Vivimos en un
mundo raro. Mejor, en una sociedad paradójica. Elevamos a la categoría de
noticia cualquier anormalidad que surja y obviamos hechos de suma
trascendencia. Los medidores de personas (people
meter) o audímetros, las auditorías de medios impresos y otros árbitros al
acecho nos llevan a guerras sin sentido. Navegamos a una velocidad en la que
los nudos no nos dejan respirar la tranquilidad de la travesía. Es tal el
cúmulo, la avalancha de contenidos informativos (o supuestos) que el coche
neuronal nos lleva a una diarrea mental permanente.
Lo mismo
estamos una semana con Bárcenas, que lo condenamos al baúl de los recuerdos. Y
no creas que de un día para otro; no, de un segundo al siguiente. Puesto que si
pierde el Madrid o lo adelanta el Barcelona, hay que movilizar redacciones a la
caza y captura del tal Ancelotti. Hasta los ayuntamientos han encontrado
tremendo filón en más de un “reality show” (tengo una visión más amplia de los
mismos e incluyo programas con otros edulcorantes, pero basura en suma). Con
solicitar adhesiones a mansalva, entretenimiento para rato. Como en los mejores
tiempos de épocas pretéritas con deportes y equipos del régimen. Eso dicen.
Un impacto
sobrecogedor como el accidente entre dos helicópteros que participaban en la
grabación de una serie que debería ser emitida por la televisión francesa, ha
quedado en un segundo plano. Cuando se impone un debate serio y sosegado (no al
estilo tertuliano chanchullero) acerca de si es lícito el alcanzar estos
límites en aras de la supuesta diversión y ocio del que se pone delante de la
caja tonta. Sí, de esa que nadie ve. Lo acaecido en Argentina va mucho más allá
de toda lógica. Y la legislación debe poner coto a tanto desmán. Porque como no
somos capaces de cambiar de canal o apretar un simple botón, deberá existir un
control sensato y riguroso de lo que se puede o no emitir. Solo me faltaba que
me acusen de pretender rescatar la censura previa.
Hace unos
meses tuvimos ébola para dar y tomar. Dado que unos casos de la enfermedad se
nos colaron en el pomposo Primer Mundo. Superado el grave trance, ¿qué nos
importa que unos negritos africanos las sigan pasando canutas en sus países?
Nada, para esa desgracia no hay cámaras ni corresponsales. Hace dos días la
tragedia volvió a mascarse en ese corredor entre la costa de Marruecos,
Mauritania y Canarias. Y cuántas otras habrán sepultado en los fondos oceánicos
infinidad de esperanzas. Porque las mafias no tienen un censo de salida de
tales embarcaciones, ni registran el número de pasajeros que se suben a esos
ataúdes flotantes. Y por estos contornos el asunto ha decaído bastante pues los
aspirantes han visto que por Lampedusa les queda más cerca ese ansiado paraíso.
Por Europa,
bien, a Merkel gracias. Seguiremos levantando vallas y apostando vigilantes
para que no se nos cuelen los indeseables. Que nos traen, arriba, peligrosos
padecimientos a manera de contagios. Cuesta más, mucho más, llevarles
utensilios para que cultiven en su tierra y no se vean abocados a tan
peligrosas excursiones. En cinismo no nos gana nadie. Bueno, ir, sí vamos, pero
a esquilmarlos, a robarle sus recursos con nuestra avanzada tecnología.
Te habrás
percatado de que he marginado hoy la política. Y creo que hasta mayo, voy a
intentarlo al menos, daré menos protagonismo a los que cobran bien y están
mejor situados. Aunque no podré soslayar aquellas circunstancias que me llamen
poderosamente la atención. Como estas:
Paulino
Rivero dice haber puesto las bases para que Canarias ‘crezca’. Esa fue una de
las tantas guindas en el debate sobre el estado de la nacionalidad. Entiendo
que no deben ser muy buenas porque si no las hubiese probado. En carne propia,
que se dice.
Curbelo acusa
a los que solo piensan en cargos y sueldos. Respiró profundamente, llamó a su
chófer y subieron en el coche oficial hasta Contadero. Caminó hasta Garajonay,
se subió al murito, dio un giro completo (360º), contempló la isla bajo sus
pies y díjose: (Ponlo tú pues habrá diversas interpretaciones, en las formas;
en el fondo me temo que no).
Un consejo al
presidente del Cabildo herreño, el charlatán Alpidio Armas: Di todo lo que
creas conveniente en el seno de los órganos del Partido y no andes buscando
titulares que te puedan dar unos votos más. Las elecciones se ganan con una
buena gestión no con algarabías verbales. Las diferencias con José Miguel, a
dirimirlas en otros foros. Vergüenza debería darte el que te lo señale quien ni
siquiera es afiliado.
Buenos, mis
incondicionales. Feliz fin de semana. Y gracias por las felicitaciones. También
en nombre de la familia, por supuesto.
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