Asombro al
mundo. Algo intuía, pero no creía que fuera para tanto. Montoro, ese señor feo
de la foto, me ha disipado cualquier duda al respecto. Pero no solo en mi noble
pueblo realejero. Ni siquiera en la isla del majestuoso Teide. Tampoco en
Canarias, islas de mis amores. Más lejos aún que ese territorio llamado España.
Ya lo plasmé al inicio: asombro al mundo. Y gracias a unos cuantos más, que
dedicamos esfuerzo, ganas, tesón, trabajo, lucha y, por qué no, terquedad,
hemos hecho posible el milagro. No solo salimos de la crisis sino que somos
capaces de reformar –eso sí es un paquete– un montón de leyes en un rato
apenas. En este tiempo que nos resta hasta la convocatoria de elecciones
generales, vamos a ser capaces de girar sin ton ni son. Seremos un círculo
virtuoso.
Cuando don
Cristóbal subió a la tribuna de oradores para hablarnos del objetivo de
estabilidad presupuestaria, el cámara de la televisión se equivocó y enfocó
para donde no debía. Y se nos mostró un hemiciclo más vacío que un campo de
fútbol en un partido de regionales. Que digo, menos, porque en las crónicas
deportivas se mantiene, casi invariablemente, unos ciento cincuenta
espectadores. Bien distinto que cuando controlamos a Rajoy. Oye, fíjate en la
bancada detrás de los azules (el gobierno). Hay unos incondicionales que ni la
torcida (¿se escribe así?) brasileña (¿o brasileira?). Chacho, parecía yo un
teutón más la otra noche. Casi llamo a Eduardo para que me preparara unas papas
con carne en La Despensa Canaria.
Pues sí,
amigos y fisgoneadores míos. Ignoraba cuando decidí abrir este blog que mi fama
trascendiera tanto. Y ello que cabalgo solo, y la mayoría de políticos, o
cargos públicos, no me promocionan. Una tesis recientemente leída (o defendida)
en la universidad lagunera sostiene que la crisis ha precarizado la profesión
periodística. Uno, que de ello solo presume de título, mantiene que este trance
económico coyuntural ha venido a ser la excusa de la dirigencia empresarial.
Que amparada en la proliferación de gabinetes de prensa en todos los organismos
ha restringido plantillas hasta el extremo de mantener unos cuantos obreros,
los imprescindibles, del corte, copia y pego. Y no le demos más vueltas.
Aquellos que tenían padrinos, titulados o no, se pegaron como lapas a los
puestos de libre designación y los que no encontraron acomodo son los que
pasaron a formar parte de las conclusiones de la tesis aludida.
De haber
continuado enviando colaboraciones a alguno de los periódicos isleños, y
suponiendo que me publicaran una por semana, las 1421 entradas de Pepillo y
Juanillo se traducirían en 27 años y cuatro meses. Como tampoco tengo muy
seguro que los lectores se incrementasen en ese supuesto, mejor sigo como estoy
y llevo entretenimiento para rato.
Y ya que
menté el solaz y el divertimento, al igual que me paso el tiempo con el cubo de
Rubik y la tabla periódica de los elementos, otros, como Pedro Lasso, experto
en sistemas electorales (eso leo), se dedican a extrapolar resultados de procesos
electivos. Y en tales estudios siempre se establece la dificultad del
ejercicio, la problemática surgida con ese tipo de comparaciones porque el
electorado no se comporta igual en cada convocatoria. Y me pregunto para qué
pierden el tiempo, entonces, en hacerlo. De qué demonios nos vale afirmar que
los votos del 25M darían 13 escaños regionales a IUC, Podemos y UPyD si ello no
va a ser factible jamás. Aunque hayan brincado buen rato sobre una pata sola.
La
recuperación del PSOE –y en la dinámica de elección del próximo secretario
general presiento mayores dosis de ilusión, de un lado, y nerviosismo de los
que abogan por la unión de la izquierda (algún subconsciente juega la mala
pasada de la unión de las izquierdas), del otro; paradojas de la vida– va a dar
más de un cachetón a quienes se frotaban las manos con la debacle. Los
comentarios en las redes sociales y la proliferación de artículos de opinión
(alguno con cruces de acusaciones, estilo subasta y marca blanca) vienen a
confirmar que las flores de un día y los dondiegos de noche lo van a seguir siendo.
Qué fácil intentar manejar corrales ajenos.
¿Por mi
pueblo? Bien, vamos escapando. Las fiestas son nuestra principal fuente de
riqueza. Los fotógrafos y fotógrafas, verbigracia, no dejan de disparar. Y
menos mal que ya no tenemos que llevar el rollo a revelar. Ya apoquiné el recibo
de la contribución (IBI). Cada vez más caro. Hay que contribuir a los trajes de
concejales y concejalas para que acudan bien guapos y guapas a todos los actos.
Y yo creía, iluso de mí, que pagaba la Virgen del Carmen. Qué va, abonamos todos y todas.
Cuando leo o escucho estas variantes en el lenguaje me cabreo casi tanto como
lo hacía don Fernando Lázaro Carreter.
Compañeros y
compañeras, afiliados y afiliadas, militantes y militantas, amigos y amigas,
fisgoneadores y fisgoneadoras, mirones y mironas, fulanos y fulanas, socios y
socias, tíos y tías… Ya empezamos. Nada tuve que ver con la elaboración del
diccionario. ¿O diccionaria?
Cuando me
levanto por la mañana, miro por la ventana y me entran ganas de pensar. Pongo
la cafetera mientras me afeito, el café se quema y mi cabeza también se quema
de tanto pensar… (Kiko Veneno).
Hasta mañana.
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