Estuve toda
la pasada semana en La Gomera. Esta
vez me fui hasta Las Hayas. Frío, bruma, y viento por aquellos lares donde
Efigenia viene mostrando su exquisita cocina desde hace algo más de cincuenta
años. Excelente lugar para dar inicio a pateadas hacia Las Creces, La Cañada de Jorge, Raso de la Bruma… Y perderte entre
naturaleza pura. Porque aquella isla es magia natural.
Escribir que
coincidió mi estancia con tiempos políticos convulsos no sería del todo
correcto. Porque allí lo de pueblo chico, infierno grande, se cumple a
rajatabla. Diría que hasta las últimas consecuencias. Como si los cuchillos
debiesen estar siempre bien afilados. Pasé por el Cabildo (el a qué no toca
hoy) y capté miradas extrañas. No sé si es que atisbaron en este humilde
servidor un posible enemigo. Pero el ambiente está tenso. Bastante. Y dado que
no soy dado a esconder opiniones, todos aquellos desmemoriados deberían acudir
al archivo de este blog para disipar dudas al respecto. Creo que desde ha
bastante he sostenido que Casimiro debía haber dado un paso a un lado. Tengo la
ventaja de escuchar comentarios desde todas las direcciones y bajo todas las
ópticas. Porque desde que abandoné la militancia activa en el lejano 1987, ya
no soy sospechoso de casi nada. Y ostento uno de los recórds más difíciles de
alcanzar: el haber estado menos tiempo. La mayoría se empeña en lo contrario.
Ya en casa
(la mía), leo (ya estoy recapitulando) que Gregorio Medina se alza como el
primer candidatable. Al senador lo
conozco de Facebook. Las referencias (gomeras) son excelentes. Pero lo mío, por
ahora, es el lenguaje. Y la palabreja en cursiva me dejó en treinta y ocho. Por
lo menos. La edad de Cristo se me quedó corta. No la encuentro en diccionario
alguno. Mas doctores tiene la iglesia.
Y una rápida
puesta al día:
La
vicepresidenta Soraya, siguiendo los pasos de Mariano, se fue a tierras
andaluzas a promocionar al desconocido. En su intervención manifestó: “Ayer me
gasté dos millones de euros”. Este sentido abyecto de la propiedad me da
patadas en la boca del estómago. Es idéntica expresión a la del concejal que espeta
aquello de que te mando uno de mis operarios. Se acostumbran a dar por hecho el
que todo es de ellos, que no se recatan en el uso espurio de los bienes
comunes. Tan odioso puede ser el adelanto electoral de Susana como el atraso de
las generales a la espera de que la economía (europea, que arrastra a la
española) suba unos peldaños para poder disimular tanta promesa incumplida.
Ángel
Gabilondo ya es el candidato del PSOE a la presidencia de la Comunidad de Madrid. Y
te juro que no entiendo lo que pasa en el PSM. Le arman una bulla tremenda a la Ejecutiva Federal
y luego votan por amplísima mayoría su propuesta. Y como más arriba comenté lo
de La Gomera,
bien les encanta a todos los lavaderos públicos. Cuando yo me presenté por ese
partido a las elecciones municipales en 1983, antes de tomar posesión en el
ayuntamiento los quince concejales firmamos, en blanco, nuestra disposición a
abandonar el cargo por cualquier metedura de pata.
Vislumbro
nueva foto de Manolo y Adolfo en los aledaños del campo de fútbol Antonio
Yeoward. Se repiten las poses. Parecen enfrascados en regular las cantidades de
piche a poner en las calzadas. Menos mal que ya otro amigo (también de esta red
social) de la zona de Icod el Alto ha elevado la voz para coincidir con otros
muchos (me incluyo) en que no todo consiste en extender un negro manto sin
buscar una salida a las aguas que luego discurrirán por esa superficie bien
lisa, sin obstáculos.
Y se inauguró
la Casa del
Emprendedor. Acto al que (lo dejé aclarado) no pude asistir. Me habría
encantado, pues no se le brinda a uno la oportunidad de saludar a un señor
ministro todos los días. Máxime si es canario de pura cepa. Aunque le encante
el salmón. Me informan que don José Manuel cantó las excelencias del
ayuntamiento de Los Realejos en lo que supone creación de puestos de trabajo.
Y, además, el edificio se abre con promesas de mayor empleo. No saben cuánto me
alegro. Hasta estoy pensando crear una fundación para echar una mano a todos lo
que se embarquen en la aventura de publicar casos y cosas del pueblo. Lo malo
es que no tengo un euro. Y si alguno me llega por un casual, me lo gasto en
viajar. No hay remedio para esta enfermedad.
Después de la
lectura, una recreación visual. Como ayer colgué en Facebook una foto de una
antigua edificación que me tropecé el domingo 15, que subí a La Fortaleza de Chipude,
por la zona de Pavón, nada mejor que una presentación de este tipo de
construcciones y que pude retratar en los dos primeros días de estancia
carnavalera en la isla que siempre me atrae y en la que me siento relajado,
tranquilo y contento.
Sean ustedes
también felices. Por imperativo legal. Hasta mañana.
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