Te juro que
ayer leí la palabreja por primera vez. Tuve que ir al diccionario, que para eso
lo han renovado. Me señaló: Cualidad de delicuescente. Y te podrás estar
imaginando que hube de acudir nuevamente para enterarme (todos los días se
aprende algo) de que significa inconsistente, sin vigor, decadente. En
conclusión, el presente pudo haber sido titulado también inconsistencia o
decadencia.
Saben ustedes
que he sostenido en comentarios anteriores, y ya van unos cuantos, que las
redacciones de los medios de comunicación se han acomodado a lo que envíen los
gabinetes de las diferentes instituciones, por lo que, salvo las convocatorias
de ruedas de prensa, les sobra material para confeccionar las planas de los
periódicos o los sumarios de telediarios o informativos en los audiovisuales.
Ayer circuló
el siguiente titular: Más de 50 propietarios de perros sancionados por
transitar sin bozal y por excrementos en la vía pública. Y leído así tú te
preguntas cómo es posible que la mascota haya dejado salir solo a su dueño, sin
bozal, y, lo que es aún peor, no advirtiéndole que no puede utilizar la acera
como si fuera un retrete público. De lo que no abunda en los pueblos, por otra
parte.
Uno no duda
de las buenas intenciones de los consistorios en la redacción de estas
normativas (ordenanzas), así como los bandos que se dictan al respecto. Verbigracia,
aquel que pretendía controlar los rebaños de cabras. Pues aunque el alcalde
proclame a los cuatro vientos que se han levantado más de 30 actas de
infracción, que llevan aparejadas sanciones entre 90 y 200 euros (que me temo
sea muy escasa la proporción de las ingresadas en las arcas municipales), son
medidas de dudosa efectividad. En el caso de los perros (que no sus dueños)
porque como el policía no los pesque en el preciso instante en que baja los
cuartos traseros para dejarnos el regalito (se entiende que los que los
sujetan, a medio metro del animal, son ciegos mientras dura el vaciado
intestinal), no hay nada que rascar. Y en el de las romerías caprinas, como no
haya una implicación de todas las administraciones, al cabrero se le importará
un pimiento que lo multen. Por la zona turística de las Románticas saben mucho
del atractivo. Porque agotará todas las vías (es decir, hará caso omiso) para
no abonarla y no le preocupa lo más mínimo acabar en el juzgado porque siempre
lo declararán insolvente.
Inconsistente
asimismo el planteamiento del presidente del cabildo tinerfeño, Carlos Alonso,
al proponer el cierre de los túneles cuando llueva algo más de la cuenta (cinco
gotas). Lo mejor sería, es mi contrapropuesta, paralizar cualquier actividad.
Nos quedaremos todos en casa viendo la intrépida reportera con botas de agua a
medio muslo y mojándose como una toleta (pueden expresarlo en masculino), y
luego se compensa la jornada perdida aunque haya que echar mano de sábados y
domingos. No sería más que la aplicación a todo hijo de vecino del horario de
trabajo de los políticos (las 24 horas del día y a veces más).
No entiendo
el motivo de preocupación en Puerto de la Cruz para buscar el edil (puedes ponerlo en
femenino) que sustituya a Sandra, futura alcaldesa, en el cargo de concejal de
Hacienda. La solución es bien sencilla. O bien no delega esa competencia y la
sigue asumiendo como hasta ahora, o la suprime, pues bien poco hay que
gestionar cuando harto sabido es que la caja de caudales (no te rías) de El
Penitente lleva años con demasiadas telarañas.
Para el final
la eterna canción: 8,3 millones de turistas en 9 meses. Este año batiremos
todos los récords. Lo más maravilloso es que hemos sido capaces de atenderlos
con el mismo personal del año pasado. Y del anterior. Todo lo contrario de lo
que acontece en las instituciones públicas (ayuntamientos, cabildos,
consejerías…), en las que hay que colocar más y más gente porque el trabajo los
abruma. Qué demagogo soy.
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