Y llegaron
las fiestas; de mayo, claro. Y que comienzan en abril. Y que concluyen en
junio. Y que cuando coinciden en año electoral, se incrementan los actos, más
conocidos en la actualidad por eventos. Y de todo tipo, tú.
Y como
constituyen el cartel y el programa dos hitos trascendentales de los festejos,
viene a resultar que a estas alturas de mes (11 de mayo) aún se sigue
comentando por el pueblo la atracción fatal de la i griega o ye; que también es
conjunción copulativa que une palabras o cláusulas en concepto afirmativo
(diccionario al canto). Y la y, sin un dibujito de un mago más que sea, alega el populacho (me incluyo) es fea, sin gracia,
sin un fisco de canariedad, sin aroma a gofio amasado y olor de conejo en
salmorejo.
Y me
pregunto, nos preguntamos, qué cuesta convocar cada año un concurso al
respecto. Y, a buen seguro, se presentarán muchos bocetos, porque gente
implicada en el municipio sobra. Y elegiremos aquel que se estime concuerde
mejor con los intereses, gustos y preferencias de la idiosincrasia realejera,
del espíritu parrandero, del sentimiento que expresa una copla que surge de la
garganta de un entusiasta cantador. Y que transmita el orgullo de una tierra
agradecida que rinde pleitesía a sus ancestros a través de los acordes de un
timple.
Y esta y solo
inocula indiferencia y pasotismo, cuando no rechazo. Y no discutimos la
irrupción de nuevos valores en el sugerente mundo de la estética. Y los
aplaudimos, pero no como para jugar con raros experimentos en una celebración
que hunde sus raíces en la más genuina tradición popular. Y así nos va con
modernismos de nuevo cuño que cercenan trayectorias preñadas de los propios
conceptos que en un cartel soso, desabrido e insípido podemos leer sin que nos
diga absolutamente nada. Y es que jamás un texto fue tan insulso.
Y al tiempo
que me alegro por la permanencia de actividades, razón de ser de un mayo
festivo y de plena participación ciudadana, no capto la insistencia en el
concepto “como debe ser” que nos invita a llevar el traje típico en perfecto
estado de revista (que se argumentaba en el cuartel), a la vez que se nos
desanima con esta falta de colorido en el reclamo que sustenta todo el
entramado.
Y reconozco
que los años no me han vuelto conservador, que cada día que pasa estoy más
contestatario. Y pienso si no sería conveniente que fuéramos muchos más los que
levantáramos la voz de la inconformidad para que de la discrepancia de
pareceres brotara la luz que guiara muchas actuaciones. Y, además, lo escribo,
con el peligro de que la constancia escrita implica mayores quebraderos de
cabeza en el futuro próximo, o lejano. Y, aun así, me arriesgo; llevo
haciéndolo tiempo ha. Y como no han sido muchos los que hayan rebatido estos
planteamientos, entiendo que no debo ir demasiado descarriado.
Y propongo a
los organizadores que existen otras vías de innovación: no traigan el próximo
año al colectivo de Sabinosa (en El Hierro hay más), no repitan tantos grupos
en el Festival de las Islas ni que se limiten a interpretar siempre idénticos
temas (los más cómodos para bailar), cambien el diseño cansino de “Los
realejeros cantan a su pueblo”, hagan las carreras de caballos en el nuevo
hipódromo, disparen los fuegos en los sectores habilitados al efecto (promesas
electorales), busquen vías alternativas antes de lanzarse al cierre alegre de
calles, prohíban la petición de la perra para las flores que provocan
considerables atascos de tráfico (pobres de los que tenemos que pasar varias
veces al día por obligación)…
Y como para
gustos, colores, escrito queda. Y no conviene guardarse todo dentro, sino
desembuchar de vez en cuando porque se te crea una pelota en la boca del
estómago o lo mismo te da un infarto y te quedas tieso como un garrote. Y en
tales circunstancias, la esquela no te va a solucionar gran cosa.
Y final con
aclaración:
polisíndeton.
(Del lat. polysindĕton, y este del
gr. πολυσύνδετον).
1. m. Ret. Figura que consiste
en emplear repetidamente las conjunciones para dar fuerza o energía a la
expresión de los conceptos.
Y, señores,
se acabó. Y parece oportuno recordar que, a pesar de todo, debemos disfrutar de
las fiestas. Y que en las de julio haya más suerte con el cartel anunciador.
Y, ¡ah!,
hasta mañana.
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