Volviose
a celebrar sesión plenaria en el ayuntamiento realejero el pasado día 16 y
parece ser que nuestros concejales están dispuestos a tener entretenido al pueblo.
La vez anterior, porque no hubo tiempo para finalizarlo –bueno, tiempo sí hubo,
lo que pasa es que se entretuvieron por el camino– y, en la presente ocasión,
porque terminaron más rápido de la cuenta debido a la espantada de los
componentes de un grupo político que, precisamente, eran los autores de unas
mociones que habían quedado pendientes. Y como no había defensores, todo quedó
sobre mesa.
Antes
había habido sus más y sus menos sobre determinados aspectos legales. En fin,
cosas de asesores. Así se nos cae el pelo.
Mientras
tanto, el pueblo debe andarse preguntando si se puede tener a un montón de
gente trabajando para preparar un pleno y luego adiós que te vaya bien. Claro
que no es de extrañar que, transcurridos unos días, sean los propios políticos
los que se permitan el lujo de criticar el trabajo de los funcionarios. Me
parece que no se puede jugar así, tan alegremente, con el dinero ajeno. Seguramente,
el próximo pleno, si nuestros ediles tienen a bien el no ausentarse, no llegará
a concluirse por un exceso de puntos en su orden del día. Lógico.
De todas
maneras, a tres meses de haberse constituido las corporaciones, olvidadas las
promesas de la pasada campaña electoral, todo debe estar permitido y procede
solicitar se adopte acuerdo de modificación de asignaciones por asistencia a
plenos, comisiones de gobierno y demás órganos por quienes iban a congelar todo
lo congelable; ser defensores acérrimos de la legalidad quienes –hace muy poco–
se la saltaban a la torera... Como ciudadano preocupado de que la Administración se
paralice, espero que en los primeros puntos del orden del día de las sesiones
correspondientes vayan los importantes para que el pueblo siga adelante y dejen
las nimiedades para el final, que si da tiempo de tratarlas, hágase; si no, ocasiones
vendrán mejores.
Hace
unos días debí meter la pata en uno de mis comentarios. Parece ser que en una
de las sedes de determinado grupo político, que aludíamos, sí entra el aire,
que para eso tiene siempre una ventana –trasera, por más señas y por si acaso–
abierta. Como rectificar es de sabios, salgamos de la necedad y quede hecha
la aclaración.
No me
negarán ustedes, contemplando la foto que acompaña este comentario que desde la Corona, aparte de poder gozar
de una panorámica impresionante, se ve casi todo.
Vamos a
ver si se finaliza el nuevo Ayuntamiento, aunque a este paso debe ocurrir tal
suceso para el año 2000, porque con tanta chapuza en el actual no vamos a
llegar a ningún sitio. Por lo de chapuza, entiéndase remiendos. Cada día
acuden a nuestras Casas Consistoriales gran cantidad de ciudadanos a resolver –o
intentarlo– miles de asuntos. Desde siempre ha habido problemas de aparcamiento
porque la superficie destinada a tal menester es francamente exigua. Sin
embargo, a pesar de tal inconveniente nos reducen tan corto espacio mediante
otra reserva –bordillo verde y blanco– que, parece ser, va destinada a nuestros
ediles. No creemos que esta medida sea oportuna y conveniente, por varias
razones:
a) Al
ciudadano le debemos facilitar su labor, acercando la Administración y no
alejándola. Y, esta medida perjudica enormemente.
b) Entraña
el evidente peligro de que nuestros concejales se nos vuelvan demasiado acomodaticios.
c) Los
concejales deben caminar o aparcar lejos para obligarles a patear –con perdón–
el pueblo.
d) Habrá
que detraer un policía para vigilar este asunto de forma exclusiva o signar
las matrículas en el pavimento.
e) Espero
que el señor interventor de Fondos de nuestro Ayuntamiento haya hecho un adicional
en el padrón correspondiente por Reserva de aparcamiento incluyendo a nuestra
corporación en pleno. De lo contrario, me tendré que negar a pagar mi vado
permanente.
(El Día,
Desde La Corona,
22 de octubre de 1987). Veintisiete años atrás. Ahora, octubre de 2014, salvo
el asunto de generosos sueldos, muchos de los aspectos comentados siguen tan
vigentes como hace casi tres décadas. Y como entramos en periodo preelectoral,
no te extrañe que las repeticiones alcancen cotas de escándalo. Por mi parte no
se descarta la posibilidad de retomar cuestiones tratadas en estos días
anteriores. Pues alguien tendrá que hacer ver –lo malo es que esos
destinatarios no saben leer– a varios atrevidos que la contradicción y la
incoherencia son motivos que las urnas se cobran en descenso notorio de votos.
Acabo
con una aclaración que creo importante y pertinente. Hace dos días estuve
hablando con alguien que presentó el currículum para trabajar en el nuevo Lidl
de El Burgado (El Toscal) y que no lo habían escogido. Y me indicó que esa
‘denuncia’ a través de las redes sociales que iba dirigida a la Asociación de Mayores
del barrio carece de todo fundamento, puesto que lo que se celebró en ese local
fue una reunión de responsables de la empresa con el equipo de seleccionados. Y
si ya lo estaban, no sé qué influencia pudo ejercer su presidenta.
Hasta
mañana.
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