martes, 13 de enero de 2015

Opacidad versus propaganda

Canta mi nieto (3 años) que por la calle pa´bajo va una gallina. El resto, ya sabes. Y cada vez que contemplo esas maravillosas fotos con las que ya no nos sorprenden los mandatarios realejeros –y las que restan aún– se establece la oportuna asociación de ideas y entono, a la par que Manolo, Adolfo, Francisco, Manuel, Domingo, Benito y Juan Carlos (lo siento, pero a Noelia, Sandra, Blancanieves e Isa no suelo verlas en este tipo de instantáneas gráficas; debe ser un trabajo muy duro y ya se sabe que los populares creen a pie juntillas en lo de la igualdad de oportunidades), la melodía de marras. Y nos acompañamos con el sonsonete de las pocas alcantarillas existentes. Escasas, eso sí, mas bien afinadas. En si bemol. O sí, mi amol, versión cubana. Lo pasemos más bien, cómo lo pasemos. Y ya que estemos, entremos y nos acomodemos. Comencemos:
Como hoy es martes y trece, nada mejor para los vaticinios. Y como te considero inteligente, mucho más que yo, habrás observado que mientras todas las formaciones políticas (incluso las que no lo eran pero ya lo son) han elegido sus candidatos para estas inmediatas confrontaciones electorales, el partido popular sigue deshojando la margarita. O las magarzas, para darle un toque más autóctono. Como no se espabilen, se van a quedar sin pétalos.
No es que duden gran cosa de los candidatos. Ya se sabe que siempre aparecen. Aunque a muchos jóvenes (algunos exalumnos en la lista) les hayan propinado dos patadas en el culo por ponerse a hacer sombra. Mucho más en estos tiempos de penurias en los empleos. Estado que iban a corregir y que a peor la mejoría. Es que se les reproduce el mal que llevó a los socialistas a las cotas más bajas de la historia democrática en este país. Recuerden que los avatares de Zapatero condujeron al PSOE a una derrota sin paliativos.
Las andanzas (dos pasos pa´lante, dos pasos pa´trás) de Rajoy han llevado al PP a tal encrucijada que este próximo termómetro mayero va a marcar, y mucho, el camino hasta las generales de fin de año. O lo mismo se puede apurar el particular hasta los comienzos del 2016. Y así en las comunidades autónomas que haya cita, como en los miles de ayuntamientos, se juegan el partido del año, por utilizar el símil futbolero.
En mi pueblo, que como bien ya saben ustedes es aquel en el que nació el ilustre Viera y Clavijo, a pesar de la mayoría absoluta de que disfrutan, los populares no las tienen todas consigo. Porque los electores ya no somos tan tontos. Algo hemos aprendido en este rodaje desde 1979. Y si, por ejemplo, la candidatura socialista de 2011 no era tan mala como para obtener tan pobres resultados (aquí, como en otros tantos lugares, sí funcionó la endiablada herencia de José Luis y que bien explotaron los a la postre ganadores con sus cantos de sirena, caritas de niños buenos y promesas tan incumplidas como las del manual madrileño), el presidente insular sabe que esta táctica ya no les va a valer. Y que la rémora de un gobierno nacional torpe, tanto o más que la encarnada por su mandamás (mostrenco hasta en sus apariciones de plasma), les va a suponer un varapalo. Porque los realejeros que nos quedamos sin tener que recurrir a hacer las maletas en busca de otros horizontes, entendemos que no solo de piche y besos podemos alimentarnos.
Se necesita algo más que acudir a Internet para culpar a los otros como los causantes de todos los males que nos aquejan. Máxime en un ayuntamiento con tanto concejal liberado. Y cuyo único cometido, parece, es recurrir a poner unas frases del bien quedar en las redes sociales en vez de estar batallando permanentemente en las puertas de esos organismos que, según ustedes, nos deben solucionar la papeleta. Y ya puestos, de qué demonios nos ha servido que nuestro alcalde sea una autoridad en el organigrama de su partido si en vez de pedir ‘ayudas’ a los Sorias, Cañetes y demás, nos debemos conformar con entregas de expedientes, reuniones de alto nivel, desayunos de trabajo y fotos, fotos y más fotos. Nada que ofrecerle, ni esperanzas, a los miles de desempleados. Que se coman un cachito de la instantánea gráfica, ¿quizás?
De ahí la tardanza en dar a conocer los candidatos. Especialmente cuando van a proliferar los dobletes. Y si hasta aquí hemos tenido que estar pagando por trabajos que trascienden nuestros límites geográficos, qué porvenir nos espera cuando Manolo acumule otro cargo más. Y me temo que Adolfo no se quede atrás y siga las doctas enseñanzas de su superior jerárquico. Con lo que las ausencias deberán ser suplidas por más succionadores de la teta pública para general regocijo de los que se van al Sur y cada día se meten un par de cientos de kilómetros entre pecho y espalda. O de los que ni eso. Y se conforman con los ¿parterres? de Los Barros. O de los que ya ni figuran en el padrón de habitantes y malviven allende los mares porque de algo hay que morirse.
Qué lindos son los fuegos de artificio. Y en este pueblo algo sabemos. Pero una vez dibujadas exquisitas figuras, qué bien poco duran. Deben ser los sustentos del alma. Aunque me temo que ni los católicos más acérrimos comulgan con la idea de tan escasas oportunidades para el cuerpo. Las posibilidades de mente sana en cuerpo pachucho tienen un porcentaje de éxito demasiado raquítico.
A los supersticiosos, no salgan en esta jornada a la calle. Y si es alguna de las incluidas en el Plan de Barrios (para la de Los Cuartos, a pesar de las promesas –que se lleva el viento–, parece no haber cuartos), cuidado con caerse en los hoyos. Esperen, en todo caso, a que vayan a sacarse la foto, y lo mismo los retratan.
Hasta mañana.

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