Valga como
nota aclaratoria que este artículo se redactó antes de conocerse los resultados
de los respectivos escrutinios en las elecciones de ayer domingo. Así que
cuando leas estas líneas, a buen seguro, estarás meridianamente contento porque
todos, sin excepción, habrán ganado. Incluso aquellos que decidieron no acudir
a las urnas. La comprensión lectora que se estila en la actualidad no es, ni
comparación, aquella que realizábamos años atrás cuando las respuestas debían
ser más o menos uniformes. Y al final, una pincelada.
Abordaremos
ahora una temporada en que los políticos desertarán de las redes sociales y
resto de medios de comunicación y se dedicarán a trabajar con mucho tesón para
llevar adelante todos los proyectos que nos prometieron en estas dos últimas
semanas. Como ya hemos puesto el punto y final a ese ogro de la crisis, se
acometerán las obras pendientes y se rematarán los flecos que aún cuelgan. Todo
ello con el ánimo de no concentrar las inversiones, piches incluidos, en los
meses anteriores a la próxima campaña.
Siempre he
sostenido que el unificar servicios debe ser tarea prioritaria. Y aunque se
lleva a cabo en varios lugares de esta isla (de las otras también), es probable
que se puede ir mejorando en ese aspecto que se me antoja fundamental. En esta
Valle no hemos tenido suerte con las mancomunidades. Todo se reduce siempre a
mera palabrería. Como si con apoyar el puerto del Puerto fuese ya suficiente.
Al que, por cierto, siguen algunos empeñados en que atraquen grandes cruceros,
mientras, verbigracia, la estación de guaguas constituye una vergüenza
internacional.
Y como al
Puerto bajé, sugiero a la corporación que se ponga de acuerdo con Kiessling
para el inmediato arreglo de la calle Tegueste en Punta Brava. Ya que posee en
la misma zona un importante edificio, y ya va siendo hora de que los portuenses
se ‘cobren’ el que se modificara en su momento el planeamiento urbanístico para
que el trazado de la
Avenida Francisco Afonso Carrillo no ‘tocara’ las
instalaciones de Loro Parque, por su propio interés (que se escucha en los
aeropuertos), seguro que algo aporta.
Para evitar
la polémica suscitada en la posibilidad de suprimir ayuntamientos (y Canarias
no ha quedado al margen de la discusión), entiendo que una mejor salida es
plantear la creación de las citadas mancomunidades. O potenciar las ya
existentes dotándolas de mayores competencias.
Soy
consciente de que razones históricas, de tradición o de cualquier otra índole
son factores que alimentan la controversia. Pero que existan en el país 2699
ayuntamientos (un tercio de los 8122 en toda España) con menos de 250
habitantes, exige un examen riguroso, concienzudo y serio de la problemática
situación.
Se nos llena
la boca discutiendo acerca de planes de ahorro (no siempre predicados con el ejemplo
de los cargos públicos) y al unísono (salvo las excepciones de rigor)
desechamos múltiples posibilidades. Me recuerda, salvando las distancias, las
avalanchas en las ferias de turismo (queda aún mucha tela que cortar a pesar de
las restricciones), donde cada pueblo vende sus encantos a unos potenciales
clientes como si la Villa de La
Orotava estuviera a unos dos millones de leguas de Puerto de
la Cruz, o como si Los Realejos dispusiera de fronteras valladas para que los
visitantes no se acercaran a darse un garbeo por el casco antiguo de San Juan
de la Rambla. Deberá
ser, ojalá solo sea eso, la apatía y desgana que se contempla en el movimiento
asociativo.
Me temo que
no. Seguimos empeñados en creer que nuestro ombligo es mucho más bello que el
del vecino. Y así nos va. ¿Se imaginan ustedes el potencial que tendría el ente
que algunos denominamos Valle de Taoro? Pero pueden los chiringuitos. La
profesionalización de la política implica que lo primero es la asignación
generosa a ese apartado del capítulo I de los presupuestos municipales que
engloba los sueldos y asignaciones de alcaldes, concejales y el extenso abanico
de acompañantes.
Y termino con
una aclaración a un ‘amigo’ de una red social (Facebook). Aquí, porque el blog
es más mucho más serio que tanta ‘bobería’ que se cita con ligereza en otros
foros que se prestan a lo chabacano y chanchullero. Jesús ostentó un cargo en
el mandato 1983-1987 en el ayuntamiento de Los Realejos. Y siendo el máximo
responsable de la
Corporación tuvo que ordenar el cierre de una carpintería
ilegal. Hubo denuncias vecinales e informes policiales. Pero aunque no las
hubiera habido, allí no estaba permitido tal uso y nada más que hablar.
Treinta años
después, alguien que sintoniza sin recato ni disimulo con otros políticos más
‘populares’ de hoy mismo, no solo me lo reprocha públicamente, sino que me
acusa, en un ejercicio muy deficiente de la comprensión lectora aludida al
inicio del presente, de haber expedido cheques de favoritismo. Dos
consideraciones:
a) Que yo
sepa en tres décadas los juzgados no se han suprimido sino incrementado su
número de manera exponencial.
b) Ojalá
hubiese habido dinero para sufrir tales tentaciones. Vaya por el ayuntamiento y
pregunte si tienen archivadas las declaraciones de bienes de los que fuimos
representantes públicos en aquellos primeros años de la democracia.
Pero no les
voy a aburrir con la historia de los que, según ópticas modernas que rechazo de
plano, hicimos el “gilipollas” en nuestro fugaz paso consistorial. Lecciones de
moral y ética, las justas. No se halla en condiciones para ello.
Bueno, lo
mismo mañana escribimos del gobierno. Hasta entonces.
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