Demasiada
alegría observo en las declaraciones de quienes aspiran a gobernar algún día, y
cambiar radicalmente formas y procederes, en cómo se califica al adversario
político. Entre los comentarios poco meditados y las propuestas de medidas que
incluso ellos saben que jamás podrán ser factibles, deduzco –insisto, deduzco,
que no afirmo– que ya bastante escamada está la ciudadanía como para añadir
otra bola de cristal al cúmulo de despropósitos.
Soy
consciente de que el ámbito de las redes sociales no se presta para el debate
sosegado y la puesta en escena de argumentos convincentes. La rapidez, o los
prontos, por ser el primero en plasmar nuestro parecer, no da lugar a la
meditación o reflexión oportunas. Me sorprende la utilización machacona del
adjetivo corrupto. Se halle el aludido incurso en un procedimiento judicial o
no. Ante tanta ligereza solo me resta desearles que tengan la misma suerte que
el concejal popular (es un decir) portuense Luis Miguel Rodríguez. Quien tiene
tantos calderos que atender en los fogones contenciosos que ya está tardando su
jefe insular, don Manuel Domínguez, en poner en práctica toda su verborrea
teórica.
Corrupto es
el que se deja o ha dejado sobornar, pervertir o viciar. Pero este hecho tendrá
que demostrarlo el que tenga capacidad legal para hacerlo. Y no yo, mero
ejemplo, desde este humilde blog. Ni mucho menos el que como producto de un
sofoco o de una vendetta tribal se enfrasca en Facebook en las clásicas guerras
del “y tú más”. Porque bien podríamos los que intentamos ser delicados y contar
al menos hasta diez antes del lanzamiento, devolverles la moneda con la otra
acepción del vocablo que lo equipara con perverso o torcido.
Idéntica
concepción poseo del hecho de identificar imputado con condenado. Y me da la
impresión de que pocos cargos públicos que hubiesen tenido responsabilidad de
gobierno en cualquier institución se hayan librado de procesos penales. Y puede
que por las causas más nimias. Que se quedan en nada, como en el argot popular
(ahora sin connotaciones del PP) se menciona, en la mayoría de las ocasiones.
De ahí que sería conveniente delimitar alcances. Porque para los que son
oposición es muy fácil demandar sanciones y castigos. Para el resto, claro.
La mayoría de
estos ‘acusadores’, por no decir todos, han puesto su punto de mira en el PSOE.
Es una fijación, una obsesión. Salvando las distancias, y con todo respeto, se
me parecen a las personas que pretenden ir más allá de lo estrictamente
razonable y osan traspasar los límites de los pensamientos ajenos. Aquellas que
cuando se ven ante la tesitura de la falta de evidencias y atisban el derrumbe
de sus ‘razones’, recurren al expresivo “pero lo estabas pensando”. Y estos
mismos que ya se ensañan con el nuevo secretario general federal, no miran cómo
aquí al lado un edil ya acumula demasiados tropiezos sin que nadie jale p´ol freno mano. Y sigue tan
campante cobrando a fin de mes y utilizando su teléfono móvil.
Como aparte
de la política constituye el periodismo otra de mis debilidades, ya puestos
–qué ilusión, a mis años– habré de pedirles, igualmente, discreción a los
profesionales del gremio, miembros o no de la UPCC (Unión de Profesionales de la Comunicación de
Canarias; órgano que emitió un comunicado quejándose por el trato policial, que
cercenó el derecho a la información, en el reciente desahucio tacorontero y que
lo mismo un día de estos me dará pie a escribir de la veracidad, objetividad,
neutralidad y más). No parece lo más correcto que este pasado domingo se
plasmara una entrevista en El Día al que fuera alcalde de Arafo durante varias
décadas, Domingo Calzadilla (el que me copió íntegramente la salutación para un
programa de fiestas), en la que se asegura que ese pasado ya es historia y que
en manera alguna ha pasado por su cabeza el retorno. Mientras, en Diario de
Avisos se hace un repaso a la situación en el Sur de la isla, con mención de
posibles candidatos para las elecciones de mayo de 2015. Y se da por hecho el
regreso de Calzadilla en la filas de CC o del CCN, haciendo tándem familiar.
Por último,
los epítetos laudatorios que venía recibiendo el señor Iglesias y que tan
buenos resultados le supusieron en las pasadas elecciones europeas se vienen
desinflando de manera estrepitosa. Y es que tú puedes vender humo una
temporada, pero no más. Tanto que las discrepancias se acentúan ahora que
corresponde establecer el organigrama pertinente. Y como ya se palpa que a
pesar de tanto autobombo asambleario van a confluir en la estructura
tradicional de cualquier partido al uso, muchos son ya los que temen que el
gozo en el pozo. No sé, creo que en su elevada apuesta de fagocitosis, se han
pasado de rosca. Cuando yo practicaba atletismo siempre hice caso al consejo de
que la prueba no se gana en los primeros metros. El ser comedido suele dar
buenos resultados. Además, muchos de los que se subieron al carro de la
novedad, intuyen que la circulación se está espesando. Si peligroso es
escribir, más puede serlo el morirse de un ataque verbal.
Hasta mañana.
Y modérense.
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