martes, 27 de enero de 2015

Grecia y Pepe Monagas

Pepe Monagas fue el personaje protagonista de los cuentos costumbristas del escritor grancanario Pancho Guerra. Nacido en Santa Lucía de Tirajana, supo dibujar los ambientes capitalinos, que luego Pepe Castellano, con su acento socarrón y cadencioso, dio voz y talento en multitud de grabaciones que inmortalizaron el quehacer, fundamentalmente, en los aledaños de los muelles (y rian pa´l puerto).
Recordarán ustedes, al menos los que ya tenemos unos años, que en una de las hazañas de nuestro hombre (como gustaba decir el genial narrador) se ve perdido en la inmensidad del océano, en uno de aquellos heroicos viajes a la tierra de promisión que era Venezuela. Y sacando aquel manoseado papel que otrora había sido un mapa, se dirige al mareado, pálido y débil Rigorito (diminutivo cariñoso de Gregorio), le señala unas marcas más negras que los sobacos de un grillo y le espeta: “Si son islas, nos salvemos; pero si son cagadas de moscas, Dios nos coja confesados”.
Este pasado domingo se celebraron elecciones en Grecia. Y a tenor de lo que se lee en titulares periodísticos, bien destacados en sus portadas, y en las disertaciones de  encumbrados tertuliANOS, viene a ser el país heleno, estado miembro de la UE desde 1981, uno de esos excrementos de los molestos insectos voladores. Una insignificancia, vamos.
Como no interesa destacar que el hartazgo de su población ha supuesto la incontestable, y democrática, victoria de la Unión Radical de las Izquierdas (me remito a la traducción más común del acrónimo Syriza), el comentario más generalizado pasa siempre por reducir a la mínima expresión el papel que porcentualmente tiene la histórica nación en el contexto europeo. En suma, Grecia es una cagadita de mosca que nada pinta y mucho menos va a influir en el resultado que pueda darse en otros lugares.
Lo que sí interesa poner en consideración es el volumen de la deuda contraída, precisamente por los gobernantes que han sufrido tan duro revés en este recién concluido proceso electoral. Si hay que obviar las causas, se hace y santas pascuas. Los esquilmados ciudadanos griegos bien poco margen de maniobra tenían. Se me antoja cierta similitud con el sufrido africano que busca su particular paraíso en Europa, aunque el camino se le presente con tantas dificultades que le suponga, incluso, la muerte en la aventura. Total, ¿dispone, acaso, de otras alternativas si ya parte de una situación tan calamitosa que ningún desenlace, por muy adverso que sea, podrá echarlo a un lado?
El mayor grado de paroxismo en España se produce en (in)ciertos medios de comunicación, de los vendidos al mejor postor, cuyos postulados insultan a la más común de las inteligencias. Que nos siguen vendiendo la no existencia de otras posibilidades, sino las del recorte y privación de garantías y libertades que ya creíamos consolidadas. Y lo hacen con manipulaciones, que rayan la desvergüenza, en llamativos eslóganes que aprovechan la exquisita riqueza de nuestro idioma. O en corros televisivos del río revuelto, lanzando dardos envenenados para defender, si menester fuere, la corrupción como manera equitativa de redistribución de la riqueza. Y no quiero entrar en los detalles de encuestas amañadas o de sondeos telefónicos (en vivo y en directo), porque lo mismo debo cortar aquí este post por razones higiénicas.
Grecia aporta menos que Andalucía a la economía de la Unión, se argumenta por parte de los que creen que si es uno menos, a llorar a la plaza. Y uno creía, qué iluso sigo siendo, que en toda asociación se intenta echar una mano al que peor lo pasa. Por infinidad de razones. Se da por hecho que si Alexis Tsipras decide bajarse de la nave y mandar el euro a freír chuchangas, aquí no ha pasado nada. Ese sarpullido sanará en un periquete. Pero la deuda se debe pagar. Aunque los habitantes dejen de echarse un yogur en los próximos doscientos años. La banca, los gobiernos, los políticos, y demás del gremio de la parte alta (los intocables) nada tienen que temer porque están inmersos en la promoción del todo incluido.
Ya llevaba redactados los párrafos precedentes cuando me entero del pacto que va a permitir la gobernabilidad griega. Te juro que no acabo de entenderlo. Me parece algo dispar. Aunque después observo que el futuro primer ministro ha comenzado a retractarse de ciertos aspectos abanderados en la campaña electoral. Como para dar validez de que lo que se sostiene en esos días no tiene por qué guardar continuidad. Dado que de tal circunstancia sabemos bastante en nuestra piel de toro (el PP ha incumplido todas sus promesas), no sería de buen gusto que los vecinos orientales mediterráneos nos imitaran, que con una muestra ya basta. A no ser que prefieran ahondar en el tratamiento de las molestas cefaleas. Con lo que se acabaría recetando analgésicos por tortillas. Que es otro de los célebres pasajes de nuestro singular Pepe Monagas.
Por último, un consejo a todos los partidos políticos españoles: Hagan el favor de no considerarnos tan tontos; no todos pueden ser Syriza. Por algo tan simple como que aquello es una coalición de formaciones de izquierda. Y aquí, no solo no hay unión, sino que el que más boletos tendría (Podemos) ni siquiera posee ideología. Normal, no todos los Pablo(s) Iglesias son iguales.
Hasta mañana.

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