Cada mañana
me levanto con la mejor de las intenciones. Pienso escribir para el día
siguiente en este blog la entrada que te va a sorprender para siempre jamás. La
que te va a dejar marcado de por vida. La que me consagrará definitivamente y
me hará adquirir fama y grandeza infinitas. Dejo la cuestión crematística para
otro momento.
Pero me echo
a perder enseguida. Me lavo la cara, me desayuno y me pongo a repasar lo que
los digitales me ofrecen. E incumplo reiteradamente las promesas de no abordar
tanto comentario político y dedicar mi escaso tiempo libre a los asuntos más
livianos o ligeros que la vida te ofrece. Con la vana idea de alcanzar el 0%,
el desnatado total, vitalínea o activia de Danone.
Me enveneno a
las primeras de cambio y a pesar de mentirme diciendo que no voy a leer más
prensa, no es que vuelva a caer, qué va, voy mucho más allá y me meto unos
leñazos. Así estoy, hecho un asco. Pero no puedo con mi condición, tú. Y me
encochino al intuir que me quieren seguir engañando. Sé que hemos adelantado
bastante, pero me temo que aún no es suficiente. Y no me gusta que los
convecinos (expresión al uso del amigo Bruno) se crean que todo el monte es
orégano. Me pongo a teclear en el convencimiento de que si sesenta seguidores
de Pepillo y Juanillo son capaces de transmitir mis pensamientos a dos
ejemplares por cabeza, ya son ciento ochenta las mentes despiertas que
transitan por el pueblo. ¿Adoctrinar? No seas mal pensado. Que consigan
discernir en libertad, simplemente. Lo malo es que no nos gusta leer demasiado.
Somos capaces de perder el tiempo en buscar los restos de Cervantes antes de
recomendar la lectura del Quijote. Claro que pueden estar algunos huesos del
ilustre en todo el montículo hallado. Tan azarosa era la vida de los escritores
en aquel entonces que nada me extraña que sus polvos estén demasiado dispersos.
Que se lo pregunten a Lope. Con dobles.
MD no es
Mundo Deportivo, ni Doctor en Medicina, ni MiniDisk. MD es muy deficiente. Que
fue el título del tercer disco del grupo Platero y tú (ya que de escritores va
la cosa), allá por la década de los noventa. Pero era, además, la calificación
que dábamos a los alumnos que… Bueno, lo de alumnos les quedaba más ancho que
el tres cuartos que te enfundabas en el cuartel en las frías noches de guardia.
Ahora que
caigo –chacho, no me daba (de) cuenta– ¿y por qué no las iniciales de un
político tripitido? Te confieso que
no me gustan las luminarias, tipo Mazinger Z, que pusieron en Los Barros.
Demasiado modernismo para un pueblo rural como el nuestro. Que no, no voy
deslavazado. Todo encaja.
Pues nuestro
hombre se va hasta el Sur de la isla (tengo amigos por aquellas bandas que me
confiesan que no lo ven con buenos ojos) y sostiene que Arona es un referente
importante para la isla. Y Los Silos. E Icod.
Puerto de la
Cruz es un caso aparte. Es la ciudad turística más importante de España. Venida
a menos por culpa de los otros. Es necesario que sea rescatada por una persona
sensata, preparada y dedicada al pueblo, un hombre de futuro. Y con el tufillo
calentito de cámaras y micros hubo terrible olvido. Tengo el mejor programa,
sentenció el piropeado.
Tuvo que ser
la alcaldesa portuense, Sandra Rodríguez, de CC ella, la que pusiera unos gramos
de sensatez en la loca algarabía de un PP algo desnortado. Cuyo jefe insular se
halla embarcado en una travesía que se me antoja peligrosa. Lo mismo le queda
ancha. Con la equiparación a Cáritas que ayer nos brindara la Agencia Tributaria
(muy independiente, como es público y notorio), van repartiendo tantos parabienes
que ya los barcos hacen cola para el atraque. En medio de uno de los tantos
orgasmos preelectorales estaba el mandamás (máxime cuando sus voceros manejan
encuestas –se compran en el carrito de los chuches– que nos señalan que no hace
falta ir a votar), cuando recibe la llamada de uno de sus escuderos para
indicarle que se les había pasado por alto una cuestión que podría ser de
cierta enjundia: Que formaban parte del equipo de gobierno. Y que en Madrid,
lugar donde se desbloquean asuntos pendientes, con mayoría absoluta. ¿Se habrán
percatado del desliz?
Pues sí,
amigos míos, en Puerto de la Cruz ocurren cosas tan extrañas como que la
alcaldesa (CC) deba defender el trabajo de sus socios (PP) ante las
intromisiones de un aspirante escalador que no duda en prometer lo que lleva
proyectado desde ha bastante y que, de repente, con una llamada telefónica y
una posterior firma dejaría el camino expedito. Nada que nos extrañe por estos
lares cuando en otros pactos gubernamentales la culpa era siempre de Oswaldo.
Por ello me
rebelo y no comprendo cómo los realejeros (ahora se entiende el campo de
batalla a toda la isla) pueden dejarse embaucar con tanta facilidad. Como si
las agresivas campañas de fachada fueran el alegato a una gestión que no se ha
destacado por nada del otro jueves. Porque a un ayuntamiento se le presupone la
capacidad de mantener servicios. Lo malo (bueno para ellos) es que se pinta un
paso de peatones, y fotos, me gusta, iconos laudatorios y qué guapos salieron.
Ponemos cuatro bombillas, ni te cuento. Suma y sigue. Todo por simples
actuaciones del quehacer diario de cualquier institución pública. Cuya
obligación es realizarlo, y punto.
¿Patrimonio?
Tenemos un catálogo. ¿Baños públicos? Estamos redactando los proyectos.
¿Hipódromo? ¿Cómo? ¿Sendero de la costa, bajadas a la Playa de Los Roques y
cagaderos de perros? Eso es del Cabildo. ¿Destrozos de los rebaños de cabras en
parajes protegidos? Las estamos enseñando a leer para que comprendan el bando
que hemos dictado…
Hoy miércoles
me toca la décima número 77. Cuando yo sea mayor y tenga tantos cargos como
Antonio Alarcó (por no mencionar al empresario Manolo Domínguez), me trazaré el
reto de inventar dos cada día. Sonetos no, lo que son artes mayores requiere
otras capacidades. Los magos de La Gorvorana circulamos con luz de cruce.
Y te juro que
no sé de qué voy a escribir mañana. Buscaré en la página de Mundo Senior y se
encuentro un viaje, lo mismo me largo. Y lo haría sin dejar nada programado.
Para que algunos políticos me echen en falta.
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