Barrunto
nerviosismo en la tropa popular. Quizás pensaban que a estas alturas de la
legislatura la economía circularía con velocidad de crucero. Y la verdad es que
aún renquea demasiado y el freno de mano permanece atascado. Es cierto, casi
todos los analistas coinciden en el diagnóstico, que los grandes números
quieren invertir la tendencia y asomar la cabeza. Lo malo es que este pequeño
paso no significa mejoría alguna para todo lo relacionado con el andar por
casa: creación de empleo estable, fluir el crédito para la mediana y pequeña
empresa, menos agobio impositivo a la par que establecer salarios y pensiones más
decentes, restitución a niveles dignos de los aspectos que han sido recortados…
Mientras no
se estabilice la renta del bolsillo, del monedero, y para ello es necesario que
el escandaloso porcentaje del número de parados vuelva a niveles que el propio
mercado pueda soportar (así peligra hasta mi pensión), seguirán ahondándose las
diferencias. Y por mucho que nos quieran vender las bondades de las reformas
acometidas, lo cierto es que los de arriba están mucho más alto, mientras que
los de abajo apenas asomamos la cabeza para respirar de mala manera, a duras
penas.
Como el año
2015 se aproxima a pasmosa velocidad –Rajoy no ha tenido tiempo de invocar al
que rige los movimientos terrestres– y las encuestas indican que bien escaso es
el haber a ubicar en el platillo de la balanza, los tembleques afloran casi sin
pretenderlo. Y los intentos de justificación ante la avalancha de los enojados
solo vienen a empeorar el panorama. Pero capto que la comisión de pecados
también mancha la trayectoria del principal grupo de la oposición. Y enlazo con
el titular del presente post.
Me molesta
sobremanera, por no escribir me cabrea en grado sumo, que los políticos olviden
que cobran, y bien, del erario público, del dinero de nuestros impuestos. Que
se hallan de prestado en un cargo para que nos representen y administren. Y si
se ha legislado una jornada laboral para todos aquellos que aún tienen la
suerte inmensa de trabajar, en aras de la ejemplaridad los cargos públicos
deberían, como mínimo, hacer lo mismo. Bueno, mi fuero interno me señala que
todavía más. Y es que ellos, en sus mítines y discursos, sostienen que las 24
horas del día están al pie del cañón. Nada más lejos de la realidad. Van unas
pinceladas:
Viene la
ministra Báñez a darnos cuatro cachetones con sus declaraciones (las reformas
de Rajoy están dando resultados positivos con respecto al empleo en Canarias) y
su apretada agenda no le permite reunirse con algún representante del Gobierno
Autonómico (qué menos que con la
Consejera del ramo), pero sí hace un hueco para verse con los
suyos. Y esos suyos, que deberían estar currando asimismo en sus respectivos
cargos, se van de garbeo a la isla que haga falta para mirarse el ombligo y
cantar lo que qué buenos somos.
Y José Manuel
Soria, al frente de un ministerio que se las trae, se pasa más tiempo
ejerciendo de presidente del PP en Canarias que buscando soluciones para que la
energía no nos siga electrocutando. Y allá donde va, no veas tú el séquito que
le saca el sombrero. Y los lunes se reúnen las ejecutivas federales.
Constituidas por cargos públicos en casi su totalidad. Y los fines de semana,
convenciones, comités o paseos para saludar a los vecinos. Y en los días
(martes a jueves) que sí reconocen para currar en la labor por la que perciben
el salario, hay momentos de tertulias en medios de comunicación, atender las
redes sociales y tomarse los preceptivos cuatro o cinco cortados con
secretarias, asesores y enchufados varios. Y los periodistas, que se
apoltronaron cuando se crearon los gabinetes de prensa institucionales, en
actitud más que borreguil, se prestan al juego. Basta escuchar cualquier
emisora de radio para percatarte de la cantidad de bien pagados que se pasan la
mañana echándose en cara el y tú más. Algunos son profesionales de estas
ventanas etéreas. Por la tarde, muchos menos, ya que deben atender sus
obligaciones familiares. Supuestamente, también lo habrás escuchado, se hallan
liberados para gestionar, y obtener, recursos para sus respectivos municipios.
Fuerte caradura se gastan. Pasiantines,
que decía mi abuela.
Se
despilfarran a manos llenas enormes cantidades de dinero con las que podrían
resolverse multitud de situaciones problemáticas. Pero es que ni siquiera
escuchas palabras de adhesión a estas propuestas, elevadas por parte de alguien
que ya estuvo desde el convencimiento de que son factibles, de quienes aspiran
a estar algún día. Da la impresión de que no quieren mojarse no sea que ese
mañana, cuando puedan estar aupados al machito, deban seguir la línea ya
trazada: todos para adentro, a ordeñar que esta vaca no se seca.
Pensaba
comentar algo de la peculiar manera de acatar sentencias favorables, pero cómo
se enseña la patita cuando la justicia dictamina en sentido contrario. Que un
partido político, que tiene copado (instrumentalizado, politizado, controlado,
dominado) las altas esferas de los tribunales (Supremo y Constitucional) alegue
que “si lo sufre el PSOE es acoso, si lo sufre el PP es democracia”, supone un
insulto, y van…, inversamente proporcional a la cantidad de masa neuronal de
los Florianos y resto de la compañía. Entre la que asoma Aguirre (¿no estaba
trabajando en no sé qué sitio?) para soltar otra de sus guindas: la juez que
declaró legítimo el escrache a Soraya es una enchufada. Y se queda tan ancha la
electricista esta (porque de enchufes sabe bastante). Claro, la doble vara de
medir, que para eso disponen de La Razón.
Tendré que dejarlo para otro día. Y es que la alternativa
–los socialistas, a los que no les hace falta buscarse enemigos porque ellos
mismos se navajean: ahí están las primeras zancadillas para las todavía lejanas
primarias– no se recatan en acusar a la que declaró nula la expulsión de los
consejeros palmeros como estrechamente vinculada al PP. Y vienen el López y el
Zarrías en horas de trabajo…
¿No leí que
iban a prohibir los animales en los circos? ¿Y por qué no adoptamos una medida
similar en la tramoya política? Y los que estamos fuera del círculo, haciendo
el mono.
Ya que
concluyo con la marca del anís, hace unos días me paró la guardia civil de
tráfico en La Vega
(Icod de los Vinos). Uno de los miembros de la patrulla ya hacía soplar a otro
conductor. El otro me preguntó: ¿Usted bebió? Respuesta: Pues no. Pregunta de
nuevo: ¿Seguro? Respuesta: Hombre, si lo sabré yo, pero si quiere gastar un
aparato de esos, yo soplo. No hubo más preguntas. Siga, siga. Es la segunda
vez. En la primera, justo enfrente de El Rocío (Almonte-Huelva), sí me hicieron
soplar. Cuando apareció un elegante 0,00 tuve la osadía de espetarle: No te
dije que lo ibas a echar a perder. No de muy buena gana me soltó: Este ya lo
pagó Zapatero. Lo mismo estaba en Doñana. Y muy educadamente me indicó que
siguiera hacia Matalascañas. Si llego a tener más tiempo lo hubiera invitado a
algo, que la Virgen
habría intercedido por los dos.
Ahora me voy
para La Guancha. Estoy
de cumple. Feliz fin de semana. Puede que ponga unas fotos. O quizás no. Que me
lo estoy tomando muy a pecho. Y eso no es saludable. Debo tomar ejemplo de sus
señorías.
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