O entre
líneas, si lo prefieren. Porque la lectura de las múltiples informaciones que
nos abruman diariamente, brinda posibilidades ‘jugosas’.
El presidente
del Parlamento de Canarias, Antonio Castro, ha presidido este miércoles el acto
conmemorativo del Día Internacional de las Personas con Discapacidad. Y me
pregunto si no sería conveniente que ningún político se preste a estos
ejercicios. No dudo de las buenas intenciones del personal, pero este doble retozo
entraña peligros más que evidentes. Aquel que pretenda sacarle chispa a las
situaciones que la vida nos brinda, es mi caso, podría colegir si el honor
concedido al palmero inmortal no intenta señalarle, precisamente, que ya está
bien de incrementar bagajes. Ayer lo señalábamos: cuando no valgas para hacer
la o por un canuto, agárrate a esa tabla de salvación que es el asidero
político. Y como Clavijo no supere el trance de la imputación, nada te extrañe
que el señor Cordobez se crea ‘capaz’ de sustituir a Paulino.
Inés Rojas,
consejera de Cultura, amén de Políticas Sociales y Vivienda (cuánta capacidad),
conejera ella y maestra desertora (Rivero es su guía espiritual), confundió al
presidente actual del Museo Canario con el fundador de la institución, a saber,
el Doctor D. Gregorio Chil y Naranjo, fallecido en Las Palmas (había nacido en
Telde antes de que la ciudad se convirtiera en el circo de ahora mismo) allá
por 1901. Ya que la política asegura haber conversado con quien falleció hace
más de un siglo, uno piensa si la actividad (no te rías) continuada en cuanto
cargo se le ponga por delante no provoca trastornos neuronales graves. Ya
dispone la Isla
de los Volcanes de un precedente notorio y significativo en aquel portento de
consejera de Turismo, doña Rita Martín, experta en ubicar las Salinas del Janubio
en la casona de la familia Sall.
El Gobierno
popular quiere limitar a seis meses las instrucciones judiciales. Así, a bote
pronto, parece una idea estupenda. Sobre todo para que las causas en las que se
hallen involucrados los cargos públicos no se eternicen y se dé la sensación de
que la impunidad es moneda corriente. Pero si meditas un fisco, ya te puedes suponer
las quejas de los jueces ante la escasez de medios a la que se enfrentan en su
día a día. Ello provocará, indefectiblemente, la incoación de sumarios cuya
tramitación adolecerá de múltiples defectos y provocará su anulación. Y, a lo
peor (qué mal pensado soy), es lo que se procura con esta aparente reforma.
Otra de las tantas a las que nos tiene acostumbrados la tropa de Moncloa,
sorayos o no.
Los vecinos
de la Cueva del
Polvo (Guía de Isora) dispondrán de una pasarela. El Cabildo la ubicará porque
la candidata de CC a la alcaldía de aquel municipio sureño se merece que le
echen una mano para derrocar al malvado de Pedro Martín. Aurelio en esos
momentos se hallaba ausente. Como de esos amaños ya vamos sobrados, a un
servidor siempre que pasa por aquel lugar le ha llamado la atención tan
sugerente nomenclatura. Ignoro si se debe a que la ventolera levantaba mucho
ídem por los contornos o que en realidad existe una cueva en la que… ya ustedes
me entienden. De ser esta segunda posibilidad la correcta, perfecto me parece
que se acometa la colocación. Con el consejo de que la aseguren bien, no sea
que se acreciente notablemente el número de visitantes por razones que no
vienen al caso.
Y acabo en el
centro penitenciario de Gran Canaria. Instalación que no conozco (la de aquí sí
la visité una vez), pero en la que se ha armado un guirigay de no te menees a
cuenta de los sujetadores de las abogadas. Los funcionarios encargados de
controlar la entrada dicen tener instrucciones para que las susodichas se
desprendan de la precitada prenda por motivos de seguridad. Algunas, por lo
visto, han hecho saltar el pitido de rigor en el arco detector de metales. Ya
puestos –cómo vuela la imaginación– en la tesitura, la lista de aspirantes al
cacheo habrá superado, y con creces, la de cualquier otra labor carcelaria.
En este país…
Hasta mañana.
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