Algún
perspicaz lector de las ‘boberías’ que Pepillo y Juanillo me permiten colar en
su blog, me ha señalado que hace un tiempo que no escribo nada del helicóptero
de nuestro bien amado y mejor considerado señor presidente autonómico. Cierto.
Pero es que desde la última conversación que sostuvimos (uno también se codea),
Rivero no ha hecho uso del mismo nada más que en la ocasiones indispensables, a
saber, cuatro romerías, tres peregrinaciones y un par de congregaciones de
mayores. Motivo por el que ya me di por satisfecho.
Ahora me
hallo inmerso en otra cruzada, que ya desde que ojeaste el titular te habrás
percatado de qué se trata. Así que me centro en el meollo directamente.
El Ente
Radiotelevisión Canaria se supone, y es mucho suponer, debería estar regido,
organizado y controlado por un Consejo de Administración, dependiente del
Parlamento. Y los sujetos que lo conforman serían los que tendrían que
supervisar las programaciones. Pero los consejeros, sujetos a los vaivenes de
los partidos políticos que los colocaron, no están, ni han estado, por la labor
porque no tienen ni la más remota idea del tema. Ellos se limitan a cobrar las
dietas por asistir a las reuniones en las que Willy dice lo que le salga sobre
la marcha (estilo 40 principales) y hace (o deshace) a su antojo sin que nadie
rechiste. Aunque sujeto a lo que expondré luego, díganme qué demonios pintaba
ahí, verbigracia, don Marcos Brito. Si se queda dormido nada más depositar el
culo en cualquier silla, imagínatelo delante de un televisor viendo los
movimientos sensuales de Pepe Benavente mientras desgrana las maravillosas
letras del polvorete de su gallo peleón. Es que ni siquiera Eloísa fue capaz de
evitar los ronquidos.
La historia
del Consejo constituye otro de los despropósitos de esta Comunidad enfrascada
en las mismas disquisiciones de siempre. Cuando estoy en la oposición digo
nones y cuando me dejan tocar poder porque Paulino necesita estacones que lo
sustenten, digo pares. Y así, entre Juana y la hermana, entre dimes y diretes,
aquellos originales ocho miembros que designara la cámara de Teobaldo Power se
han quedado reducidos a... ni sé, lo mismo es ya un conjunto vacío.
Los primeros
que arrancaron la caña (2009) fueron los dos de la cuota del Partido Socialista,
el tristemente fallecido Domingo González Chaparro, con quien coincidí en el
Comité Regional hace la tira de años, y Manuel González Álvarez, que en estos
momentos ostenta el cargo de viceconsejero de Relaciones con el Parlamento (la
incoherencia es doble). El motivo fue la negativa de CC y PP de acceder a la
renovación de la composición en base al resultado electoral de 2007, cuando
JFLA obtuvo un montón de diputados, que a la postre no le valió sino para salir
corriendo hacia Madrid y más tarde para Estrasburgo. Ni Paulino Rivero ni José
Manuel Soria, en aquellos años amigos hasta en las prospecciones más íntimas,
estaban por la labor.
No se
quedaban atrás, y azuzaban de lo lindo, Santiago Pérez y Gloria Gutiérrez,
quienes acusaban a diestro y siniestro tanto a los populares como a los
¿nacionalistas? de no querer “modernizar y democratizar los medios de
comunicación públicos” ni “dotarlos de instrumentos jurídicos que garanticen la
independencia, pluralidad, transparencia y objetividad reforzando la presencia
del control parlamentario para adaptarlos a la UE”. El entrecomillado me lo copié de un artículo
de Salvador Lachica. Los informativos (mi actual caballo de batalla) eran,
según los opositores socialistas el NO-DO de Paulino. Ahora, socios
gubernamentales, presumen de no verlos para que el tufo no los tumbe pa´tras.
Pues yo sí los visiono. Y sostengo que son más puercos que antes. Y por mucho
que miren para otro lado, eso que ustedes llaman memoria histórica aún existe.
Como diría Calero, que yo tengo mi tino.
Pero aún hay
más. El señor consejero de Presidencia, don Francisco Hernández Spínola,
sostenía que el director general del ente (todo en minúscula) no daba el perfil
y que no se hallaba capacitado para tripular la nave a buen puerto. A la vista
está todo lo que ha llevado a la práctica tras el desembarco de las huestes de
José Miguel en los muelles del sauzalero. Tanto que la RTVC, desde siempre adscrita
a Presidencia, fue traspasada a Economía y Hacienda para que siguiera en manos
de Coalición Canaria. Y lo que es peor: ¿Han escuchado que hayan dicho algo al
respecto los tres aspirantes? ¿O coincidimos todos en que la incompetencia raya
el escándalo en demasiados frentes?
No tengo la
suerte de que la redacción de informativos de la Autonómica dedique unos
minutos de los lunes (o de cualquier otro día, da lo mismo) a propagar los
brillantes pensamientos que se suelen exponer lo días laborables a través de
esta pareja de chicos plataneros. Son mucho más talentosos los del negro. Y no
atisbo visos de solución. Cuando la señora Luengo (jefa) y el señor Matos
(subordinado) llegan a un acuerdo para seguir juntos por la senda que puede
mantenerles en situaciones de privilegio, cuando se corre tupido velo al no
querer pactar en La Laguna
para hacerlo a renglón seguido en esferas más altas y mejor pagadas, nada
podremos esperar los que desencantados nos bajamos de la guagua hace más de
cien paradas atrás.
Denme una
alegría y defínase alguno antes del próximo domingo. Aunque sea uno de los que
aspire a un cargo local. Rebélense contra estos desaguisados y no se limiten a
esconder la cabeza bajo el ala. No jueguen a lo de los que acusan al PSOE de
todos los males habidos (incluyan la mala racha de Casillas y de Diego Costa) y
no son capaces de reconocer los deslices de algún prosoviético reconvertido a
magnate ruso. Debe ser la doble moral.
A pesar de ser un santín. No, ese no
es de los nuestros (¿y quién lo nombró?), lo expulsamos (he leído que pidió la
baja voluntaria) y salvada nuestra responsabilidad, el dinero que voló ya no le
duele a los contribuyentes.
¿Se acuerdan
de la cantinela de refundar y que yo permuté por refundir? Muy bien. Entiendo
que llevada hasta las últimas consecuencias y depuestos todos los mangantes y
corruptos, el efecto inmediato será la ganancia de simpatizantes y, por qué no,
de afiliados. Y ojalá siga siendo el partido el enemigo a batir por muchos
años. Que se note el nerviosismo.
¿El valor de
cambiar? Vale. ¿Jugamos a ser coherentes o a la escondidilla? Se acabó por hoy.
Hasta mañana.
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