26 de septiembre de 2014

A la expectativa

Como el amigo, y maestro en lides periodísticas, Salvador García, según leí ayer, no piensa volver a la primera línea política en su Puerto de la Cruz, un servidor, en justa correspondencia y dada la no militancia en grupo político alguno, aparca por ahora el proyecto de la agrupación electoral independiente que tenía bastante avanzado, y muy a pesar de la profunda desilusión que se van a llevar los bien avenidos compañeros de viaje. Quedo, pues, a la expectativa con la mirada puesta en los socialistas realejeros. Porque si formé parte de su candidatura en 1983 (en 1979 vivía aún en la Barriada de San Antonio, La Orotava, y me correspondió votar en aquel lugar del que guardo muy gratos recuerdos), lógico parece no embarcarme con otros más extraños. Que uno no sabe qué sorpresas pueden deparar estas otras aventuras o vaivenes.
Hace unos meses se comentó en los mentideros políticos realejeros que los tres concejales actuales pretendían optar a encabezar la lista de 2015. En el ínterin, como es harto conocido, ha habido cambios en la cúpula federal. Y se ha establecido un proceso de primarias para los municipios de más de 20.000 habitantes. Ayer, en este mismo medio, di mi parecer de los movimientos existentes en la vecina ciudad portuense. Opinión que, según me trasladan los informadores que tengo apostados en el Salto del Barranco, no gustó demasiado en algún sector del casco antiguo. Y es que se empeñan en leer lo que uno no escribe. Se exaltan (acepción: dejarse arrebatar de una pasión, perdiendo la moderación y la calma) en demasía. Allá cada cual con su comprensión lectora.
Por aquí, en la Villa de Viera, observo que aparecen en las redes sociales fotografías con la firma de avales a los aspirantes al gobierno regional (la nacionalidad, que diría Rivero). Y me llama poderosamente la atención cierto eslogan (“Nuevas personas para nuevos tiempos”), con el que estoy más o menos de acuerdo, y que se argumenta en el entorno de uno de los cuatro que compiten. Y es que, por pura lógica, el aceptarlo supone más de un descarte. Lo malo es que como cada uno va por libre, y a veces no meditamos lo que firmamos, no caemos en la cuenta de las aparentes contradicciones que se producen. Porque ninguno es tan nuevo como nos lo quieren dibujar. Mucho más acentuado en otros escalones. Incluso hay quien puede hacerse digno acreedor de que le cantemos “toda una vida” en cualquiera de las versiones (Antonio, Machín, María Dolores Pradera, Los Panchos, Luis Miguel…). Y para que vean que nada tiene carácter dogmático, que se siga presentando Ignacio (en La Matanza), y Santiago (en Los Silos)… O que den el salto al Cabildo. Esperaremos unos días para comprobar qué nos depara los plazos establecidos en el calendario.
Cuando nos dimos cuenta de que la palabra cambio (acción y efecto de cambiar) se estaba gastando de tanto usarla, la hemos readaptado a la conveniencia de cada cual (desde la derecha más diestra hasta la izquierda más cañota) para que no se equipare siempre con la permuta de personas, no sea que debamos hacer bueno lo de dos mandatos o legislaturas. Y volver a lo que se tenía previamente, o, peor aún, a lo que no se poseía por despreocupación, falta de capacidad o negligencia, produce unos escalofríos horribles. Así que prometemos darle la vuelta a todo lo que menester fuere, pero seremos los de siempre los que dirijamos tan arriesgada situación.
Y así nos va. Con una pandilla de viejos, en plena flor de la vida, chupando del bote (8.054 millones de euros en el mes de septiembre para pagar pensiones) y pendientes, los muy noveleros, de subirse al carro de los viajes del Imserso cuantas más veces mejor. Esta situación no hay por donde agarrarla. O retrasamos la jubilación al menos hasta los ochenta años o que sean ellos los que ejerzan los cargos políticos (experiencia no les va a faltar). Solo cobrarán un pequeño suplemento y todos los puestos de confianza serán igualmente afiliados a Mundo Senior. Con la ventaja añadida de que no habrá limitaciones para nombrarlos. A copar ayuntamientos, cabildos, diputaciones y demás instituciones. Sumen consejos de administración, asociaciones vecinales, comisiones de fiestas…
Oye, que pasas por cualquier esquina, por las plazas, bares y terrazas, y demás lugares de pública concentración, y nos ves sino viejos, derechos como una vela, que a lo más juegan al dominó. No y no. Hay que cambiar.
En ello estamos. Pasen un feliz fin de semana, que ya septiembre está en las últimas.

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