Se aproxima la Navidad y me apetece
rescatar unas coplillas, escritas en diferentes épocas, y que ven este periodo
de PAZ y AMOR (generalmente más falso que una moneda de cinco euros) de otra
manera, más distendida, más amena. Puede que alguna de las estrofas te haga
esbozar una sonrisa. Con ello quedaré debidamente recompensado.
Las primeras
se incluyen en el Villancico Navidad viajera, grabado por Higa, y que efectúa
un recorrido por todas las islas. Este pasaje, obviamente, se corresponde con
la isla de El Hierro.
En El Lajial un
camello
sufrió muy grave
accidente,
¡ay, señor!, pa´qué
fue aquello,
todo llenito de
gente.
Del partigazo,
Melchor
se raspó toda la
panza,
se oyó el grito de
dolor
en Roque de la Bonanza.
A El Golfo no
llegaremos,
dijo Baltasar,
cabreado,
si no nos espabilamos
el Niño se habrá
marchado.
Sigan ustedes
peleando
que yo me voy por la
orilla:
Gaspar se fue
caminando
derechito para
Orchilla.
Viendo el camino de
baches:
yo creo que aquí no
es,
no vislumbro los
bimbaches
ni su árbol Garoé.
Este segundo, que titulé Viaje accidentado, nos narra,
asimismo, el periplo de los Reyes Magos, pero con unos cuantos incidentes en el
trayecto
Los Reyes Magos
salieron
del Oriente bien
lejano,
por un atajo cogieron
para llegar más
temprano.
En una penca torcida
un camello se pinchó,
Melchor se bajó
enseguida
y una bronca al pobre
echó.
Baltasar que lo
miraba,
aquel rollo no
entendía,
la cabeza se rascaba
y su paje sonreía.
Superado ese mal
trance,
prosiguieron el
camino,
pero de nuevo un
percance
por poco cambia el
destino.
El mapa perdió Gaspar
y del susto se
enfermó,
para poderse curar
un brebaje se bebió.
En la tienda de
campaña
los mosquitos se
colaron,
y con mucha rabia y
saña
la barriga le
picaron.
Baltasar que nada
siente,
en una esquina
roncaba,
Melchor, al día
siguiente,
del pobre se
vacilaba.
Con sufrimientos y
penas
por las nieves
avanzaron,
los camellos con
cadenas
en Belén se
presentaron.
A la mula en el
pesebre
se le engrifa hasta
la piel,
por creer que tiene
fiebre
se manda toda la
miel.
Un pastor llamado
Mario,
que de animales
sabía,
acudió al veterinario
por encargo de María.
Melchor va hacia la
cunita
con su guitarra a
tocar,
Gaspar cantó la
polkita
y una isa Baltasar.
Los Reyes se han
retirado
y el Niño vuelve a
dormir,
como el final ha
llegado
nos vamos a despedir.
Y el último, que en su día dediqué –ahora también, faltaría
más– a Rosi Toste, en aquel entonces (2004) en Viajes Tabona y miembro de esa
gran familia de fogueteros de este pueblo. Lleva por título: Bentor y los Reyes
Magos.
Los Reyes Magos
vinieron
este año por El
Lance,
y con la niebla no
vieron
al que sufrió grave
trance.
Descansaban los
camellos
y los Reyes
dormitaban;
de repente unos
destellos
todo el Valle
iluminaban.
Eran los Toste
probando
grandes fuegos de
artificio;
hacia el cielo van
trepando,
más altos que un
edificio.
Ya Melchor se
despertó
con aquella luz
intensa,
y de pronto columbró
una mole muy inmensa.
Que en una extraña
postura
parecía amenazar;
el Mago pidió
cordura:
¡No te vayas a lanzar!
Bentor mira
sorprendido
aquellos tres
personajes;
suelta tremendo
chillido,
que asusta a los
buenos pajes.
Se dispone
nuevamente,
por él creerse
invadido,
a defender a su
gente:
¡Antes muerto que
rendido!
Detén tu acción al
momento,
dice tranquilo Gaspar;
y le arroja cierto
ungüento,
que lo hace cavilar.
El guanche baja
despacio
del enorme pedestal,
pero se muestra
reacio
porque se encuentra
fatal.
La cabeza le da
vueltas
y le acongoja el
pasado;
Baltasar que se da
cuenta,
va y se arrima a su
costado.
Le propone a aquel
valiente
que olvide momentos
malos,
y que si acaso
consiente
aceptar unos regalos.
Nada entiende el
pobrecito,
pero pronto va
aprendiendo,
y en muy escaso
ratito
poco a poco va
pidiendo.
Para no pasar más
frío:
¡Una chamarra de cuero!
No quiero ser menos,
tío,
que cualquier
icolaltero.
Y como cansado estoy
de mandarme
zurriagazos,
pa´ La Corona me voy
que quiero darme un
gustazo.
Bajaré en un
parapente,
que la edad ya no
perdona,
y agarraré cualquier
puente
para viajar con Tabona.
Estoy harto, Magos
míos,
siempre soy yo el
retratado,
si ven mi sitio
vacío:
de garbeo... ¡y
encantado!
Lo dicho: FELIZ NAVIDAD.
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