La figura del
concejal no electo constituye una de las mayores aberraciones democráticas
existentes. Y expreso la forma verbal en presente porque el Tribunal
Constitucional, a pesar de su auto aclaratorio que luego mencionaremos, ha
venido a confirmar la excepcionalidad para las situaciones consolidadas. Por lo
que no solamente siguen existiendo tales cargos nombrados por obra y gracia del
dedo ‘divino’, sino que gestionan áreas de importantísimo calado
presupuestario. Y un servidor se pregunta si aquellos que han concurrido en las
respectivas listas electorales, que se han sometido al designio ciudadano, no
tienen nada que alegar ante este no disimulado ninguneo por parte de la cúpula
de su formación política. Porque si entre todos los elegidos en las urnas no
hallan a uno que sea capaz de dirigir una parcela de la gestión municipal, bien
poco demuestran a la población de la preparación que se les presupone para
acudir a una cita electoral. Es un auténtico engendro, un insulto a la
inteligencia y un notorio menoscabo de la capacidad de los que integraron las
candidaturas.
Ante una
consulta de la Abogacía
del Estado, el TC ha venido a explicar (mayo de 2013) que las Juntas de
Gobierno solo pueden estar formadas por concejales electos, pues había anulado,
por inconstitucional, esta posibilidad establecida en la Ley de Medidas para la Modernización del
Gobierno Local o Ley de Grandes Ciudades del año 2003. Pero hasta que no sean
removidos los ‘ungidos’ con carácter previo, estos podrán seguir ocupando sus
más que mullidas poltronas y disponiendo de consignaciones presupuestarias que
en muchos casos exceden, y con creces, las asignadas para aquellos que debieron
pasar el filtro de la pertinente convocatoria electoral.
El artículo
140 de la aún vigente y monárquica Constitución señala que los concejales serán
elegidos por los vecinos del municipio mediante sufragio universal, igual,
libre, directo y secreto en la forma establecida por la ley. Quienes, junto al
alcalde (elegido por ellos), se encargarán del gobierno y administración del
ayuntamiento. Por lo que estas otras contingencias, o cambalaches, no deja de
ser otro coladero por el que los partidos meten con calzador a los trepas de
turno, cuyo único mérito, la mayoría de las veces, es haber adulado lo
suficiente y no dejar caer el carné que sujeta entre sus dientes.
Leí hace unos
días que en el consistorio lagunero se lleva casi la mayor parte del
presupuesto uno de estos enchufados: el concejal no electo Jonathan Domínguez.
Apellido nada sospechoso pues se trata de un destacado militante nacionalista.
Bueno, de Coalición Canaria. Que lo de nacionalistas habría que estudiarlo en
capítulo aparte. Cuando Canal 7 emitía, este personaje intervenía en una
tertulia y presumía de saber mucho, y haber hecho más, de la zona de La Verdellada.
Un fisquito
apenas antes de firmarse el pacto de gobierno entre CC y PSOE, el socialista
más socialista de la grey, el más puro y genuino representante de las
izquierdas de todo este mundo mundial, el tertuliano y dicharachero Javier Abreu
(ahora flamante primer teniente de alcalde de la Ciudad de los Adelantados;
y vaya cómo ha progresado él mismo mismamente) manifestaba sin tapujos ni
cortapisas estas lindezas, entre otras, del que boga a su diestra en los
instantes presentes:
Este es un nombramiento que da vergüenza y
repeluz a cualquiera, ya que hablamos de una persona íntimamente ligada a CC
que ha dirigido una empresa relacionada con los festejos mientras asesoraba al
ayuntamiento para dirigir un departamento que puede beneficiar a esa empresa.
Si tuviera vergüenza y conciencia política, este no habría sido el fichaje de
Clavijo.
Solo cabe esperar que Jonathan Domínguez no
aproveche ahora su puesto como concejal no electo para pagarse a sí mismo las
deudas que el ayuntamiento tiene contraídas con su empresa.
En definitiva, el nombramiento de Domínguez
responde al pago de una deuda política por conseguir votos para CC, ya que este
nuevo concejal ha manipulado una asociación de vecinos como la de La Verdellada para beneficiar
al partido nacionalista.
El señor
Abreu, que hoy es concejal porque Gustavo Matos fue premiado con una Dirección
General y que adelantó cual avezado corredor a sus otros compañeros de viaje
para auparse hasta puesto tan privilegiado, que fue beneficiario desde los tiempos
de Ana Oramas de generoso sueldo ‘opositor’, parece que olvidó sus enjundiosas
(vigorosas, enérgicas) declaraciones. Ha debido ahogarlas en el pozo de Las
Mercedes. Tanto que, a lo peor, si se le presentase la ocasión, estaría en
condiciones –darle la vuelta a la tortilla no es nada complicado– de utilizar
cualquier subterfugio legal que soslayase el varapalo constitucional y seguir
apostando por esta figura que otrora tanto ponía en solfa. Como de templos
presume La Laguna,
nada es de extrañar que las veletas se muevan al antojo de la brisa.
Basta con
acudir a las hemerotecas para comprobar que también otros (Yeray Rodríguez, por
ejemplo) se subieron al carro de las críticas durante el mandato 2007-2011,
cuando el susodicho Jonathan llevaba la delegación de Fiestas. Es decir que el
muchacho siempre ha vivido bien. O se lo ha trabajado mejor. Lo malo es que los
socialistas, actuales socios de Clavijo, deberían echar la vista atrás. Ellos
olvidarán, pero el electorado no es tonto ni amnésico. Y la credibilidad se
pierde por un plato de lentejas.
Espero, por
el bien del sistema, que la cordura impere y esta figura desaparezca ya, ipso
facto. Aquellos que conforman las candidaturas no pueden seguir siendo
cómplices con su silencio, porque lo único que demuestran prestándose al juego
es una supina ignorancia y, a la par, una incapacidad manifiesta. ¿O no? Y a
otros un consejo: controlen la verborrea y los excesos dialécticos antes de que
perezcan por la boca, como los peces.
Nota
aclaratoria: El estampido ortográfico (repeluz) del primer párrafo en cursiva,
al tratarse de una transcripción literal, lo he dejado tal cual. Como ya ha
pasado un tiempo, lo mismo el periodista ha tenido ocasión de acudir al
diccionario, sano ejercicio que recomiendo, y percatarse de que la misma no
existe, sino más bien repelús. De nada, y a mandar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario