Varios eran
los asuntos que había en cartera. Lo mismo aplicaré la sentencia de mañana será
otro día. Porque cuando tuve acceso a las declaraciones de mi alcalde acerca de
lo mal que se halla el alumbrado público en nuestro municipio realejero, no me
quedó más remedio que pararme buen rato a digerir los párrafos leídos. Y aunque
haya osado plasmar estas líneas a las que tú, apreciado y amable seguidor de
Pepillo y Juanillo, puedes echar una visual en estos momentos, te juro que sigo
sin verlo claro. Debe ser, estimado Manolo, que la bombilla no me funciona bien
y lo mismo ha de ser incluida en tu inminente privatización. Porque, como bien
sabes, solo lo de tal guisa merece parabienes y aplausos. Por lo que, siguiendo
la línea en la que el Partido Popular cree a pie juntillas y que tú has puesto
en práctica en la gestión consistorial, debo pensar que en poco tiempo veré
cumplidas mis aspiraciones: un ayuntamiento sin responsables públicos sino
dirigido por un consejo de administración, que, según tus cálculos, nos saldrá
mucho más económico que sostener esta pléyade de concejales liberados (con sus
correspondientes adhesivos). Tanto es así que el concejal delegado de
servicios, como ya no tendrá razón de ser, pasará a formar parte de la
privilegiada empresa que nos iluminará de aquí en adelante. Cuya principal
pretensión –y muy lógica, por otra parte– será la de ganar dinero. Y ahí surgen
mis principales dudas.
El año pasado
se contabilizaron 713 averías. Sin incluir la farola que está enfrente de mi
casa y que se apaga y enciende como los semáforos de las monjitas. Pero como es
inteligente –la farola–, mejor ha sido no arreglarla porque ilumina el cartel
que da nombre a la calle –Benito Pérez Galdós–, y es preferible mantenerlo
oculto, no sea que alguien se queje al contemplar aquella chatarra vieja.
Tantas anomalías, según mi alcalde, pone de manifiesto el estado de deterioro
de las infraestructuras. Y como se ha invertido demasiado hasta ahora sin que
el enfermo mejore, a la sanidad privada. Lo siguiente deberá ser, me imagino y
aplicando la misma regla de tres, que se entregue Rambla de Castro al
propietario del Loro Parque a cambio de la entrada gratuita de todos los
realejeros que hayan acreditado ser votantes del PP en el futuro parque
zoológico a instalar. Porque han sido tantos los millones ‘sembrados’ en
aquellos contornos (luego se han secado o han sido devorados por las cabras)
que no “merita” la pena persistir con la absurda declaración de Paraje Natural.
Me pierdo
–soy de letras– en las cantidades esgrimidas por Domínguez. Hay que invertir
casi tres millones en modernizar para después telegestionar. Y cuando tengamos todo el tinglado dispuesto nos
ahorraremos anualmente casi 800.000 euros. Aparte de que con un empleado
delante del ordenador dirigirá la circulación de electrones. Reitero, como los
semáforos, que son accionados por la madre superiora (o Sor Leonor) a la hora
de entrada y salida del centro. Pero no habrá mermas en las condiciones
laborales de la actual empresa municipal de servicios (Realserv). Claro, es
más, ya no tendrá razón de ser. Qué significan para un total de seis mil unos
pocos parados más. Además, los operarios de ahora mismo están tan contaminados
con el vapor de mercurio que merecen una jubilación anticipada. Como los de la
minería, por ejemplo.
La empresa
concesionaria, que ya tendrán ‘retratada’, debe ser algo así como un hada
madrina. No solo nos dibujará un pueblo tan clarito, tan clarito, sino que ya
no nos caeremos en los baches de nuestras flamantes carreteras. Menos mal. Y
por si fuera poco, deberá asumir el 50% del gasto del alumbrado navideño. La
otra mitad, con la consabida colecta entre los establecimientos comerciales de
las respectivas zonas abiertas. Con lo que el superávit del próximo ejercicio
deberá alcanzar los 20 millones de euros.
Ños, Manolo,
de verdad, me tienes asombrado. Este panorama que trazas ya lo quisiera tu jefe
Rajoy. Cómo no has sido capaz de enviarle una fotocopia. Te tienen
desperdiciado en esta presidencia insular.
Tú sueñas con
los angelitos por la noche –o de día, como Marcos Brito en el reciente mitin de
CC en La Orotava–
y te levantas (con el pie derecho, faltaría mas) obnubilado en la creencia de
que el panorama es tan fácil como soplar y hacer botellas (en plural, no vayas
a pensar en envases singulares).
Cómo es
posible que con estas varitas mágicas (¿no las tenías cuando gobernaste con
Oswaldo durante cuatro años? Sí, recuérdaselo a Sandra por sus declaraciones
con respecto a la vía de El Castillo. En la que, por cierto, el ayuntamiento
aporta solo el 20%) no hayan sido capaces de hallar soluciones para el
alumbrado de El Burgado, acondicionamiento de los edificios que se caen a
trozos, mejora en zonas recreativas (estoy pensando en El Bosque, en La Fuente…), descenso en el
número de parados, descongestión del tráfico rodado, parques, circuitos para
bicicletas, celeridad en las obras (Realejo Bajo, La
Cruz Santa…). Y más, más y más. Y lo peor
es que, ustedes así lo publican y publicitan, hay dinero. Pero mira, a la porra
con el mal estado de las infraestructuras si logras que esa fatídica lista
negra, en la que se incluyen todos aquellos que las están pasando canutas (la
de los desempleados, por si no fui lo suficientemente claro), desaparezca.
Relacionado
con estos avances tecnológicos aplicados a lámparas, cables, cuadros, puede
hallarse la nueva manera de gobernar a golpe de mensajes y comentarios en redes
sociales y otros artilugios informáticos varios. Y no es que me pueda parecer
mal el que los vecinos utilicen estos medios. Pero cuando ello se convierte en
norma, y hay tiempo para tales menesteres –a pesar de que las 24 horas no dan,
eterna canción–, más me ratifico en la escasa necesidad de concejales que
pasean en vanos intentos de justificar sueldos. Y me temo que las
privatizaciones aludidas no produzcan las mermas que demando, sino que se
inventen o diversifiquen más chiringuitos aunque estén más vacíos de contenidos
que las balsas de riego tras un periodo de pertinaz sequía.
¿Saben cuál
fue la última que me espetaron?: Vas tú a comparar. No sé si con ánimo de
silenciarme. Pues sí, también estuve. Y ello me da aún un plus de legitimidad.
Hasta mañana
en que aprovecharé la aseveración del obispo tinerfeño acerca de que Anchieta
sigue vivo.
Creí ver un adverbio de cantidad sin tilde. Debe ser que cuando lo escribí, la bombilla estaba apagada.
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