jueves, 10 de julio de 2014

Cuando me levanto...

Asombro al mundo. Algo intuía, pero no creía que fuera para tanto. Montoro, ese señor feo de la foto, me ha disipado cualquier duda al respecto. Pero no solo en mi noble pueblo realejero. Ni siquiera en la isla del majestuoso Teide. Tampoco en Canarias, islas de mis amores. Más lejos aún que ese territorio llamado España. Ya lo plasmé al inicio: asombro al mundo. Y gracias a unos cuantos más, que dedicamos esfuerzo, ganas, tesón, trabajo, lucha y, por qué no, terquedad, hemos hecho posible el milagro. No solo salimos de la crisis sino que somos capaces de reformar –eso sí es un paquete– un montón de leyes en un rato apenas. En este tiempo que nos resta hasta la convocatoria de elecciones generales, vamos a ser capaces de girar sin ton ni son. Seremos un círculo virtuoso.
Cuando don Cristóbal subió a la tribuna de oradores para hablarnos del objetivo de estabilidad presupuestaria, el cámara de la televisión se equivocó y enfocó para donde no debía. Y se nos mostró un hemiciclo más vacío que un campo de fútbol en un partido de regionales. Que digo, menos, porque en las crónicas deportivas se mantiene, casi invariablemente, unos ciento cincuenta espectadores. Bien distinto que cuando controlamos a Rajoy. Oye, fíjate en la bancada detrás de los azules (el gobierno). Hay unos incondicionales que ni la torcida (¿se escribe así?) brasileña (¿o brasileira?). Chacho, parecía yo un teutón más la otra noche. Casi llamo a Eduardo para que me preparara unas papas con carne en La Despensa Canaria.
Pues sí, amigos y fisgoneadores míos. Ignoraba cuando decidí abrir este blog que mi fama trascendiera tanto. Y ello que cabalgo solo, y la mayoría de políticos, o cargos públicos, no me promocionan. Una tesis recientemente leída (o defendida) en la universidad lagunera sostiene que la crisis ha precarizado la profesión periodística. Uno, que de ello solo presume de título, mantiene que este trance económico coyuntural ha venido a ser la excusa de la dirigencia empresarial. Que amparada en la proliferación de gabinetes de prensa en todos los organismos ha restringido plantillas hasta el extremo de mantener unos cuantos obreros, los imprescindibles, del corte, copia y pego. Y no le demos más vueltas. Aquellos que tenían padrinos, titulados o no, se pegaron como lapas a los puestos de libre designación y los que no encontraron acomodo son los que pasaron a formar parte de las conclusiones de la tesis aludida.
De haber continuado enviando colaboraciones a alguno de los periódicos isleños, y suponiendo que me publicaran una por semana, las 1421 entradas de Pepillo y Juanillo se traducirían en 27 años y cuatro meses. Como tampoco tengo muy seguro que los lectores se incrementasen en ese supuesto, mejor sigo como estoy y llevo entretenimiento para rato.
Y ya que menté el solaz y el divertimento, al igual que me paso el tiempo con el cubo de Rubik y la tabla periódica de los elementos, otros, como Pedro Lasso, experto en sistemas electorales (eso leo), se dedican a extrapolar resultados de procesos electivos. Y en tales estudios siempre se establece la dificultad del ejercicio, la problemática surgida con ese tipo de comparaciones porque el electorado no se comporta igual en cada convocatoria. Y me pregunto para qué pierden el tiempo, entonces, en hacerlo. De qué demonios nos vale afirmar que los votos del 25M darían 13 escaños regionales a IUC, Podemos y UPyD si ello no va a ser factible jamás. Aunque hayan brincado buen rato sobre una pata sola.
La recuperación del PSOE –y en la dinámica de elección del próximo secretario general presiento mayores dosis de ilusión, de un lado, y nerviosismo de los que abogan por la unión de la izquierda (algún subconsciente juega la mala pasada de la unión de las izquierdas), del otro; paradojas de la vida– va a dar más de un cachetón a quienes se frotaban las manos con la debacle. Los comentarios en las redes sociales y la proliferación de artículos de opinión (alguno con cruces de acusaciones, estilo subasta y marca blanca) vienen a confirmar que las flores de un día y los dondiegos de noche lo van a seguir siendo. Qué fácil intentar manejar corrales ajenos.
¿Por mi pueblo? Bien, vamos escapando. Las fiestas son nuestra principal fuente de riqueza. Los fotógrafos y fotógrafas, verbigracia, no dejan de disparar. Y menos mal que ya no tenemos que llevar el rollo a revelar. Ya apoquiné el recibo de la contribución (IBI). Cada vez más caro. Hay que contribuir a los trajes de concejales y concejalas para que acudan bien guapos y guapas a todos los actos. Y yo creía, iluso de mí, que pagaba la Virgen del Carmen. Qué va, abonamos todos y todas. Cuando leo o escucho estas variantes en el lenguaje me cabreo casi tanto como lo hacía don Fernando Lázaro Carreter.
Compañeros y compañeras, afiliados y afiliadas, militantes y militantas, amigos y amigas, fisgoneadores y fisgoneadoras, mirones y mironas, fulanos y fulanas, socios y socias, tíos y tías… Ya empezamos. Nada tuve que ver con la elaboración del diccionario. ¿O diccionaria?
Cuando me levanto por la mañana, miro por la ventana y me entran ganas de pensar. Pongo la cafetera mientras me afeito, el café se quema y mi cabeza también se quema de tanto pensar… (Kiko Veneno).
Hasta mañana.

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