lunes, 30 de marzo de 2015

Y limpieza en la mirada

Uno ha leído que los europarlamentarios, allá cuando creen conveniente, invitan (a quienes les parece) a darse unos garbeos por las sedes de las instituciones de la Unión Europea. Como los viajeros no se recatan en guardar el secreto y lo publican todo, podemos comprobar que políticos de la misma formación del que invita, estudiantes, deportistas, empresarios, amiguetes y otros y otras se pasean por Bruselas, visitan lugares de interés, comen (y bien), se trasladan… Y todo eso con bastante más que medio peso. Ahora que caigo, lo mismo llevaron a Benavente a cantar el polvorete.
Esta vez le tocó el turno al señor Gabriel Mato, que como su apellido indica es hermano de la que fuera ministra de Sanidad, la que no sabía que en el garaje tenía un Jaguar. Al popular –es árbitro de tenis– se le ocurrió que era ocasión propicia para llevar a la capital belga una embajada de peso. Y en lugar de fletar un camión lleno de piñas de plátanos de la costa de Barlovento, tuvo una idea mejor: un nutrido grupo de luchadores. Así que le echó genio, destreza y valor, convenció a sus mandamases directos y dicho y hecho.
Doce hombres, dos mujeres (y viva la paridad), un mandador, un director técnico y un árbitro (temeridad por su parte porque en una revuelta podría haberse suscitado grave conflicto) conformaban la comitiva. Para irnos haciendo una idea, por aquello del exceso de equipaje, sumen al peso de los deportistas el de la ropa. Que todos aquellos que nos la hemos enfundado sabemos que no es liviana.
La exhibición, como uno debería presuponer, no fue ante toda la Eurocámara. Qué va, solo unos escogidos. En definitiva, no alcanzaban una decena. Bueno, más luchadores que público. Eso sí, quedaron maravillados de las mañas y de las reglas que rigen el vernáculo deporte. Cuando comprobaron que debían levantar al caído, dar la mano al vencido en señal de respeto, pensaron por lo bajini: Igual que nosotros en los debates.
Como uno tiene amigos en todas partes, de fuentes dignas de todo crédito, estoy en condiciones de asegurar que los viajeros no salieron muy convencidos tras las explicaciones acerca de lo que (no) se hace y como (no) funcionan aquellos organismos. Pero como fueron atendidos a cuerpo de rey, optaron por mantener la boca cerrada (salvo cuando comían, y cómo) no sea que alcanzaran un toque pa´tras.
Dado que no he sido afortunado y no me han invitado todavía (cuando mi alcalde ascienda, lo mismo tengo suerte), no estoy en condiciones de señalarles cuánto dinero ha costado la gira. Y si no hubiese salido más barato que Mato trajese al polaco y al alemán a una luchada en cualquier terrero de estas ínsulas. Máxime cuando ellos viajan gratis. A saber, no pagan, se lo pagamos.
Si el montante económico dilapidado se ingresa en la cuenta del cualquier equipo, seguro que mucho desperfecto de sus instalaciones y más de un apuro de tesorería se habrían solventado. Porque a todo lo reseñado, se debe añadir un equipo de televisión que grabó un reportaje de 15 minutos. No sé si fue Pitti o estaba más ocupado en su candidatura por Coalición Canaria.
Pasan los años, me hago mayor, que no viejo (de ilusiones también se vive), y como a los cargos públicos se les llena la boca con la palabra transparencia, ojalá fueran tan rápidos para cualquier menester. A la hora de dar conocer hechos como el relatado, ahí están para plasmar la escena en cuanto soporte se halle a su alcance. Sucede en todos lados. Los gobernantes de turno, cuando el interés les puede, acuden prestos a comparecencias y ruedas de prensa para manifestar que las inversiones han sido de tal calibre que en tres meses más ya no habrá nada que hacer. Sin embargo, ponle el cuño que ninguno publicará jamás cuánto cobra. Lo más tendrás acceso, con algo de suerte, a lo que determinado pagador le abona. Que no es lo que realmente percibe, pues del añadido de otras percepciones (transportes, dietas, kilometrajes, uso de tarjeta, gastos de representación, secretarias, regalos…) jamás te vas a enterar. Y para estos otros conceptos, que al contribuyente le interesan en grado superlativo por ser un dinero de sus impuestos que no revierten sino en beneficio del político, no hay información alguna. Ni la habrá, me temo.
Viene esto último a cuento de un interesante cambio de opiniones acaecido en cierta red social. A veces no nos percatamos de que aún hay mucha gente que no tiene contacto alguno con Internet. Por eso, cuando se nos brinda la oportunidad de sumergirnos en los sitios oficiales de las instituciones públicas, que no contienen todos los apartados que la propia legislación obliga, nos olvidamos de las carencias que persisten en nuestra sociedad. Y, como contrapartida, te dirigen a la propia Secretaría de la entidad. Donde, a buen seguro, hallarás tantas pegas e impedimentos que desistirás a las primeras de cambio. Cuando a los propios concejales de la oposición se le ponen todas las chinas posibles, ya me dirás qué porvenir le espera a un pobre diablo, como yo, si osa inmiscuirse en berenjenales de tal porte. Y la táctica de “él se aburre” funciona a la perfección.
Me pondría muy contento si en esta Semana Santa los equipos de gobierno en ayuntamientos, cabildos y demás fueran encandilados por las luces del Espíritu Santo y corrieran hacia cualquier medio de comunicación, con idéntica velocidad que cuando van a informar de la inversión de mil euros en rellenar cinco baches, para que me sacaran de dudas con respecto a lo que colgué en Facebook este pasado fin de semana. Espera sentado.
Hasta mañana.

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