Ayer se
soltaron (se pusieron en libertad) dos tortugas en la realejera playa de El
Socorro. Me imagino que serían de las denominadas bobas (Caretta caretta), que
como su propio nombre indica se prestan a los juegos políticos de turno. Bobonas
como tus hermanas, que diría Piedra Pómez. Si te fijas bien en la fotografía
podrás colegir que los escolares parecen no mostrarse demasiado interesados en
cómo los concejales populares las sostienen en sus brazos. Entiendo que el acto
de entrega de la metopa sería anterior, en el salón de plenos. A las tortugas,
por supuesto. Cómo se van a ir por esos mares afuera sin una distinción, sin un
reconocimiento. Más que sea como concejalas
honorarias.
Bien nos
gusta un retrato. Y si es acompañado, mejor. Sean niños o mayores, deportistas
o agricultores, discapacitados o de brillante expediente. Ahí estaban bien
prestos los ediles de Medio Ambiente y Educación para sacar todo el jugo
posible a los pobres e infelices animales, cuya única pretensión es que los
dejen en paz y los suelten de una vez en las aguas atlánticas. En definitiva,
perderse de esta civilización que las avasalla.
Estoy
imaginándome la escena de haber sido once los ejemplares. Con alumnos de once
colegios y de once cursos diferentes (Infantil de cinco años, 1º, 2º, 3º, 4º,
5º y 6º de Primaria, y 1º, 2º, 3º y 4º de ESO), con once directores, once jefes
de estudio y once secretarios, once policías, once fotógrafos… y once
concejales del grupo de gobierno. Y Marrón ordenando y dirigiendo el
dispositivo para que las bobas vayan cada una por su trayectoria rumbo a la
estrella polar.
Piensen por
unos instantes que si yo utilizara ese moderno lenguaje no sexista y en los
tres párrafos anteriores hubiese recurrido al ediles-edilas,
concejales-concejalas, secretarios-secretarias, y, en resumen, todas y todas,
nosotros y nosotras, conocidos y conocidas y etcétera3, ahora mismo
ya habría concluido el presente post.
Sostienen los
que defienden muchos liberados en los ayuntamientos que el volumen de
consecuciones ante otras instituciones ya sufraga, y con creces, el importe que
hemos de abonarles mensualmente los que pagamos impuestos. Pero si se me
ocurriese demandar, enésima vez, que señalicen el nombre de las calles de la Urbanización Los
Príncipes por unos carteles más decentes, menos sucios y menos oxidados y
cochambrosos, me contestarían que están en ello o que no existe disponibilidad
económica en los presupuestos actuales. Pero bien que les gusta una novelería.
Si acudiera a
Benito para que leyera el artículo de hace dos días que intentaba transmitirle
el lamentable estado que presenta el otrora sendero turístico de la costa –me
estoy haciendo la composición de lugar para encajar la respuesta–, se escudaría
en cualquiera de las consejerías del ramo, tanto la del Cabildo como la del
Gobierno de Canarias. En este país nos apuntamos con una celeridad pasmosa a la
asunción de competencias para después resguardarnos con vanas excusas: no nos
dotan. Pues un cargo público no dotado, ya me dirán.
Aquel bando
caprino que dictara Domínguez a bombo y platillo prometiendo mano dura e
inflexible con todo el que osara pasear sus rebaños por las tierras de Viera,
lo debieron coger los cabreros para limpiarse el final de aparato digestivo. O
lo pintaron de verde y se lo echaron a los animales para que comieran en plan
intelectual con un menú de diseño. Escrito ello con el mayor de los respetos. A
la autoridad y al que debe ganarse el sustento con quehaceres más prosaicos.
Mucho (y
mucha) caretta caretta anda suelto (y suelta) por estos mundos convulsos. Y las
bobas se prestan para estas componendas. Que arrastrada vida llevan. En tierra.
Ya en las aguas oceánicas se desenvuelven con mucha mayor agilidad. Incluso
nadan contracorriente. Si los pobres animales hablaran.
¿Ya hice el
inciso? ¿No? Ahí va. Voy a tener que comprarme un móvil. Para cuando transite
(caminando) el tramo desde Las Arenas al desvío para la autopista y Polígono
San Jerónimo, ir cazando a todos los conductores que manejan con la mano
izquierda mientras con la derecha hacen uso indiscriminado del ídem. Y como
haya cola por obra y gracia del Colegio Casa Azul, agüita. Y la última. También
hubiese capturado a cierto militante de IU, muy fan de Marc Márquez, poniendo
gasolina en una estación de Repsol. Cómo me alegra que todos hayan vuelto a ver
al PSOE como el enemigo a batir. Lo echaba en falta.
No nos quedan
sueltas hasta mayo, estimados míos. A este paso el archivo fotográfico
municipal se duplicará, o más, en unos meses. En fin, que todo sea por las
tortugas, bobas o no.
Hasta mañana.
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