En relación
con el artículo publicado el pasado lunes, debo manifestar que tengo mis serias
dudas sobre la legalidad de la grabación de las conversaciones telefónicas por
la que el juez Pamparacuatro imputa hasta cuatro posibles delitos a Fernando
Clavijo, alcalde lagunero y candidato de CC a la presidencia del Gobierno de
Canarias. Porque el tótum revolútum al que hemos tenido acceso, da la impresión
de que se pincha un teléfono a ver si salta la liebre. Y tengo entendido, eso
dicen los juristas, que asuntos tan delicados no funcionan de tal guisa. Mas
doctores tiene la iglesia. Aunque lo escribo ante la avalancha de sumarios
tumbados por alegrías procesales.
Pero no van
hoy por ahí los tiros. Digo yo que si “Adán y Eva” triunfa en la Cuatro con más de dos millones
de espectadores por episodio –lo que arrastra aún un posado de frente (mujeres)
u otro de espalda (hombres), normalmente, bien ligeritos ambos de molestos
ropajes– podríamos desnudar a nuestro políticos y así, en pelota picada, quizás
descubriríamos sus interioridades y seríamos capaces de intuir por dónde pueden
atacarnos. En impuestos, por ejemplo.
Viene lo
anterior a colación de cómo se va desnudando el discurso teórico de los
salvadores de la patria. De igual manera que IU se puso muy nerviosa ante la
irrupción de los supuestos desencantados –todavía no lo tengo muy claro– parece
que los nuevos andares de Pedro Sánchez están desmontando ciertas torres.
Cuando se pretende ser cambio, o recambio, no basta con manifestar aquello que a
la gente gusta oír. Porque la segunda parte del dicho al hecho, aparte del buen
trecho, puede provocar mayores desilusiones aún.
En la azotea
de mi casa permanece sujeta la parabólica que me colocaron cuando me di de alta
en Canal+. Al darme de baja –han pasado unos años– la empresa, tras la
devolución del decodificador, quedó en venir a retirarla. Ahí se vislumbra,
aguantando temporales. Los vecinos creerán que sigo siendo un potentado, al
decir del ínclito Monago, al observar tales ostentaciones.
Con los advenedizos
viene a ocurrir tres cuartos de lo mismo. Máxime si se cuenta con cierta
predisposición para la palabrería fácil. El tiempo, no obstante, va colocando
cada cosa en su lugar. Tras la entrada en el redil de los partidos al uso
(aclamaciones incluidas) y adoptado idéntico organigrama, contemplamos que la
dirección no solo va de intelectual, sino que proliferan las denominadas
ciencias políticas. Por lo que, y dejen pasar un fisco apenas, vanas esperanzas
restan a ese conjunto iluso que si cree que con asomarse a las redes sociales
va a ver resueltas sus preocupaciones, que pierda la esperanza, si no la fe y
la caridad. Bastantes sesgos no me están oliendo muy bien.
Los medios de
comunicación privados atacan la libertad de expresión. Sí, así mismito. Parece
que pasado el periodo del encumbramiento (en los susodichos), ahora toca la
defensa de la nacionalización. Incluso de la lengua. Chiquito panorama se nos
avecina. Porque hasta la transición se halla en entredicho. Ese periodo de la
historia que, con todos los defectos que quieran achacársele, ha hecho posible
que este humilde servidor de ustedes pueda estar escribiendo estos renglones. O
que otros proclamen que tendremos sueldo y casa asegurados aunque no demos un
palo al agua. ¿Dónde hay que apuntarse?
Cuán fácil es
decir. Lo malo es que la marcha atrás ha comenzado a funcionar cuando ni
siquiera se ha pasado a la fase del hacer. Se derrumban, esa impresión da, los
mitos. Se esfuman los cantos de sirena. Y en un ejercicio de “congruencia” (la
que dicen practicar en grado superlativo), admiten a tanto escindido (basta con
echar una visual a círculos y resto de figuras geométricas) que dudo muy mucho
de la limpieza, transparencia, brillantez, fregados y lavados. El cúmulo de
despropósitos va a ser de tal calibre que las chispas producirán incendios
mucho más graves que los que han afectado a nuestro pino canario.
Y una última
guinda. La culpa de los desmentidos y retrocesos es de los periodistas. Sobre
todo de aquellos que no tienen papas en la boca y preguntan lo que hay que
preguntar. E insisten cuando el entrevistado se va por las ramas con respuestas
de etiqueta. Qué complicado es dar grano. Y ya que estoy en ello, sigan
sembrando vientos. Lo mismo cuando este post haya visto la luz (si no se fue
antes, como en Tigaiga), las tempestades habrán hecho acto de presencia.
Algunos se desnudan solos.
Hasta mañana.
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