José Joaquín
Bethencourt es consejero del Cabildo de Tenerife. Antes lo fue Agricultura.
Ahora lo es de Aguas. Es el típico ejemplo, amén de Antonio Castro, de que un
político es capaz de mantenerse en el chiringuito per sécula seculórum. En el
puesto que sea. El que vale, vale; y el que no, para maestro de escuela.
Este hombre
estuvo en el ojo del huracán, o candelero (que no candelabro), cuando se
descubrió que el vino del país (que pomposa denominación) se había adulterado.
Bueno, mezclado con otros procedentes de Castilla-La Mancha. Sí, aquellas
tierras que recorriera don Quijote y que ahora regenta una presidenta que vive
en Madrid.
Cuando todos
se lanzaron a la yugular del responsable, su jefe, el señor Alonso, en vez de
mandarlo para casa a echarse un vaso de ídem, lo cambió de lugar y parece que
es en la actualidad el encargado de llenar las balsas. Incluyendo la de Tierras
de Mesa, en las medianías de San Juan de la Rambla. Ahí los tienen en la
foto dirigiéndose a comprobar que los tomaderos se hallan en inmejorables
condiciones. El señor alcalde es toda una autoridad, asimismo, en situaciones
milagrosas. Y de aguas y vinos sabe la tira.
Y nuestro
hombre, adivino donde los haya, ha sentenciado que las balsas estarán en verano
listas para cumplir su misión. No solo en perfecto estado de revista, sino con
el líquido elemento dispuesto para inundar campos y simientes. Y si las lluvias
en invierno y primavera no nos visitan de acuerdo con los cálculos previstos
(como las habidas en este otoño), pues recurrimos a una operación inversa a la
acontecida en las célebres Bodas de Caná. Sabido es que siempre nos quejamos
por la cantidad de vino sobrante. Llenamos las tinajas pertinentes, hacemos
cálculos y las repartimos en todos los depósitos insulares. En proporción
directa a la capacidad de las mismas. Acudirán a la ceremonia, que bien podría
llevarse a cabo en la balsa ramblera aludida, las autoridades (Paulino también)
y tras los discursos de rigor el fruto de la vendimia se convertirá, con el
auxilio de los polvitos de la Madre
Celestina, en una combinación perfecta de hidrógeno y
oxígeno. Todo ello aderezado con unos buenos cachos de carne. O una paella
solicitada ex profeso.
Vuelve
Elfidio en Navidad con su disco bajo el brazo. Y como no es cuestión de romperse
la cabeza (bastantes quebraderos ha tenido con la fama añadida que le ha proporcionado
la publicación de un libro; con tanta presentación ha surgido un fenómeno
parecido a las mentiras de Goebbels), recopilación al canto, contacto con la
editora de cierto periódico y éxito asegurado. No será la Cantata del Mencey Loco,
pero sí la continuación al reciente paripé del Himno a la Décima del Real Madrid.
Fíjate en el vídeo del diario Marca y comprobarás que Florentino nada más
acabar la interpretación, se quita la manta y la abandona en el escenario como
si le estuviera picando, a pesar de que Quintero le indica que se la puede
llevar para casa.
Oye, que
amigos sabandeños tengo. Y que aún no renunciando a su inmensa alegría por
serlo, son capaces (eso sí, muy en su fuero interno) de irse percatando de las
artimañas muy interesadas del propietario de la patente. Oh, alguno me insinuó
si en cualquier actuación de aquí a mayo no le aparecerá en el atril la
partitura de un cántico de alabanza a las excelencias del gobierno de Rajoy.
Eso es folclore, ¿o no?
Y ya que me
inmiscuí en los resbaladizos terrenos de portales y arbolitos, contarte que en
la presentación del Grupo Midena (antiguo Familia, del barrio realejero de San
Benito), que tuvo lugar en la
Casa de La Parra
(o como quiera denominarla Esteban Domínguez), pude echarle una visual al
programa de los actos que el ayuntamiento de la muy ilustre Villa de Viera (¿me
harán caso un día de estos y lo harán así saber en la rotonda de entrada al
pueblo por El Castillo?) pondrá en escena en estos días de regalos, besos del
bien quedar y falsos arrumacos.
Nada que
objetar. La tradición de muchos años y la impronta de un personal implicado (al
margen de gobernantes de turno) constituyen la suficiente garantía de éxito. A
destacar, la campaña de Apadrina (Amadrina) una ilusión, que, a través del área
de Bienestar Social, pretende echar una mano a las familias cuya situación
económica pasa por momentos de apuro, cuando no de precariedad. Como escuché
hace unos días a un responsable de la
Casa de Galicia, que en estas fechas realiza una recogida de
alimentos, aludir a una implicación menor que en años anteriores, pienso si la
dispersión y, por qué no, el afán de protagonismo en la autoría de las
iniciativas, no estará causando un efecto negativo. Y si no procedería que algún
organismo se erigiera en el aglutinador de todas estas acciones. Lo mismo la
unión de esfuerzos incrementa el resultado. Que es, en definitiva, la finalidad
requerida. Y qué bonito sería, por ejemplo, que los cargos públicos, en vez de
tantas declaraciones, aportaran el importe de la extra de diciembre. Ese sí que
sería todo un detalle.
Faltan unos
días para Reyes y me temo que deberé esperar al próximo gobierno municipal para
que ponga una señalización decente en las calles de la Urbanización Los
Príncipes. Adolfo me prometió que lo iba a mirar. Lo malo es que no señaló
fecha. No habrá tenido un resquicio en su apretada agenda fotográfica. Y de
piche barato.
Hasta mañana,
si a bien lo tienen.
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