lunes, 11 de mayo de 2015

Y

Y llegaron las fiestas; de mayo, claro. Y que comienzan en abril. Y que concluyen en junio. Y que cuando coinciden en año electoral, se incrementan los actos, más conocidos en la actualidad por eventos. Y de todo tipo, tú.
Y como constituyen el cartel y el programa dos hitos trascendentales de los festejos, viene a resultar que a estas alturas de mes (11 de mayo) aún se sigue comentando por el pueblo la atracción fatal de la i griega o ye; que también es conjunción copulativa que une palabras o cláusulas en concepto afirmativo (diccionario al canto). Y la y, sin un dibujito de un mago más que sea, alega el populacho (me incluyo) es fea, sin gracia, sin un fisco de canariedad, sin aroma a gofio amasado y olor de conejo en salmorejo.
Y me pregunto, nos preguntamos, qué cuesta convocar cada año un concurso al respecto. Y, a buen seguro, se presentarán muchos bocetos, porque gente implicada en el municipio sobra. Y elegiremos aquel que se estime concuerde mejor con los intereses, gustos y preferencias de la idiosincrasia realejera, del espíritu parrandero, del sentimiento que expresa una copla que surge de la garganta de un entusiasta cantador. Y que transmita el orgullo de una tierra agradecida que rinde pleitesía a sus ancestros a través de los acordes de un timple.
Y esta y solo inocula indiferencia y pasotismo, cuando no rechazo. Y no discutimos la irrupción de nuevos valores en el sugerente mundo de la estética. Y los aplaudimos, pero no como para jugar con raros experimentos en una celebración que hunde sus raíces en la más genuina tradición popular. Y así nos va con modernismos de nuevo cuño que cercenan trayectorias preñadas de los propios conceptos que en un cartel soso, desabrido e insípido podemos leer sin que nos diga absolutamente nada. Y es que jamás un texto fue tan insulso.
Y al tiempo que me alegro por la permanencia de actividades, razón de ser de un mayo festivo y de plena participación ciudadana, no capto la insistencia en el concepto “como debe ser” que nos invita a llevar el traje típico en perfecto estado de revista (que se argumentaba en el cuartel), a la vez que se nos desanima con esta falta de colorido en el reclamo que sustenta todo el entramado.
Y reconozco que los años no me han vuelto conservador, que cada día que pasa estoy más contestatario. Y pienso si no sería conveniente que fuéramos muchos más los que levantáramos la voz de la inconformidad para que de la discrepancia de pareceres brotara la luz que guiara muchas actuaciones. Y, además, lo escribo, con el peligro de que la constancia escrita implica mayores quebraderos de cabeza en el futuro próximo, o lejano. Y, aun así, me arriesgo; llevo haciéndolo tiempo ha. Y como no han sido muchos los que hayan rebatido estos planteamientos, entiendo que no debo ir demasiado descarriado.
Y propongo a los organizadores que existen otras vías de innovación: no traigan el próximo año al colectivo de Sabinosa (en El Hierro hay más), no repitan tantos grupos en el Festival de las Islas ni que se limiten a interpretar siempre idénticos temas (los más cómodos para bailar), cambien el diseño cansino de “Los realejeros cantan a su pueblo”, hagan las carreras de caballos en el nuevo hipódromo, disparen los fuegos en los sectores habilitados al efecto (promesas electorales), busquen vías alternativas antes de lanzarse al cierre alegre de calles, prohíban la petición de la perra para las flores que provocan considerables atascos de tráfico (pobres de los que tenemos que pasar varias veces al día por obligación)…
Y como para gustos, colores, escrito queda. Y no conviene guardarse todo dentro, sino desembuchar de vez en cuando porque se te crea una pelota en la boca del estómago o lo mismo te da un infarto y te quedas tieso como un garrote. Y en tales circunstancias, la esquela no te va a solucionar gran cosa.
Y final con aclaración:
polisíndeton.
(Del lat. polysindĕton, y este del gr. πολυσνδετον).
1. m. Ret. Figura que consiste en emplear repetidamente las conjunciones para dar fuerza o energía a la expresión de los conceptos.
Y, señores, se acabó. Y parece oportuno recordar que, a pesar de todo, debemos disfrutar de las fiestas. Y que en las de julio haya más suerte con el cartel anunciador.
Y, ¡ah!, hasta mañana.

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