En este país
–se incluye Canarias– tenemos la dichosa manía de enfrascarnos en
disquisiciones de tres al cuarto. Puede que sea una táctica preconcebida de las
formaciones políticas para tener entretenida a la ciudadanía. Vamos, como el
opio del fútbol, para no ir más lejos. Y como uno procura estar informado para
que no le vendan gato por liebre –amén de los años de experiencia, que no de
vejez– y se sumerge en todos los medios de comunicación posibles, observa
atónito cómo los periodistas tampoco están muy por la labor de profundizar en
los temas y asuntos que realmente preocupan en una sociedad sumergida en océanos
de hastío y desilusión.
Ya yo no creo
en ángeles liberadores ni en mirlos blancos. Tampoco en salvadores de la
patria. Sigo pensando que las probidades jamás se concentran en los extremos.
De ahí lo de la virtud en el término medio. Rehúyo de populismos y abomino de
aquellos que se aprovechan de coyunturas desfavorables para su proselitismo
barato. Porque en épocas de vacas flacas es demasiado fácil el embaucamiento.
Entiendo que
es menester establecer un plan de actuación que priorice los asuntos que no
soportan más demora. Si se colige que la lacra del paro es el mayor azote,
habremos de volcar todos los esfuerzos en que la fatídica lista se reduzca
hasta extremos soportables. De rebote, a buen seguro, otros daños colaterales
dejarán, asimismo, de constituir una preocupación.
Cuando un
político ostenta un cargo durante un tiempo excesivo, ponemos el grito en La Corona (donde silban los
vientos) porque entendemos que no hay derecho a tales apoltronamientos. Pero si
alguien decide retirarse tras el paso de cuatro años (que constituye el
compromiso adquirido cuando te presentas a unas elecciones), también echamos
pestes pues consideramos que es una muestra inequívoca de su fracaso. En
resumen, no hay quien nos entienda.
Estamos
viviendo un periodo de cambios y renovaciones. Algo que debemos valorar
positivamente. Y el PSOE, tan anquilosado durante lustros, ha dado un paso al
frente para dejar de lado la despachitis aguda y salir al encuentro de los
problemas. Por cierto, no entiendo el porqué de tanto revuelo ante la llamada
telefónica de su líder Pedro Sánchez a un programa televisivo. Ha alcanzado por
todos lados. Unos quieren que se encierre entre cuatro paredes y se ponga a
trabajar. Otros, los que precisamente crearon una imagen a base de presencias
en platós, han debido ponerse nerviosos y atacan a degüello. La Sexta abre un debate en
Facebook porque la intervención fue el Telecinco. Divagamos y olvidamos que ha
prometido una ley que acabe con el maltrato animal. ¿No queremos políticos
cercanos? Chacho, aclarémonos.
Son estos
últimos, qué curioso, los que solo recibirían en su seno hombres y mujeres de
diáfana trayectoria, de pasado impoluto, y viene a resultar que observo incluso
a quienes formaron parte de candidaturas en 2011. A saber, el otro día:
“Si confías en nosotros, si nos das una oportunidad, no
haremos magia ni venderemos humo, pero sí que vamos a demostrar que este equipo
de mujeres y hombres dedicará todos los esfuerzos a conseguir esa Justicia
Social que lo resume todo. Si lo conseguimos, habremos tenido éxito y tú
sentirás que valió la pena apostar por nosotros”. Que me expliquen la tan cacareada
coherencia. Veletas del insulto y anemómetros soeces y vulgares. Cuánta
liviandad a la hora de calificar a honrosas madres como mediocres rameras. Que
se enfrascan con comentarios en redes sociales para pescar en ríos revueltos y
echan mano de términos barriobajeros, ‘dignos’ modelos del radicalismo más
abyecto.
Y les pongo
un ejemplo: Si se tienen pruebas de que en la contratación del personal del
Lidl abierto recientemente en El Burgado (El Toscal, Los Realejos, para los que
no sean del pueblo) ha habido trapicheos, compadreos y favoritismos, acudan al
juzgado y denuncien las componendas de una militante popular realejera y
presidenta de una asociación de mayores. A la que ni siquiera conceden el
beneficio de la duda con el consabido supuestamente. Hombre, y ya puestos,
aconsejar a profesores que se dejen de escribir boberías como l@s vecin@s,
puesto que las modernidades no deben estar reñidas con las normas ortográficas,
máxime cuando cada día se enfrentan –es un decir– a un grupo de alumnos dentro
de un aula. La progresía es algo más que disparos de filosofía barata.
Pues sí, qué
quieres que te diga, me alegro de que sea el PSOE el enemigo a batir. Y hasta
sonrío cuando observo que su secretario general se ha cargado la mochila y
camina de frente, sin ataduras ni complejos. Y con el agravante de tener que
soltar mucho lastre de una organización que se adocenó con los apetitos
desordenados de un poder que los engulló. Yo no soy adivino, pero el futuro se
forja con las labores del presente. Ojalá el contagio se vaya extendiendo.
Como acabo la
semana en plan didáctico (unos resquicios de pedagogía me restan), aconsejar a
IU de mi pueblo que bien está culpar a los gobiernos anteriores de los problemas
candentes. Entre ellos, la vivienda. Pero que no olvide que también hubo un
mandato en el que fueron parte activa del ejecutivo local.
Un servidor,
Jesús, el de La Gorvorana
(independiente, que no apolítico), puede meter la pata una y mil veces –seguro
que lo hará– en sus artículos de opinión. Pues solo son eso: comentarios. Con
los que podrás estar de acuerdo o no. Y de ahí no pasa. No tiene mayor
trascendencia. No aspiro a crear corrientes ni a tener muchos seguidores. Voy
servido en mis apetencias. Pero en un cargo público demando ejemplaridad y
coherencia. Si no es mucho pedir, sea todo escrito con el mayor de los
respetos.
Sean felices
este fin de semana. Y si pueden el resto de los días, mucho mejor.
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