Como el
amigo, y maestro en lides periodísticas, Salvador García, según leí ayer, no
piensa volver a la primera línea política en su Puerto de la Cruz, un servidor, en justa
correspondencia y dada la no militancia en grupo político alguno, aparca por
ahora el proyecto de la agrupación electoral independiente que tenía bastante
avanzado, y muy a pesar de la profunda desilusión que se van a llevar los bien
avenidos compañeros de viaje. Quedo, pues, a la expectativa con la mirada
puesta en los socialistas realejeros. Porque si formé parte de su candidatura
en 1983 (en 1979 vivía aún en la
Barriada de San Antonio, La Orotava, y me correspondió
votar en aquel lugar del que guardo muy gratos recuerdos), lógico parece no
embarcarme con otros más extraños. Que uno no sabe qué sorpresas pueden deparar
estas otras aventuras o vaivenes.
Hace unos
meses se comentó en los mentideros políticos realejeros que los tres concejales
actuales pretendían optar a encabezar la lista de 2015. En el ínterin, como es
harto conocido, ha habido cambios en la cúpula federal. Y se ha establecido un
proceso de primarias para los municipios de más de 20.000 habitantes. Ayer, en
este mismo medio, di mi parecer de los movimientos existentes en la vecina
ciudad portuense. Opinión que, según me trasladan los informadores que tengo
apostados en el Salto del Barranco, no gustó demasiado en algún sector del
casco antiguo. Y es que se empeñan en leer lo que uno no escribe. Se exaltan
(acepción: dejarse arrebatar de una pasión, perdiendo la
moderación y la calma) en demasía. Allá cada cual con su comprensión
lectora.
Por aquí, en la Villa de Viera, observo que
aparecen en las redes sociales fotografías con la firma de avales a los
aspirantes al gobierno regional (la nacionalidad, que diría Rivero). Y me llama
poderosamente la atención cierto eslogan (“Nuevas personas para nuevos
tiempos”), con el que estoy más o menos de acuerdo, y que se argumenta en el
entorno de uno de los cuatro que compiten. Y es que, por pura lógica, el
aceptarlo supone más de un descarte. Lo malo es que como cada uno va por libre,
y a veces no meditamos lo que firmamos, no caemos en la cuenta de las aparentes
contradicciones que se producen. Porque ninguno es tan nuevo como nos lo
quieren dibujar. Mucho más acentuado en otros escalones. Incluso hay quien
puede hacerse digno acreedor de que le cantemos “toda una vida” en cualquiera
de las versiones (Antonio, Machín, María Dolores Pradera, Los Panchos, Luis
Miguel…). Y para que vean que nada tiene carácter dogmático, que se siga presentando
Ignacio (en La Matanza),
y Santiago (en Los Silos)… O que den el salto al Cabildo. Esperaremos unos días
para comprobar qué nos depara los plazos establecidos en el calendario.
Cuando nos
dimos cuenta de que la palabra cambio (acción y efecto de cambiar) se estaba
gastando de tanto usarla, la hemos readaptado a la conveniencia de cada cual
(desde la derecha más diestra hasta la izquierda más cañota) para que no se
equipare siempre con la permuta de personas, no sea que debamos hacer bueno lo
de dos mandatos o legislaturas. Y volver a lo que se tenía previamente, o, peor
aún, a lo que no se poseía por despreocupación, falta de capacidad o
negligencia, produce unos escalofríos horribles. Así que prometemos darle la
vuelta a todo lo que menester fuere, pero seremos los de siempre los que
dirijamos tan arriesgada situación.
Y así nos va.
Con una pandilla de viejos, en plena flor de la vida, chupando del bote (8.054
millones de euros en el mes de septiembre para pagar pensiones) y pendientes,
los muy noveleros, de subirse al carro de los viajes del Imserso cuantas más
veces mejor. Esta situación no hay por donde agarrarla. O retrasamos la
jubilación al menos hasta los ochenta años o que sean ellos los que ejerzan los
cargos políticos (experiencia no les va a faltar). Solo cobrarán un pequeño
suplemento y todos los puestos de confianza serán igualmente afiliados a Mundo
Senior. Con la ventaja añadida de que no habrá limitaciones para nombrarlos. A
copar ayuntamientos, cabildos, diputaciones y demás instituciones. Sumen
consejos de administración, asociaciones vecinales, comisiones de fiestas…
Oye, que
pasas por cualquier esquina, por las plazas, bares y terrazas, y demás lugares
de pública concentración, y nos ves sino viejos, derechos como una vela, que a
lo más juegan al dominó. No y no. Hay que cambiar.
En ello
estamos. Pasen un feliz fin de semana, que ya septiembre está en las últimas.
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