El tiempo me
ha conducido de un catolicismo practicante hasta un ateísmo galopante. Y como
persisto en la manía de querer estar informado, me percato de que la ‘utopía’
de un estado laico se aleja a pesar del carácter aconfesional del Estado
(artículo 16.3 de la
Constitución). Como la redacción se hizo para no incomodar a
la única religión conocida hasta ese año 1978, la Iglesia Católica ha seguido con
los privilegios de siempre a través de tratados, convenios y concordatos. Por
ello no es de extrañar que de vez en cuando –muy de vez en cuando– algún que
otro jerarca nos sorprenda con declaraciones que suenan a las amenazas de
aquellos curas que nos confesaban en nuestros años mozos. En las que primaban
los interrogatorios detallados de nuestros terribles pecados, mortales de
necesidad, que guardaban relación con el espeluznante sexto mandamiento.
El obispo
auxiliar de Madrid (menos mal que aún es subalterno) y exsecretario general de la Conferencia Episcopal
Española también ha aportado su granito de arena e intimida con excomulgar a
todo bicho que se halle a doscientos kilómetros a la redonda del lugar donde se
practique un aborto. Así les va el negocio, que solo les es rentable en los
grandes acontecimientos. Se siguen creyendo legitimados para inmiscuirse en los
supuestos que única y exclusivamente son competencia del poder legislativo.
Pero como, por nuestro bien y por la salvación eterna, pretenden seguir
pensando y decidiendo por nosotros, no se recatan en derivar sus deberes
celestiales hacia aspectos más mundanos. Traduzco: que siguen metiendo las
narices en todo. Confianzudos, que son unos confianzudos. Y desde que a ti se
te ocurra preguntar algo que les incomode, te espetan lo de métase en sus
asuntos.
Yo me
imagino, porque fui bautizado, confirmado, hice la primera comunión (y alguna
que otra más) y me casé por la iglesia (y poco después ya comenzó la carcoma
del bichito), que me tendrán apuntado en un fichero. Como cuando milité en el
PSOE. De igual manera que estos últimos me dieron de baja, ¿por qué no lo han
hecho los otros? ¿Tengo que solicitarlo por escrito? Hagan una consulta
popular, ahora que están de moda. Tienen una manera muy especial de ganar
adeptos. Ahí se desgañita Francisco proponiendo aperturas y estos, más cerrados
que un bloque de hormigón armado, empeñados en no salir de las catacumbas.
Causa tremenda pena que estos carcamales no hayan sido capaces de adaptarse a
los tiempos que corren. E imposibiliten con estas actitudes retrógradas las
estupendas y fructíferas labores sociales que llevan a cabo muchos párrocos,
jóvenes y progresistas, en sus respectivos ámbitos.
Como me
imagino que a estas alturas del comentario de hoy me tenga más que merecida la
excomunión, vamos con unas orientaciones acerca del prefijo ex. Porque la
propia RAE anda medio confusa. Lo hago, como siempre, con sumo gusto. Pero me
temo que no cause mella en los sobradamente preparados y que enviarán mi
consejo a la papelera, como lo han hecho con el motu proprio y el grosso modo.
No obstante, vamos allá:
Normas de
escritura de los prefijos: exmarido, ex primer ministro
Los prefijos
son elementos afijos, carentes de autonomía, que se anteponen a una base léxica
(una palabra o una expresión pluriverbal) a la que aportan diversos valores
semánticos. Se resumen a continuación las normas que deben seguirse para la
correcta escritura de los prefijos en español:
Se escriben
siempre soldados a la base a la que afectan cuando esta es universal, es decir,
cuando está constituida por una sola palabra
Se escriben
necesariamente separados de la base a la que afectan cuando esta es
pluriverbal, es decir, cuando está constituida por varias palabras.
Las normas
aquí expuestas rigen para todos los prefijos, incluido ex-. Para este prefijo
se venía prescribiendo hasta ahora la escritura separada cuando, con el sentido
de ‘que fue y ya no es’, se antepone a sustantivos que denotan ocupaciones,
cargos, relaciones o parentescos alterables y otro tipo de situaciones circunstanciales
de las personas.
A pesar de
tales orientaciones o normas, en el propio DRAE hallamos la siguiente
contradicción:
ex. (De ex,
prep. lat).
En lógica
consecuencia, entiendo que obispos y cardenales (españoles) deberían solicitar
a la Real Academia
que se pongan manos a la obra con toda urgencia, no sea que cuando vayan a
excomulgar a alguien (puedo servirles de chivo expiatorio) les pueda salir
fallido el expediente por un error ortográfico. Y es que, intuyo, no sería lo
mismo una excomunión que una ex comunión o una ex-comunión.
E ipso facto
concluyo: Feliz fin de semana. Y cumplan los creyentes con el precepto
dominical, no vaya a resultar que a Martínez Camino se le sigan cruzando los
cables y lo incendie todito.
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