martes, 14 de julio de 2015

Senadores

Título III de la Constitución Española: De las Cortes Generales. Capítulo I: De las Cámaras. Artículo 69 (qué casualidad: el pornográfico). Apartado 1: El Senado es la Cámara de representación territorial. Apartado 5: Las Comunidades Autónomas designarán, además, un Senador y otro más por cada millón de habitantes…
Si continuas leyendo los artículos de los diferentes capítulos de este Título II, llegarás a la conclusión de que esta segunda cámara legislativa, o de segunda lectura, no vale un céntimo. Un gasto inútil, innecesario. Podrán debatir sus señorías cuanto les venga en gana, podrán proponer, demandar cambios o establecer vetos. Pero lo único que conseguirán es que la tramitación legislativa se retrase un poco, porque en la preceptiva vuelta al Congreso, los diputados acordarán lo que estimen oportuno y, con mis respetos, pasándose la opinión de los senadores por el cable del micrófono. Salvo directrices partidarias de superior rango.
Celebradas recientemente las elecciones autonómicas, se hallan los respectivos parlamentos en la fase de elección antes mencionada. Y aquí entraría la segunda valoración. Que pasa, primero, por la denominación de sauna o cementerio de elefantes con que se califica al palacio ubicado en la plaza de la Marina Española, edificio del siglo XVI y antiguo colegio de la Encarnación; y, luego, por colegir que el nivel de experiencia de los que allí se sientan es elevadísimo porque todos convergen en la sede madrileña para rumiar los pastos ingeridos en etapas precedentes.
Los expresidentes autonómicos, aquellos que han perdido las elecciones, tienen asegurado este comodísimo retiro, junto a otros muchos cargos. Es decir, el Senado es una cámara formada en su inmensa mayoría por ex. La veteranía, se dice, es un grado y la cota de ‘el hábito SÍ hace al monje’ de los señores (añadan señoras los cursis de rigor) senadores implica un notorio incremento del valor añadido. Ejemplos significativos de la ingente labor desarrollada y de las innumerables intervenciones habidas los encontramos en Miguel Zerolo y Casimiro Curbelo. Tanto que el gomero, en cuanto se convoquen elecciones generales este próximo otoño o invierno (depende de cómo lleve el curso de idiomas Mariano Rajoy), será nuevamente ungido y elevado a las más altas cotas de responsabilidad nacional. No olvidemos que hay asuntos no debidamente saneados en su momento y que requieren de una intervención directa para general conocimiento y clarificación de los hechos.
Ignoro, porque ya no estoy en la onda, qué podría acometerse con 51.900.420 euros. Pero debe alcanzar para remozar unos cuantos colegios, dar de comer a varias familias y solventar el futuro de muchos estudiantes. Ello sería posible, en principio, con algo tan simple como implantar un sistema unicameral en este país y ahorrarnos esos millones con los que sostenemos a esa camarilla de inútiles. Pues ese montante es lo que parece ser el presupuesto para este 2015 del Senado español. Y cuando utilizo el calificativo ‘inútiles’ no hago referencia a su capacidad o preparación, sino a que realizan una labor, que no un trabajo, a todas luces inservible, improductiva, infecunda, caduca.
Los organigramas de los partidos tienden a inmortalizar estas actuaciones. Ponle el cuño que entre los tres designados por el Parlamento de Canarias en esta próxima sesión plenaria no estaremos ni tú ni yo. Pero sí será un trío que lleva ordeñando la teta pública desde ni te cuento. Que se irán a hacer los madriles los martes para regresar el jueves en la tarde-noche, o lo más tardar el viernes por si les quedó algo pendiente. Que no tiene por qué guardar relación con la agotadora actividad legislativa. Lo que les permitirá simultanear otras menudencias. Y que es lógico, hasta cierto punto. El sentimiento de que haga lo que haga, proponga lo que proponga, no va servir para gran cosa, le hará volverse cómodo, cuando no imbuirse de un pasotismo galopante.
Leí que el PSOE quiere abanderar una reforma constitucional. Pues será digno acreedor a mis máximos respetos y consideración si incluye este clamor popular: eliminar el Senado. Sin ambages. Sin matices. Fuera con él, por baldío y despilfarrador.
Tan cómodos son los sillones y tan acogedores los espacios que hasta doña Rita Barberá va a combatir sus ‘calores’ en el remanso de paz capitalino (otro Retiro) para satisfacción y regocijo de los valencianos. Cuántas fallas en el sistema que es menester corregir, solventar, suprimir. Y no hay dinero. Chiquita falta de ignorancia.
Como hoy es el día de la embarcación, me pregunto si la comitiva llegará a la altura de la Calle Tegueste. Los vecinos de aquella zona de Punta Brava se alegrarían de que las perritas ahorradas del Senado pudieran dedicarse al arreglo. Seguro que Kiessling comparte mi parecer.
Hasta mañana. Y ya estaremos a mitad de julio. Sean felices.

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