Después de
unos paseos por las cercanías, y tras sufrir un incendio en el puerto de Las
Palmas, el pesquero ruso Oleg Naydenov se hundió al Sur de Gran Canaria el
pasado día 14. Suerte republicana que tuvo el susodicho. Ahora descansa en las
profundidades marinas a unos 2700 metros.
Si cuando tú
margullas un rato y sales con un dolor de oídos tremendo, imagínate el dolor de
panza que debe tener el barco de marras. Con unos depósitos cargados de
combustible (estaba listo para salir a faenar con unas 1500 toneladas), tanta
presión está soportando (las leyes de la Física son inexorables) que el pobre se está
dejando ir. Y ha tenido que soltar lastre por los primeros recovecos (tres
orificios) que encontró a mano de timón. Vuelven a ser (ahora es la ministra
Pastor la encargada de dar a conocer la tragedia) unos hilillos apenas (de 5 a 10 litros por hora) que
salen por las tres fugas detectadas por el robot alquilado al efecto y que nos
llegó de los países nórdicos. Con los que el ministro Soria guarda excelentes
relaciones desde que se aficionó a la pesca del salmón (gratis)
Se hallan,
parece, en la etapa de estudio para sellar los salideros. Ojalá les vaya
bonito, porque si los tanques llegasen a explotar, mucho fuel (Del ingl. fuel,
sustancia combustible. 1. m. Fracción del petróleo natural, obtenida
por refinación y destilación, que se destina a la calefacción) quedaría a la
deriva y a merced de movimientos demasiados aleatorios.
Puede que a
los periodistas ya nos les guste el verbo salir. Y por ello recurren a otro
(emanar) con el que se equivocan rotundamente al considerarlo sinónimo de
manar. Nada más lejos de la realidad. Pero como visten los giros y los
modismos, ahí tenemos también unas aves petroleadas que te dejan desconcertado.
Sí, petrolear es vocablo recogido en el diccionario. Aun así, no acabo de
habituarme.
Como las
corrientes nos fueron favorables en la primera semana, casi saltamos de alegría
cuando la masa viscosa navegaba para otras latitudes más bajas. Ni se nos pasó
por la cabeza que los restos se dirigieran a cualquier país africano. Y si así
fue, no nos preocupamos lo más mínimo. Negro sobre negro no se iba a notar.
Fuimos contando: cuarenta, sesenta, y así hasta doscientos kilómetros. Por
mucho que dijeran los pescadores de Arguineguín que la mar es traicionera y que
mareas y corrientes podían jugarnos una mala pasada, hicimos caso omiso.
Unos
helicópteros y un par de lanchas vigilaban la trayectoria de la mancha que se
alejaba. Los gobernantes de Canarias reclamaban más competencias. Aquí todo se
arregla así. Los de Madrid argumentaban que todo estaba bajo control. Como
siempre. En la capital saben mucho de derrames y las prácticas en el Manzanares
se las saben de carrerilla.
De repente,
casi sin avisar, Veneguera, Tasarte, Tasartico y algún paraje más de aquellos
lares de la Gran Canaria
se vieron invadidos. Y no de langosta africana. Unos hermosos roletes de
material azabache se adherían a los callaos. Saltó la alarma y se inició el
pesaje de la sustancia (alquitrán, piche, chapapote, asfalto…). Quince kilos,
veinte kilos, veinticinco kilos… Pon cincuenta, y redondeamos. ¿Dónde lo
echamos? Pongan la plastilina en bolsas de cuarto kilo y vayan repartiendo
entre los políticos de más alto rango. Comiencen por José Manuel, por ejemplo.
Este pasado
fin de semana hubo guardia permanente. Quedaron cancelados todos los permisos y
la tropa quedó a disposición del cabo furriel para elaborar los cuadrantes en
todos los puestos. Pobres novias. ¿Te acuerdas de aquellos tiempos?
Las costas de
Tenerife y La Gomera
(las orientadas al Sur) fueron objetivo de muchos ojos que acechaban por si el
gasóleo (De gas y óleo. 1. m.
Fracción destilada del petróleo crudo, que se purifica especialmente para
eliminar el azufre. Se usa normalmente en los motores diésel y como combustible
en hogares abiertos) iba a fastidiar el atractivo turístico de los
cetáceos. Se dispararon las alarmas y las redes sociales echaron chispas, con
el peligro que tal hecho conlleva manejando productos inflamables.
No
aprendemos. Cierro el comentario tras haber dado carpetazo a todos los medios
de comunicación. Cuando me levante el lunes (ya este post, debidamente
programado, habrá visto la luz), tendré noticias de cómo va la mancha, de
cuántas vueltas ha dado por esos mares tranquilos. Y si este verano no puedo ir
unos días para Playa San Juan, me quedo en mi casa y me dedicaré a pintar
algunos hierros oxidados. Si antes no me han llamado para asesorar de cualquier
cosa. Porque no es un problema de tiempo sino de capacidad. Y de ambos aspectos
voy sobrado. O es que dudas de que si lo hubiese puesto por obra, sería ahora
mismo presidente del Cabildo… No te rías. ¿Por qué no puedo manifestarlo yo y
sí cualquier candidato? ¿Acaso soy menos?
Hasta mañana.
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