lunes, 9 de marzo de 2015

CC, otra vez

Cuando Casimiro Curbelo (¿cogiste lo de CC, otra vez?) presentó la Agrupación Socialista Gomera ya no era militante del PSOE. Un rato antes, y de manera voluntaria (salvo que me señale que tenía detrás a cientos y cientos), había solicitado la baja del partido en, por y bajo cuyas siglas ha ido obteniendo diversos cargos públicos en su ya dilatada (y controvertida) trayectoria política. Y cuando uno se aventura a ello (yo lo hice en una ocasión), existe un compromiso que no puede soslayarse de manera tan alegre como se pretende argumentar en discursos ante una concurrencia que se debe. Toda. Y mucho.
Yo no soy gomero, pero me siento. No es lo mismo, lo sé. Pero me duele la isla. Y me revuelvo cuando sale el chiste fácil. No soy dado a presumir de nada. Y los escasos amigos (de los de verdad) que tengo por aquellos lares –los mismos que me reprochan el que no haya más charlas durante mis estancias, aunque sea para echarnos el cortado– saben que propago en cuanto foro halle a mi alcance las excelencias de una isla que surgió de las profundidades marinas con los encantos suficientes como para ser reconocida por su naturaleza mágica. En ella me pierdo. En ella me evado. En ella me confundo. Con el único auxilio de la cámara que siempre me acompaña mientras pateo senderos y caminos hasta el destino que le señalo a mi mujer, quien pacientemente me aguarda con el coche en un lugar convenido previamente. Cuántas veces habrá escuchado lo de espérame en Los Aceviños, en La Laguna Grande, en Las Mimbreras, en Imada o allá donde el magín me dicte. Y sin móvil. Alguien me encontrará si la palmo por el paraje.
Qué inmensa pena siento por los espectáculos que se vienen produciendo. Y nadie soy para dar o quitar razones. Allá cada cual. Creo estar curado contra el susto. A mis 66, ya vengo. Pero mi espíritu reivindicativo, mi inconformidad y mi rebeldía siempre me acompañan. Como los horizontes y manos de esperanza de Pedro García Cabrera. Y la Gomera –los años me han ido despertando– es una isla amordazada. Donde el clientelismo adquiere cotas demasiado elevadas.
Nadie puede discutir –hacerlo sería baladí– los avances sociales habidos en estas últimas décadas. El progreso y las mejoras logradas en todos los ámbitos bien a la vista están. Ello no requiere espejuelos, que mi abuela repitiera hasta la saciedad. Pero no todo se puede justificar, Casimiro. Y he leído con verdadero detenimiento todas las informaciones de tu nueva puesta de largo. Los que allí se congregaron para arroparte puede que te deban mucho. Yo, nada. Por esa razón soy capaz de discernir y analizar en profundidad cada una de tus sentencias. E, insisto, no cuestiono ni evidencio nada ni a nadie. No valoro si los procedimientos fueron o no adecuados, correctos, justos. Ni si se tomaron en el momento pertinente. Ni si se dieron todas las garantías que menester fueren. No me sumerjo en tales berenjenales porque desconozco el intríngulis.
Cuando recorro La Gomera, observo, contemplo, medito. Pero también escucho, capto y me percato. Y como existen ejemplares a miles, siempre recuerdo aquella copla de más alto subió la palma… Caerá solo, vaticiné hace muchos años. El peso del endiosamiento será una losa. ¿Cuándo? El tiempo, inexorable cuentadante, dictará sentencia.
El pasado viernes tuvo lugar en La Villa otro acto de aclamación. No sé si el local ya estaba elegido desde 2011. Porque hay frases que delatan procederes (Modo, forma y orden de portarse y gobernar alguien sus acciones bien o mal): “Hoy nace un partido nuevo, nace Agrupación Socialista Gomera”. No, el parto ya había tenido lugar cuatro años antes. Estaban las barbas en remojo por si… Y ya me entienden. Que intuición ha habido. Y con ella se ha jugado. Todo estaba atado y bien atado.
¿Seguimos? ¿Por qué no? Vamos allá:
 “Si hay algo que no puedo soportar es la traición, porque si fuera a mí solo, me echaría a un lado, pero no la traición al resto de los ciudadanos”.
Basta una ligera consulta en cualquier manual al uso para percatarnos de la cantidad de sinónimos del vocablo traición. Y la empleaste, Casimiro, en varias ocasiones en tu perorata (alocución). Pienso que el subconsciente te juega malas pasadas. No debiste utilizarla. Y generalizarla al resto de ciudadanos ya fue el no va más. Te pasaste los seis pueblos, el Roque Cano y el mismísimo Alto de Garajonay. ¿No te das cuenta cómo te arrogas representatividades que definen una trayectoria muy marcada por abundantes sectores sombríos? ¿Traición gomera que quedará en los anales de la historia? Tú deliras. O quizás trazas el guion de una futura publicación. Patrocinada por el Cabildo, por supuesto.
No me cuadra el meollo argumental. No fuiste capaz de establecer el hilo conector entre tus dardos verbales. Se te llena la boca con tu socialismo convicto y confeso y al final va a resultar que al yo no le van a quedar ni siquiera las circunstancias.
“ASG no es la respuesta a un comportamiento de otros, no es un capricho, es un proyecto meditado después de mucho y consecuente con el futuro de los ciudadanos de esta tierra y no quiere ningún tipo de revanchismos”. ¿En qué quedamos? ¿Es o no es? To be or not to be. Si no responde a otros comportamientos, borra el resto de tu intervención. Si es un proyecto meditado de ha mucho, borra lo de nacimiento. Te vas a ahogar en el mar de tus incongruencias, Casimiro. Y es que justificar lo injustificable es complicado, no creas.
“La política se ha convertido en una profesión y no en una vocación”. Chacho, de matrícula. Lo bordaste. ¿Y no te miraste un ratito al espejo? ¡Ah!, claro, el tuyo es mágico, como el de la madrastra.
“A los gomeros les digo: este paso es por ustedes y creo que puedo orientar la transición y el cambio en el futuro del Cabildo y estaré donde siempre, con mis virtudes y mis defectos, atendiendo a los demás sin distinciones, desde la cercanía y el respeto, con propuestas y estando siempre presente sin eludir la responsabilidad”. Hombre, de haber sido yo el autor de la letra de esta canción (algunas me han correspondido) le hubiese añadido esta coletilla: in sécula seculórum.
“Ya nada me condicionará como cuando era militante socialista”. Y un fisquito después: “No descalificaré y siempre tendré la mirada alta, ya que continuaré en el mismo lugar de siempre, puesto que vivir y sentir como socialista entre otras cosas no es incompatible con el PSOE”. En esta, cum laude. Sin más.
Y como el que hasta aquí ha leído este mi comentario por hoy lunes 9 de marzo, abandono el puesto de trabajo, apago el ordenador y me voy a celebrar el cumpleaños de mi hijo menor (37 años) y… Coño, me estoy haciendo mayor, que no viejo ni anciano. Lo mismo pudiera estar aún en política velando por el interés general… ¿Vas e empezar otra vez?

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