viernes, 5 de junio de 2015

Sabandijas

Cuánto peligro puede entrañar un titular. Y cuando le añades una fotografía con la que el lector pueda establecer una posible asociación de ideas, un riesgo añadido. Viene a resultar como el extraer de una composición (sacar del contexto) una frase llamativa y soltarla al albur de cada cual. Es táctica preferida por los que intentan destacar a toda costa en las modernidades de las redes sociales, para que el capítulo de Comentarios y Me gusta se incremente de manera significativa.
Has leído el título de hoy, has echado, a continuación (o al revés, que tanto monta), una visual a la ilustración gráfica, e, inmediatamente, has pensado en que voy a ‘meterme’ nuevamente con el mentor del 50º aniversario. Nada más lejos de la realidad. ¿O no?
Ha muerto Carlos Pinto Grote. Fue Premio Canarias de Literatura en 1991. De él mucho, y bien, han escrito en estas últimas horas excelentes cronistas. Reacciones antes su marcha, variadas. Todas con idéntico marchamo: Se nos ha ido uno de los grandes poetas que ha parido esta tierra volcánica. Bien poco podría añadir este pobre infeliz a esa enorme lista de calificativos que definen (siempre permanecerá en la memoria) a este gentleman.
He intentado devorar cuanta manifestación por este óbito se puso ante mis ojos. Los plácemes y notas laudatorias, una constante. De su poema Llamarme guanche, la característica de haberlo escrito enfadado y molesto con la actitud del “godo” enterado que ha mirado al canario por arriba del hombro. Y relacionado con estos versos, a los que añadieron unas perras de música el grupo lagunero de Los Sabandeños, el parecer –más bien apostilla– de quien, al parecer, se erige en soberano de todos los fregados. Porque después de la lectura sosegada, a conciencia, de Los Sabandeños, las otras voces del mito (Gonzalo Hernández y Francisco García Yanes), pienso si los arreglos sinfónicos para pandereta le dan autoridad a Elfidio Alonso para estas declaraciones: “Tuve oportunidad de comprobarlo en algunas composiciones que hicimos juntos para Los Sabandeños, como la canción Llamarme guanche. Nos proporcionó un enorme éxito, incluso la interpretamos con la Orquesta Sinfónica de Tenerife. También me hizo entrega de unas coplas alusivas al pájaro canario, que se han convertido en muy populares. Se pueden escuchar en las romerías y a muchas agrupaciones”.
Reconozco que me enfogueto (única particularidad contagiada a través de los tiempos en este pueblo pirotécnico) ante determinadas actitudes. Y como Elfidio, dueño y señor de la patente, administrador único de ganancias y prebendas, es muy dado a registrar todo aquello que pueda brindarle algún beneficio (incluyan arreglos musicales, de los que –lean el libro citado– no tiene ni las más pajolera idea), nada me sorprende que el mero cambio o añadido de cualquier vocablo ya suponga la inmediata generación de derechos de autor.
Tengo en casa unos cuantos discos de vinilo. De los susodichos, varios. En la inmensa mayoría de los temas grabados, la autoría de Elfidio. Lo mismo da que se trate de letras del acervo popular como de Nicolás Estévanez. O más sorprendente aún: Letra (Agustín Millares), Música (Elfidio Alonso). Si en el post de ayer Totoyo Millares cuestionaba los procederes de Néstor Álamo, a la otra versión de la historia sabandeña (vuelvo a remitirme al libro aludido) me ciño, y que cada cual obtenga sus conclusiones.
Un disco de 1967 y/o la presentación oficial en el Ateneo (1968) marcan los dos posibles hitos que dieron arranque al grupo. Aquellos que fueron partícipes de los primeros pasos, y ahora escindidos por mil y un motivos, no dan crédito a los vaivenes del señor Alonso, hasta el punto que uno de ellos (Julio Fajardo) indica que no se le debe dar más vueltas al asunto y zanja la polémica con el siguiente aserto: Los Sabandeños nacieron el mismo día que Elfidio Alonso. Ve, si te place, a la hemeroteca del periódico El Día, y en la sección de Criterios hallarás (meses de abril y mayo próximo pasados) unos artículos de Juan Oliva-Tristán Fernández bastantes esclarecedores. No te pongo los enlaces porque el ordenador no me deja. El pobre está demandando el recambio.
Te dejo con unos escaneos. Dos de la propia web del grupo. Se observa que el encargado de su mantenimiento no se ha percatado de la incongruencia de las fechas. Puede que Elfidio, que reconoce estar viejo para estos avances informáticos, pero, sin embargo, tan avispado para otros ‘arreglos’, no haya tenido tiempo para adelantar el parto otro par de lustros. Los otros proceden de los discos que antes te menté. Con los bailes de fechas, mejor seguir los consejos de Fajardo y adoptar 1935 (nacía Elfidio con una pandereta bajo el brazo) como año (republicano) de la fundación.
No, yo valías no discuto ni cuestiono. Trapicheos, sí.
Feliz fin de semana. Hasta el lunes, si no surgen novedades importantes.
Nota aclaratoria: Mira a ver si por un casual te funcionan estos enlaces. De ser afirmativo, olvídate del consejo que te di un fisco más arriba para ir a la hemeroteca de El Día.
Y ahora sí, a descansar. Ve afinando el instrumento que restan romerías.

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