Han sido
tantas las campañas habidas desde 1987 en el Paisaje Protegido de Rambla de
Castro, sin que la tan ansiada recuperación haya surtido efectos más positivos
que lo que su actual imagen nos ofrece, que uno se muestra reacio, cuando no
escéptico. Salvando las consabidas distancias, el particular me recuerda los
planes de empleo que Paulino Rivero ha acometido durante estas dos últimas
legislaturas al frente del Gobierno Autonómico y que tan excelentes resultados
han brindado a los miles y miles de canarios que han podido salir del oscuro
abismo del paro.
Durante la
pasada campaña electoral de las elecciones europeas, el PP realejero entregó al
señor Cañete (el de los yogures caducados, la ducha de agua fría y los gusanos
en pepitoria) un dossier (informe o expediente) para que lo llevara a Europa.
No bajo el brazo (tampoco usa desodorante), sino en la cartera del Ministerio
de Agricultura que, según me cuentan, no se devuelve cuando se deja el cargo.
Y ha debido
cumplir satisfactoriamente con el encargo, porque, y es anuncio a bombo y
platillo del grupo gobernante en la
Avenida de Canarias, el proyecto ya ha pasado el primer
filtro. No indica el comunicado cuántos más restan. Pero sean los que fueren,
bienvenida sea la noticia. Tan acostumbrados estamos a lo malo y desagradable
que no somos capaces de valorar las escasas alegrías que la vida nos brinda.
Me llama
poderosamente la atención de que haya sido el comité evaluador del programa
Life Plus el que haya sugerido la ampliación del ámbito de aplicación. Lo que
me indica que los europeos han leído bien y han captado con total y exquisita
exactitud los límites verdaderos que abarca la zona protegida. Porque cansadito
estoy de que unos lo circunscriban a la Casona y alrededores y otros, a lo más, le
extienden hasta la elevación de Gordejuela. Cuando desde sus inicios tuvimos
bien claro que La Fajana,
Callao de Méndez y zona de Los Roques debía ir incluido en el mismo paquete.
Ello conllevará un incremento presupuestario (normal) y una ampliación del
plazo de ejecución (ya me contenta menos).
El 31 de
julio de 1987 publicó el periódico El Día un artículo de quien ahora escribe en
el blog (chiquita trayectoria lleva el menda) titulado Sendero turístico de la
costa de Los Realejos. Del mismo reproduzco estas líneas:
Tenemos conocimiento de que un grupo de
profesores del Colegio Público Mencey Bentor de la Cruz Santa ha realizado
un gran trabajo acerca de esta ruta, habiendo elaborado, a pie de terreno y en
múltiples visitas, el cuaderno del alumno y la guía del profesor, de lo que
constituye una ejemplar lección de Naturaleza, complementado todo ello con un
vídeo y otro material, con lo que han logrado sacar la escuela de las clásicas
cuatro paredes, inculcando en los jóvenes una actitud de respeto y consideración
hacia cuanto nos rodea.
Creemos que la Consejería de Educación
tendría que mojarse en estas experiencias, potenciándolas y dando toda clase de
facilidades a estos colectivos de profesores, porque, a buen seguro, que de
su resultado se verán beneficiados cantidad de alumnos. Estaremos así dando un
nuevo enfoque y una nueva visión de los métodos educativos, tan faltos, la
mayoría de las veces, de alicientes para el alumnado.
Para terminar, humildemente, desde estas
líneas, nos permitimos alzar la voz ante los organismos pertinentes –Ayuntamiento,
Cabildo, Consejería de Política Territorial– para que, de una vez por todas, de
una manera real y efectiva, se lancen a una decidida política de conservación
de los pocos y bellos parajes que aún nos restan. Pero que no quede todo en el
frío papel, mientras cerramos los ojos ante los desaprensivos de turno.
Planifiquemos entre todos el presente para legar a nuestros hijos un
prometedor futuro. Son demasiado bonitas estas laderas como para permitir nuevos
atentados.
El acantilado que nos ocupa es de naturaleza
basáltica. Al inicio del sendero desemboca en la playa de callaos y frente a
ella, los dos roques (Roque Grande y Roque Chico) que ofrecen un gran atractivo
paisajístico. Debido a su antigüedad geológica han sido colonizados por
numerosas especies. Así, el Roque Grande luce con esplendor una respetable población
de cardones, tabaibas y bejeques.
En las pequeñas plataformas costeras,
transición entre el acantilado y el mar, existe gran cantidad de algas.
Dado que los acantilados poseen suelo
suficiente, se establece en ellos una comunidad de matorrales entre los que
encontramos siemprevivas, perejil de mar, margaritas, corazoncillos,
vinagreras, tajinastes, ratoneras, esparragueras... Pero, sobre todo, se
destacan las formaciones de tarajales, en particular en una de las bajadas a
la playa.
Perdón por la
extensión del texto transcrito, pero debo contener la rabia ante tantos años
desaprovechados. Lapso de tiempo en el que los dineros corrían alegremente y
muchos millones se enterraron sin que el cuidado y mantenimiento posteriores
cumplieran los objetivos programados. Cuando en esta nueva iniciativa que se
acomete uno lee lo de la recuperación ecológica, de un ecosistema equilibrado,
aprovechamiento de las aguas que se vierten al mar, no le queda más remedio que
rascarse el codo. Cuánto eché en falta que al menos en uno de los ‘panegíricos
wladimirianos’ se llegara a reconocer que las campañas de siembras de dragos y
palmeras constituyeron un despilfarro increíble.
Seamos, no obstante,
optimistas. Y ojalá fuera esta la definitiva. Como sé que las cabras no me van
a leer y el cumplimiento de las órdenes dictadas en el bando municipal se me
antojan de muy difícil aplicación, un consejo a los responsables políticos
municipales: No es ser buen gestor el acumular patrimonio si carecemos de los
elementos necesarios para la posterior preservación. Comprar un coche con un
montón de caballos puede estar al alcance de muchos. El problema viene luego a
la hora de echarle de comer a tanto animal.
Como resta
bien poco para las próximas elecciones locales, sigo a la espera de la
formación política que me asegure una drástica reducción de concejales
liberados, asesores y enchufados varios. Seguro que sobraría dinero para regar
en Rambla de Castro (desde San Pedro hasta la playa de Los Roques). Y hacer el
gran parque de La Fuente
que prometiera José Vicente en una reunión celebrada en el polideportivo de La Longuera. Luego
se echó a perder por su presunta connivencia con empresarios. Bueno, ahora
parece que no hemos mejorado. Solo hemos cambiado de gañanía.
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