Se aproxima
el fin de la campaña electoral. Y los responsables de las diferentes
candidaturas (partidos, coaliciones, agrupaciones, formaciones…) queman los
últimos cartuchos a fin de lograr que el desencanto ciudadano tenga el menor
impacto posible. Me temo que va a ser bastante difícil y complicado. Cuando
todas las encuestas coinciden en que el porcentaje de abstencionistas va a
alcanzar elevadísimos porcentajes, los políticos están tardando en plantearse
qué aspectos de su ‘trabajo’ fallan estrepitosamente. Cuando ingentes
cantidades de personas, incluso aquellas que alguna vez formamos parte del
entramado, cuestionan que el distanciamiento entre electores y elegidos es cada
vez mayor, alguno –sobre todo de los que sostienen que no todos son iguales–
debería dar la nota (en el aspecto positivo de la expresión). Y cantar las
cuarenta en bastos para comenzar con el apaleo que elimine cuanto indeseado se
ha dedicado a medrar, importándosele un rábano sin hojas todo aquello que
suscribió solemnemente en un programa.
Seguimos sin
tener claro qué es Europa, qué puede ofrecernos y si las ventajas de formar
parte de la UE
superan los inconvenientes que podrían derivarse. En estos últimos días hemos
asistido a un nuevo ingrediente del tirarse los trastos a la cabeza
confundiendo al ciudadano de tal manera que este ha optado por la postura más
fácil. De ahí el resultado de los sondeos. Ha habido un refrito tal que la
mayoría de gente anda más despistada que un pulpo en un garaje. Y con tales
mimbres es harto complicado. Hemos pasado por momentos en que el embrollo ha
hecho viable que incluyamos hasta cuestiones de política local. Como queriendo
demostrar al inocente votante que tiene toda la razón del mundo cuando
argumenta que Europa queda demasiado lejos.
Es patética
la imagen que ofrece el conglomerado que se dice de izquierdas. Nos han
brindado el triste espectáculo de ir a la greña de manera continuada. No se han
recatado en exigir coherencia sin mirarse el ombligo. Han creído que aquellos
que debemos ir al domingo a la cita somos idiotas de nacimiento. Ni siquiera
han sido capaces de concedernos el beneficio de la duda y pensar –sí, aunque
les cueste y duela– que al menos podemos ser tan imbéciles como ellos (para que
no busquen otros espejos). Lo de Izquierda Unida, con todos mis respetos, cada
vez lo entiendo menos. Si quieren disputar el espacio que ocupan los
socialistas, mala táctica el olvidarse de comportamientos tan dudosos como las
prácticas que dicen combatir. Porque al final el argumento tan cacareado del
todos son iguales (antes mencionado y referido a la forma de gestionar de los
dos partidos que obtienen más votos) se les vira, como las tortillas españolas.
Y esa proliferación de grupitos que surgen de no se sabe dónde, solo viene a
confirmar la apetencia de un cargo excelentemente remunerado, con billetes en
primera (clase business), amén de otras onerosas prebendas. Luego, de cara a la
galería, todos glosamos a Pepe Mújica. Pero no lo imitamos más allá de la pura
teoría. Qué difícil es, como hace el presidente uruguayo, repartir lo propio.
Que coincidencia más plena con Évole:
Con tales
antecedentes (pinzas incluidas), el machista Cañete se puede permitir el lujo
de esconderse durante unos días en el convencimiento de que los ‘enemigos’ se
encargarán de destrozarse entre ellos. Para ello basta que el señor Pons
muestre el mensaje twittero de Valenciano, que se limitó a expresar una verdad
como un templo: que Ribéry es feo a más no poder. Lo mismo que si yo digo que
el señor Arias está gordo. ¿Dónde está el insulto?
¿Cuál es el
problema? Que la escasa preparación –y no por ser titulado universitario se
adquieren más papeletas– les aboca al enfrentamiento barriobajero con
nimiedades que no vienen a cuanto. ¿Cómo van a sostener un discurso de enjundia
si solo se limitan a reproducir las cuatro frases que el manual de instrucciones
partidario les reparte cada mañana? Sí, son loros, hablan pero no saben de qué.
Pero se lo creen. Mientras, a los narcos se les abren las puertas de la cárcel
para que sigan haciendo de las suyas. Y ese sí es un gravísimo problema
europeo, y mundial.
Hubo la
pasada noche un debate televisivo. En el que debió figurar el representante de la Coalición por Europa.
Como yo no lo vi, ¿podría alguien señalarme qué sugirió de Canarias, por
Canarias y para Canarias? Porque nosotros, aislados y a miles de kilómetros del
lugar en el que se adoptan las disposiciones que nos afectan, y mucho, sí
dependemos de manera notoria de todo lo que nos venga de fuera. Y como CC se
desgañita para que votemos al señor Morales, el parapentista y número cuatro de
CEU, ya que su presencia en el parlamento de Estrasburgo tendrá un poder
decisorio de no te menees (haz el favor de no reírte), no se le ocurre mejor
proceder que solicitar el abaratamiento del billete de avión a los canarios que
emigran. Según la tropa de Paulino, 40.000 isleños se han largado por la
crisis. Lo que demuestra que en estas tierras estamos haciendo las cosas de
maravilla. Aumenta el número de turistas que nos visitan, los extranjeros –aparte
de los jóvenes sobradamente preparados– emigran porque no les queda otra y… el
paro estancado.
Hay más, pero
me lo reservo. Por hoy, basta. Como alguno de ‘izquierdas’ me comente algo, que
piense que me estará dando la razón. Mientras escribas del PP te aplauden con
las orejas. Como los menciones, saltan como quíqueres. Es como aquel chiste del
comunismo: reparte lo que quieras pero lo mío no me lo toques. Hasta mañana,
que será jueves.
Se me escapó un "no vienen a cuanto", pero tú te has percatado de que es "no vienen a cuento".
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