Parecen no
ser solo las europeas las elecciones que asoman por el horizonte. Y la cercanía
(depende de ópticas y situaciones) provoca nervios. Tantos que proliferan
errores de bulto. Esos que cualquier asesor de imagen no recomendaría jamás.
Juan Fernando
López Aguilar se lanzó a una desaforada campaña en las redes sociales para
promocionarse y reclamar abiertamente (alegó méritos a mansalva) el número uno
de la candidatura, y así le fue. Lo que le sobra en capacidades, le falta en
las formas.
Por estos lares
no íbamos a ser menos. Y el PSOE, en su afán de recuperar el voto perdido
(expresión hecha que significa, en realidad, miles de ellos), sumen el de
aquellos que tiempo atrás formamos parte de un clan con pensamiento único (de
ahí las dimisiones, retiros, desilusiones y abandonos; fuerte falta de
ignorancia), también ha dado comienzo a su particular carrera.
Nos esperan
semanas y meses en que los logros habidos en estos años de gestión se
magnifican hasta extremos tales que el movimiento de una simple piedra hallada
en el camino supuso ímprobos esfuerzos, decenas de reuniones, miles de
fotografías, centenares de comunicados. Y los que han estado en la oposición se
suben a la guagua de los éxitos, porque gracias a sus contactos con los de más
arriba y tal y cual, y el resto se supone.
Este blog,
Pepillo y Juanillo, arrancó en 2009. Y continúa. Por algo será. Otros, puede
que incluso de los que sostienen que si
no quisiera que nadie discrepara conmigo, me hago un blog y lo comparto con mis
amigos y allegados, se han ido quedando por el camino. Flacas memorias. O
selectivas. Por algo será (otra vez). E invito a los que se sientan
identificados con la aseveración en cursiva, que me remitan cuantos comentarios
estimen convenientes. Hasta ahora no he dejado de insertar ni siquiera uno de
los enviados, fueran o no amigos, allegados, simpatizantes o detractores.
Cuándo demonios se darán cuenta determinados ‘cargos públicos’ que un servidor
se limita a opinar. Y que la principal consecuencia de dicha actividad es que podrá
o no gustar y convencer. Allá cada cual, pero cae la casualidad que siempre
saltan como quíqueres aquellos que han llevado al partido en el que un día
milité, y que cada uno exprese las razones que entienda procedan, a los mayores
desastres electorales. Seguro que el origen de la culpa estuvo en los que nos
dedicamos a ir sembrando semillas, colocando cimientos, y como teníamos nuestra
vida encauzada, no nos costó volver a nuestros trabajos.
Este maestro
de escuela, de los de antes y a mucha honra, que tuvo tiempo asimismo para inmiscuirse
en otros estudios de mayor enjundia y renombre pero que jamás utilizó y de los
que mucho menos se vanaglorió, fue el pasado sábado al DRAE (en el día lo hace
en varias ocasiones). Y halló:
Politólogo: Persona que profesa la politología o tiene especiales conocimientos de
ella.
Politología: Disciplina que estudia la teoría política.
Y de la Wikipedia entresacó:
Ciencia política, teoría política, doctrinas políticas y politología son distintas
denominaciones de una ciencia social que estudia la teoría y práctica de la política,
los sistemas y comportamientos políticos. Su objetivo es establecer, a partir
de la observación de hechos de la realidad política, principios generales
acerca de su funcionamiento. Interactúa con otras ciencias sociales, como la economía,
la sociología, etc. Y más definiciones en Internet, a porrillo.
Pensé
descartar la idea de cursar veterinaria antes de que me jubile, o lo hagan
ciertos lumbreras, y destinar mis ratos libres a estudiar esta otra disciplina.
No sé, lo mismo me animo. Podría de tal suerte descifrar el siguiente párrafo:
En el PSOE de Los Realejos, en el de ahora,
no existe el pensamiento único. Ahora no hay quién dé la voz y el resto salta
sin saber hacia donde. Ahora se puede discrepar entre nosotros sin miedo a
represalias y, como algunos no tenemos que doblar el espinazo para nada porque
tenemos nuestra vida ENCAUZADA fuera de la política, decimos lo que pensamos.
¿En las redes sociales? ¿Y por qué no? Públicamente y así cualquiera puede
opinar, discrepar y muchos, seguro, aportar otra visión de un mismo asunto.
No me hagan
responsable de si sobra o falta alguna tilde. De lo que sí me siento ‘culpable’
es de ese magnífico vocablo destacado en mayúscula. Me congratula tanto como
las conversas con los alumnos de años idos en las que me suelen recriminar que
no hubiese sido ‘más duro’ en los temas ortográficos. Como cuando hace unos
escasos días uno de ellos me escribió un correo electrónico y me pedía
disculpas porque no dominaba el teclado de uno de esos tantos artilugios y
sentía que se le pudieran colar los otrora ‘duendes tipográficos’. ¡Ah!, y me
alegro, no saben cómo, de que los componentes de la agrupación socialista
realejera (ese nosotros del párrafo anterior) no tengan que doblarse (con una
guataca, verbigracia), ya que, fuera de la política, TODOS disfrutan, qué
suerte, de un trabajo fijo (debe ser de los añorados, de oficina) y el cauce de
su futuro se muestra limpio como una patena.
Porque a lo
peor a Santiago, Pancho, Domingo, Tino, Álvaro, Sigfredo, Milagros, Fidel,
Crisanto, Carmelo (y que me disculpen tantos y tantos) no nos quieren abonar, o
al menos reconocer, todas las horas que nos deben. Por cierto, tras casi tres
décadas y aún no han descubierto quién actuaba de oficial con voz en mando. ¿Se
acuerdan? Abría la boca y salíamos disparados para el baño. Bien aguantó el
pobre tanta diarrea. ¿Eras tú, Delcy, miembro –¿o miembra?– de aquel PSOE de
movimiento uniforme? Que nos hablen de reuniones y horas dedicadas a nobles
causas los que… Ya, punto. Y sigo.
Bueno, debo
ser justo, hay un Miguel que sí lo ha hecho. Y ha intentado reconducir el
embrollo. Pero otros le ponen chinas y palos en las ruedas. El enemigo en casa,
y no es John Travolta. Proscritos somos, y como abras la boca (agárrate si lo
escribes), les entra un espíritu de confraternidad asaz parecido al existente
durante los traslados del pendón. Y yo que les dije, y escribí, que los tres
concejales actuales deberían haberse ido a casa para dejar paso, entre otros,
al propio secretario general de la agrupación, recalé en el calvario sin pasar
por el huerto de los olivos.
Hay épocas en la que me entran terribles ganas de borrarme de Facebook.
Y menos mal que únicamente accedo a dicha red social a través de mi ordenador.
Porque si tuviera móvil u otros artilugios, ya les hubiese dado dos buenos
estampidos contra la roca más dura que me encontrara por el camino en mis
pateos casi diarios. Lo manifiesto porque siento inmensa pena contemplar cómo
algunos apoltronados se cargan todo principio socialista con enfrentamientos
estériles, hasta con los que se declaran sus votantes. Es el colmo de la inopia
más supina. Podría reproducir aquí cualquier fragmento de intercambios de
pareceres, en los que la cordura, la mesura, la sensatez, el juicio, la
prudencia son esgrimidos por los que, teóricamente, deberían sentirse molestos
por las actitudes de los que dicen representarnos. El mundo al revés. La
antología del esperpento. Es el dar la nota (desafinada). Mira a ver, tocayo
Agomar, si eres capaz de componer algo similar a la banda borracha de Luis
Aguilé. No solo se divierten en las horas de trabajo (me da la impresión de que
hay más de uno que aún no lo ha entendido), sino que arriba se muestran
curritos y echando cogote. Chacho, vamos a tener que enviarles un ramo de rosas
(amarillas) y una caja de pasteles. Como cuando venía el dueño de la finca a
buscar la cesta de las verduras, bien repleta y cubierta con unos elegantes
helechos.
Cuando soplan vientos de cambio, algunos levantan muros y otros
construyen molinos. Esta sentencia, que yo sepa de autoría desconocida, puede
resumir la situación. Y lo peor es que la cerrazón de los que ponen los bloques
alcanza tal extremo que, obnubilados por completo, arremeten contra quienes
osamos discrepar atribuyéndonos jugosos epítetos descalificadores: solo saben
criticar, para ellos todo está mal…
Cuán fácil olvidan. Tanto que en sus vanos intentos de justificación
caen en incongruencias como la defensa de aquello que precisamente les molesta (opinar,
discrepar y aportar otras visiones) y por lo que blogueros, articulistas,
comentaristas, de los de verdad, los no sujetos a dictados económicos o
políticos, “los que tenemos la vida encauzada”, echamos mano de nuestra
libertad de expresión para alabar lo que menester fuere y para mostrar
desacuerdo cuando colijamos que hay práctica espuria de la confianza depositada
en una urna.
Si los aludidos en este post de hoy, inicio de la última semana de
febrero, fueran los populares de cualquier institución (equipo de gobierno del
ayuntamiento realejero, por ejemplo), aparecerían bastantes ‘me gusta’, o sería
compartido, cuando la aplicación Twitterfeed lo publique en FB. Como no es así,
ya disponen ustedes, amables lectores, de otro Jesús ‘crucificado’. Cuánta
razón, Julio César: Tu quoque, Brute,
fili mi.
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