martes, 11 de noviembre de 2014

Unos días de descanso

Me tomé unos días de descanso. Desconectado total. Y me fui de viaje. No muy lejos. El coche fue conmigo. Me ha acompañado por todas las islas. Salvo Lanzarote. Pero todo se andará. O se circulará. Te iré dando norte de las andanzas con las fotografías de rigor.
Juro, prometo y declaro solemnemente que no hubo subvención alguna. Tampoco fue uno de los del Imserso, o Mundo Senior. Me lo pagué de mi bolsillo, que se dice. No alcanzo la friolera de los que Monago efectuó para (in)determinadas reuniones de trabajo (qué cabeza más activa la de ese hombre para encuentros tan placenteros), pues mis relaciones (nada sentimentales) con el Senado se reducen a un par de comentarios críticos acerca de lo que yo entendía como inutilidad de dicha Cámara.
Estamos viviendo unos momentos muy interesantes. O sorprendentes. Ya Zerolo lo anunciaba hace unos días: “En el Senado puedes hacer lo que te sale de la chivichanga”. Bueno, él lo dijo con otras letras pero yo no tengo licencia para ello. Tales osadías están reservadas para sus señorías. Me imagino que el imputado, juzgado, condenado y aún agarrado exalcalde sabía que había más compañeros que ya realizaban a la perfección esos ejercicios con partes bajas de sus anatomías. Que les salían gratis. Al final, ya se sabe, de aquellos polvos…
Me han dicho que la pasada semana llovió con fundamento en este Norte. Pero me temo que hace falta todavía mucha más agua para lavar toda la mugre que se ha ido adhiriendo a la noble práctica política. A la que acceden hasta los antisistema. Que al formar parte del establishment pasarán a ser casta. Como yo. Qué tendrá la susodicha que a todos cambia.
Aquel amigo que te indiqué tiempo ha, acérrimo aficionado merengue, se lamentaba amargamente por no haber podido votar este pasado domingo en Cataluña. Hubiera, me señaló, metido unos mil quinientos sí a la independencia en aquellas elegantes urnas de cartón (qué manera más cutre de demostrar ahorro cuando tuvieron propaganda televisiva hasta las tantas del lunes) para condenar al Barça a jugar con el Sabadell y el Hospitalet. No, con el Español, como su propio nombre indica, imposible.
Tendré que darme un salto a La Gomera. Allí la política es parte consustancial del sistema bicatenario genético. Y ahora mismo el panorama se presenta tres cuartos de entretenido. Lo mismo me compro un chozo en cualquier rincón de la isla, me empadrono y me convierto en comentarista. Seguro que trabajo voy a tener. Y si muero en el intento, entierro pagado por el Cabildo.
Mañana, ya retomada la normalidad, escribiremos de cosas con fundamento. Hoy (por ayer) he estado muy ocupado. Que si las fotos, que si ordenar lo que se quedó atrabancado, que si tal y que si cual. En fin, te dejo con una décima que fue lo único que escribí durante diez u once días. Aparte de leer, claro. Y ver un fisquito la tele. Y hacer kilómetros.
¿Que dónde estuve? Tú alóngate de vez en cuando, aquí, en Facebook o en Twitter,  y te percatarás de que es bueno tener amigos en todas partes. Aunque sean de cuatro patas. Que suelen ser más fieles (y no pensaba ahora en los seguidores de la tal Henao), por cierto.
Va la décima:
Me perdí una temporada
allá por Tiscamanita,
donde la natura invita
a una vida relajada.
Transcurrió cada jornada
entre retrato y paseo,
y de todo el pendoneo
por tierras de La Ampuyenta,
tú tendrás debida cuenta
según mi expreso deseo.
Hasta la próxima.

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