Cuánto me
alegra que desde TODOS los ángulos del amplio espectro político se ‘metan’ con
el PSOE. Quedó atrás la oscura etapa Rubalcaba y como ya resulta algo lejano el
‘blanco’ de Zapatero había que buscar de manera urgente otra diana. TODOS
arremeten contra Pedro Sánchez. Si no habla, por eso mismo. Si lo hace, por eso
mismo. Si presenta sus cuentas ante la opinión pública, por eso mismo. Si se
reúne con la gente, por eso mismo. Si toma un cortado con un guardia civil, por
eso mismo. Si reposta en una gasolinera de Repsol porque le trincó de paso, por
eso mismo. Si cesa a los que se mangaron las perras con la tarjeta oscura, por
eso mismo…
¿Y quiénes se
llevan la palma a la hora de vociferar e inundar las redes sociales? Los que
dicen ser más de izquierdas que los cañotos de nacimiento. ¿Por qué? Temen a
ojos vistas que las tornas vuelvan a otros cauces. Ladran, Sancho, señal que
cabalgamos.
¿Qué pasa?
Tranquilos. Dominen esos nervios. Porque la inmensa mayoría de los que comentan
no pueden presumir, como yo mismo, sin ir más lejos, de objetividad,
neutralidad, imparcialidad, moderación, ecuanimidad. No me debo a dictados,
normas ni instrucciones. Y lo noto. Mejor, Pepillo y Juanillo saben mucho del
particular. Este comentario de hoy será bien ponderado por los socialistas por
razones obvias. Ayer, cuando los ponía a caldo de gallina por sus incoherencias
en Canarias acerca de la ‘tele paulina’, estuvieron varias horas con la
cancioncilla de qué le pasa al bobo este.
El próximo
domingo es el 19-O. Día en el que el PSOE elegirá candidatos en un devenir que
bien podría ser el germen de unas primarias al estilo de otros países con gran
solera en este aspecto. Y que, poco a poco, irá calando esta praxis en la
sociedad hasta el punto de hacer cambiar los procederes del resto de
formaciones políticas. Tan dadas, algunas, a utilizar la ‘’dedocracia’ sin el
más mínimo rubor.
En lo que se
refiere al que aspirará a la presidencia del gobierno en las islas y a tenor de
los que abonaron los dos euros para formar parte del censo, nos hallamos ante
una curiosa perspectiva. Serán estos últimos, y no los afiliados, los que
inclinen el fiel de la balanza hacia uno de los tres que pasaron el corte de
los avales. Lo que viene a demostrar que el PSOE sigue contando con una militancia
bastante exigua. Y cabría preguntarse: ¿Quién consiguió movilizar más
simpatizantes, amigos, conocidos o parientes? El mismo domingo por la noche se
sabrá.
Como ya dejé
escrito días atrás, Jesús no apoquinó la moneda. Prefirió guardarla en la
botella de Fonteide, la de medio litro. Para los extras en los viajes del
Imserso. Hay andares que me están gustando. Máxime cuando mucho analista
sostiene que no se fía del PSOE. Toma, ni yo de tanto sesudo comentarista,
tertuliano y/o escribidor barato.
Dado que viví
la etapa antigua desde dentro y ahora observo la nueva desde fuera, me
encantaría que el amigo Salvador García tuviera razón en sus planteamientos de
menos flagelo, más compromiso y menos reacciones extemporáneas de los que
pierden los procesos denominados de democracia interna. Como este en el que nos
hallamos inmersos. Tampoco creo en los manidos recursos de integración. Aquí no
vale el todos para dentro si pretendemos ser serios y coherentes en los
proyectos.
Imagínate una
agrupación local en la que se hayan presentado dos personas. Durante la
campaña, cada una esbozó las directrices por las que habría de regirse la
institución a la que aspira gobernar. Cada cual esgrimió las actividades con
las que cumplir los objetivos trazados. Y siempre, en noble lid, intentando
diferenciarse de su legítimo contrincante. Una vez finalizado el curso y
llevados a cabo los exámenes, no procede un reparto de las calificaciones. Unos
promocionan y otros repiten, pero no vale lo del aprobado general. Por ello no
comparto que al que no obtuvo la confianza se le premie, normalmente, con un
puesto que ni siquiera puede considerarse de consolación. No, la aludida
integración implica un lugar de privilegio. Con lo que cabría discutir la
conveniencia de haber perdido el tiempo para este desenlace. Seamos serios y dejémonos
de niñerías. Y el que no haya madurado aún que permanezca en la higuera.
Ahora bien,
el temor –¿fundado?– vendrá del encaje deportivo, de si aprendemos de la
derrota (también de la victoria, por qué no) con aceptación plena de las reglas
que alegamos acatar con carácter previo. Hagan bueno lo de agrupémonos todos. O
en canario: tiren todos pa´l mismo lado. Y demuestren que también hay vida
después de o al margen de la política.
El pasado
miércoles escribí en Facebook: “En todos los años de docencia jamás me dirigí a
los alumnos o impartí una clase sentado en la mesa”. La mayoría de los que
pincharon en Me gusta son exalumnos. Y que ahora, todos mayores de edad, son
mis amigos. Insisto, ahora. Pero en aquel entonces no eran mis colegas. Y en la
actualidad somos muy viejos para serlo. Cada cosa en su momento. En mis últimos
años del IES fueron varias las ocasiones en las que vi salir docentes llorando
de un aula al no ser capaces de controlar determinadas situaciones. Coincidían
con aquellos que comenzaron dando un dedo y acabaron charlando en animada
conversa (léase escandalera) alrededor y encima del supuesto espacio destinado
al que debía regir el caos circulatorio. Coincido con otro maestro en que lo
importante no es el dónde sino el cómo. Con los matices de excepción
pertinentes. Lo traduzco: ejemplaridad, modelo, espejo. También en la cosa
pública. Con el agravante de que se pueda desgorrifar la mesa por el peso de
las brillantes ideas.
Voy a contar
una anécdota con la que el maestro Ángel también sonreirá porque él la sufrió
igualmente en sus carnes. Imagínate que estás dando tu clase sin mayores
sobresaltos pero los del aula contigua no te dejan continuar porque la bulla se
oye a varios kilómetros de distancia. Te armas de valor y prosigues. Pero llega
un momento que ya no aguantas más, abres la puerta que comunica ambos espacios
y entras ‘enfoguetado’ a los acordes del rayos y centellas, avanzas varios
metros y te encaminas hacia la mesa del profe mientras el silencio se apodera
de los que se dieron cuenta de la invasión en territorio enemigo y… ¡la madre
del cordero! Porque cuando la marabunta vuelve presurosa a depositar el culo
donde debía tenerlo, te percatas de que en la silla del docente hay alguien.
Espero y
deseo que todo salga bien este inminente 19-O. Sea cual sea el desenlace, al
minuto siguiente, cada uno en el puesto que la consulta le haya deparado, a
remar al compás y al unísono. Así y solo así, con nobleza y altura de miras, el
PSOE volverá a ser el PSOE. Los ciudadanos nos conformamos con que sean capaces
de hacer más y decir menos, de poner en práctica todo lo que se sostiene en
bellas intervenciones, de enseñar con el ejemplo, de predicar y dar grano.
Hasta el
lunes, salvo que cualquier eventualidad requiera mi presencia.
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