Me tomé unos
días de descanso. Desconectado total. Y me fui de viaje. No muy lejos. El coche
fue conmigo. Me ha acompañado por todas las islas. Salvo Lanzarote. Pero todo
se andará. O se circulará. Te iré dando norte de las andanzas con las
fotografías de rigor.
Juro, prometo
y declaro solemnemente que no hubo subvención alguna. Tampoco fue uno de los
del Imserso, o Mundo Senior. Me lo pagué de mi bolsillo, que se dice. No
alcanzo la friolera de los que Monago efectuó para (in)determinadas reuniones
de trabajo (qué cabeza más activa la de ese hombre para encuentros tan
placenteros), pues mis relaciones (nada sentimentales) con el Senado se reducen
a un par de comentarios críticos acerca de lo que yo entendía como inutilidad
de dicha Cámara.
Estamos
viviendo unos momentos muy interesantes. O sorprendentes. Ya Zerolo lo
anunciaba hace unos días: “En el Senado puedes hacer lo que te sale de la
chivichanga”. Bueno, él lo dijo con otras letras pero yo no tengo licencia para
ello. Tales osadías están reservadas para sus señorías. Me imagino que el
imputado, juzgado, condenado y aún agarrado exalcalde sabía que había más
compañeros que ya realizaban a la perfección esos ejercicios con partes bajas
de sus anatomías. Que les salían gratis. Al final, ya se sabe, de aquellos
polvos…
Me han dicho
que la pasada semana llovió con fundamento en este Norte. Pero me temo que hace
falta todavía mucha más agua para lavar toda la mugre que se ha ido adhiriendo
a la noble práctica política. A la que acceden hasta los antisistema. Que al
formar parte del establishment
pasarán a ser casta. Como yo. Qué tendrá la susodicha que a todos cambia.
Aquel amigo
que te indiqué tiempo ha, acérrimo aficionado merengue, se lamentaba
amargamente por no haber podido votar este pasado domingo en Cataluña. Hubiera,
me señaló, metido unos mil quinientos sí a la independencia en aquellas
elegantes urnas de cartón (qué manera más cutre de demostrar ahorro cuando
tuvieron propaganda televisiva hasta las tantas del lunes) para condenar al
Barça a jugar con el Sabadell y el Hospitalet. No, con el Español, como su
propio nombre indica, imposible.
Tendré que
darme un salto a La Gomera. Allí
la política es parte consustancial del sistema bicatenario genético. Y ahora
mismo el panorama se presenta tres cuartos de entretenido. Lo mismo me compro
un chozo en cualquier rincón de la isla, me empadrono y me convierto en
comentarista. Seguro que trabajo voy a tener. Y si muero en el intento,
entierro pagado por el Cabildo.
Mañana, ya
retomada la normalidad, escribiremos de cosas con fundamento. Hoy (por ayer) he
estado muy ocupado. Que si las fotos, que si ordenar lo que se quedó
atrabancado, que si tal y que si cual. En fin, te dejo con una décima que fue
lo único que escribí durante diez u once días. Aparte de leer, claro. Y ver un
fisquito la tele. Y hacer kilómetros.
¿Que dónde
estuve? Tú alóngate de vez en cuando, aquí, en Facebook o en Twitter, y te percatarás de que es bueno tener amigos
en todas partes. Aunque sean de cuatro patas. Que suelen ser más fieles (y no
pensaba ahora en los seguidores de la tal Henao), por cierto.
Va la décima:
Me perdí una
temporada
allá por Tiscamanita,
donde la natura
invita
a una vida relajada.
Transcurrió cada
jornada
entre retrato y
paseo,
y de todo el pendoneo
por tierras de La Ampuyenta,
tú tendrás debida
cuenta
según
mi expreso deseo.
Hasta la
próxima.
No hay comentarios:
Publicar un comentario