedan temas pendientes. Tan importantes como el hasta aquí reseñado. Que he puesto en conocimiento de más de un responsable municipal. Falta mucho por hacer. Seguimos inyectando en el subsuelo, a través del sistema tradicional del pozo absorbente, litros y kilos a manera de toneladas de material inmundo. Y seguimos sin ser capaces de aprovechar coyunturas favorables para que este hecho pase a ser historia de manera definitiva.
Bien está, faltaría más, que todo lo recibido en Romántica II vaya al lugar adecuado para su tratamiento. Pero da la impresión de que no nos hemos parado a pensar en recoger lo que vamos dejando por el camino. En el barrio se han acometido obras en su vía principal –no sin demasiado éxito, por cierto, en algunos sectores– y son escasos los vecinos que han conectado los desagües de sus viviendas a la red de saneamiento. Con lo que, a mi modesto entender, bien poco se ha adelantado. Máxime cuando, como antes se aludía, las prisas fueron malas consejeras y el hundimiento de la calzada ha venido a poner de manifiesto una nueva chapuza. El sentimiento generalizado de la vecindad es el de la apatía y el desconsuelo ante la escasa preocupación por el destino de los dineros públicos. Parece que no duelen, argumenta la mayoría.
Vamos a imaginar, y puede que no vayamos muy descarriados, que a diez edificios de los existentes en la calle La Longuera (añadan El Monturrio) se les llena el pozo. Y que por muchos vaciados de la fosa séptica, el sistema diga que nones, que su vida útil acabó y que el recipiente no admite más porquería. La única solución factible es la conexión, por la que ya se paga religiosamente, por cierto. Sí, abonamos la cuota por un servicio no prestado. Dicen que el hecho impositivo se genera cuando se coloca la tubería, hagas o no uso de ella. Por lo que menos comprendo aún el que no se haya exigido el acople pertinente.
Podrás deducir que una decena de edificios va a generar otro caos: rotura de aceras, búsqueda de la canalización… Además, en numerosas construcciones del lugar ni siquiera han previsto esta posibilidad con lo que el ‘empatar’ el sistema antiguo al moderno supondrá bastante movimiento tanto en el interior como en el exterior.
Yo no sé si es la denominada cultura española (la de levantar para sacar la raya de la carretera que se nos quedó debajo), la dejadez en la vigilancia de las obras contratadas, la nula preocupación por la administración adecuada de nuestros impuestos o por la escasa visión de la dirigencia política (o quizás falta de preparación para menesteres tales), pero el programar para ahora, porque cada proceso electoral siempre estará en mente, sin poseer una mínima visión de futuro, nos conduce a estas situaciones. Pero ni se aprende ni se mueve un dedo para corregir defectos. Da la impresión, incluso, de que interesa que se produzcan estas anomalías para tener siempre algo en lo que entretenerse e intentar justificar los sueldos generosos del capítulo que corresponda de los presupuestos municipales.
Me temo que no es buena época para tratar este tema. La cercanía de la semana carnavalera tendrá muy ocupados a los concejales y no dispondrán del tiempo necesario para atender estas demandas. Que más que mías constituyen un clamor en la zona costera del municipio que linda con Puerto de la Cruz. Aunque es peor aún que los grupos de la oposición tampoco levantan sobremanera la voz, no vaya a resultar que mañana sean otros lo que chillen sus vergüenzas.
Y los residentes en la zona de la Media Cuesta, abajo donde El Toscal se alonga hacia el Barranquillo y El Burgado, muy contentos y felices ante los nuevos aparcamientos delante de sus casas. A la par, temiéndose que los socavones se reproduzcan, no por la inmediatez primaveral sino por las filtraciones. Ojalá yerre.

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