martes, 2 de diciembre de 2014

Los viajes del Imserso

O la trastienda de Mundo Senior, que también valdría de titular. Aunque ya he escrito algo del particular en anteriores ocasiones en este mismo blog, creo que merece la pena dedicar de nuevo unos párrafos al tema que nos concita.
Llegué ayer tarde del primer viaje de la presente temporada. Había dejado programadas las entradas (con fotografías majoreras) que tú, estimado seguidor, has tenido la oportunidad de echar una visual. Y que una aplicación denominada Twitterfeed se encarga de enlazar a las dos redes sociales en las que estoy dado de alta: Twitter y Facebook. Anoche, cansado y con sueño, leí que algunos me comunican que no ven las presentaciones que el programa Picasa me consiente. Siento transmitirles que mis escasos conocimientos no me permiten mayores avances, pero yo cuando intento hacer lo mismo en el móvil de mi mujer tampoco veo nada porque dice el aparatejo que falta no sé qué complemento. Así que vayan al método tradicional (ordenador) y asunto zanjado. ¡Ah!, el paisaje que ilustra este comentario da fe de mi estancia en tierras malagueñas (o malacitanas). Tras las intensas lluvias, el río Turón, a su paso por el bello pueblo de Ardales, se mostraba así de generoso.
Debo manifestar, a modo de preámbulo, que cuando se abrió el plazo de solicitud de viajes, y dado que los tres hermanos jubilados estamos acreditados para los denominados ‘costas e islas’, elegimos uno conjuntamente a Menorca. Para más adelante, que se dice. Transcurridos dos días, el proceso continúa con el reparto de todas las plazas sin cubrir entre todos aquellos que libremente lo demanden. Yo soy uno de los que me subí al carro y me puse en lista de espera para otros dos: uno cultural y este otro que acabo de realizar. Tuve la suerte, pues, de que en ambos casos se confirmaran.
Me he puesto de (mal) ejemplo para el posterior planteamiento. Porque las tres presencias de un servidor en esta temporada 2014-2015, aunque pueda parecerte raro, se quedan cortas ante los que yo denomino asiduos viajeros. Con los que te tropiezas (y aquel que hay realizado siquiera uno sabe de qué hablamos o escribimos) con una frecuencia inusitada. Ni que decirte hace falta del nivel de entrenamiento que poseen los susodichos.
A Mundo Senior, como organización, solo le interesa, obviamente, cobrar por los servicios prestados. Que suelen ser de calidad, todo sea dicho de paso (no sea que le peligre el trabajo de algún familiar). Y si alguno puede permitirse lo dispendios, allá él con sus gastos. Si tú vieras la familiaridad de los veteranos en los establecimientos hoteleros…
Un viaje como este que acabo de hacer a Torremolinos (transporte y alojamiento –siete noches– a pensión completa) cuesta algo más de doscientos euros. Luego, en el destino (en la reunión) te venden excursiones (puedes hacerlas o no) cuyo valor ascendía a sesenta y pico euros (día completo). Si te apuntas a cinco, mero ejemplo, ve calculando. Como los cónyuges también son noveleros (el dichoso contagio, o el todo se pega), sigue haciendo cuentas. Añade el detalle para los nietos, el décimo (ponlo más bien en plural) de la lotería, el cupón de la ONCE que de manera machacona te brindan en la puerta del hotel, el producto típico, la copa con los amigos…
En fin, podría extenderme, pero tú has seguido la dinámica que pretendo bosquejar. Por lo que se podrás colegir que junto a los sobrados, asimismo económicamente, que les es factible ciertos lujos, se hallan los que perciben pensiones de miseria, con las que no les es posible ni hacer el de prueba, a ver cómo es. Está, igualmente, los del término medio, aquellos que hacen uno al año (temporada) porque aun reconociendo que no es caro el aporte inicial (transporte y alojamiento a los que antes aludíamos), los añadidos o complementos ascienden fácilmente y el montante final sobrepasa con creces los mil euros (por pareja).
Si yo tuviera responsabilidades de gobierno cambiaría el sistema. Hay que redistribuir los importes para que muchos puedan disfrutar, al menos en una ocasión, del programa. Porque se vienen produciendo agravios comparativos de muy difícil reparación. Y los gobernantes deben ser sensibles para que estos hechos no se produzcan. Lanzada queda la idea pues todos los partidos se hallan inmersos en la elaboración de propuestas para las próximas elecciones.
A todos los que van a más de tres, porque sus haberes (muchos al margen de sus pensiones; ustedes ignoran lo que uno oye o se entera) acuden bien prestos a sus bancos cada final de mes, les suprimiría uno para regalárselo a los condenados a quedarse en casa sin tener, insisto, la posibilidad de conocer algo más allá de sus narices.
El variopinto mundo del jubilado nos brinda rica casuística en el que se palpa que el nivel cultural ha sufrido notable incremento en los últimos años. Ello me alegra. En los comedores de los hoteles, en la sala de espera de los aeropuertos y en otros lugares de pública concurrencia, verdaderos termómetros, se nos muestra una escuela de la vida, un retrato social de valor incalculable. En esas conglomeraciones me encanta observar y meditar. Intento siempre aprender y sacar conclusiones. No me gustan las actitudes del sabihondo. Que a lo peor es un pobre diablo que intenta reproducir esquemas que le estuvieron vedados y ahora cree superados con burdas imitaciones. Pudo, quizás, sentirse superior al escuchar cómo cierto cabeza de familia (los de la antigua usanza, o echadura) reprocha a la pobre vecina que había extraviado el DNI justo antes de embarcarse y creyendo haberlo olvidado en un paso previo, con un sugerente: “Cuando facturemos no entreguemos los carneses”. Así que búscalo en el bolso y no vuelvas atrás, pensé yo. Son los polos, sin duda.
Perdón por estas notas a vuelapluma. Mañana, con más tranquilidad, elaboraremos un guion mejor enjaretado. Hasta entonces.

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