Soy
consciente de que acerca de este tema ya hemos emborronado cuartillas. Pero no
me resisto a permanecer en silencio (caligráfico) ante la avalancha de nuevos
escritores que vienen proliferando en medios de comunicación tradicionales, así
como en este mundo de las nuevas tecnologías. Gentes que están cuatro años en
el silencio más absoluto y, de repente, despiertan de un soporífero letargo con
artículos de opinión, pintadas en muros virtuales y llamamientos a cambios y
renovaciones. Cuánta incongruencia y qué dosis de cinismo con aderezos de
hipocresía.
Comienzan a
perfilarse aspirantes a candidatos. Se trata de convencer a simpatizantes,
mucho más a los militantes, con cantos de excelencia, para que desde las
agrupaciones locales caigan muchas nominaciones. Aunque tampoco vayas a creer
que es condición indispensable. Porque los comités, tanto insular como
regional, pueden pasarse tales acuerdos por el túnel de Los Roquillos, ahora
que El Hierro está de moda. Y no por las quesadillas. Alpidio se la tiene jurada
a José Miguel y hasta que no se salga con la suya, tiembla Patricia.
Harto sabido
es, desde los tiempos en que un servidor era “cosa pública” (ahora debo ser
“cosa ignorada”), los componentes de los citados comités no acudían a las
reuniones con votos cerrados, con mandatos de sus respectivas asambleas, sino
que sobre la marcha deciden lo que mejor crean conveniente, o, quizás, entiendan
se adapte a sus particulares conveniencias. Sí, no te escandalices, reitero: a
sus particulares conveniencias. De no ser así, ¿cómo crees que se mantienen
unos muchos por los siglos de los siglos?
Aquellos que
han sido capaces de seguir esta trayectoria escritora (al menos en el blog),
conocen que reputados especialistas me tienen prohibido votar por al PP o por
CC. Aunque no me negarás que resta aún un amplísimo abanico. Ya se sabe que
cuanto más a la izquierda, los chiringuitos no forman cooperativas ni habiendo
esnifado gofio en polvo. Y como donde hubo siempre queda, no voy a negarte que
sigo el deambular (es que caminar, lo que se dice caminar, no acabo de
asumirlo) socialista con sumo interés. Y ya enseñan la patita los de las
anteriores, las anteriores, las anteriores y, a lo peor, las anteriores.
No atisbo uno
nuevo, virgen, inmaculado. No lo pongo en femenino porque me espetan que estoy
bordeando la intimidad y otras menudencias. Todos los que se (auto)proponen solo
aportan experiencia. Es decir, traducido a román paladino, años y años aupados.
Algunos simularon retirarse en las pasadas elecciones locales y autonómicas y vuelven
a la palestra, se supone que con las pilas recargadas, para demandar nuestro
consentimiento y alcanzar la ansiada meta madrileña: viajes gratis (incluyan
taxis) y horario reducido (de martes a jueves).
Los nombres
que se barajan (bastantes con actividad frenética, nula hasta bien poco, en
redes sociales) poco aportan. Porque vemos un nítido síntoma de más de lo
mismo. Lo que me recuerda una viñeta de Forges en la que en una reunión de
cargos públicos alguien manifestaba: “Tenemos que volver a ilusionar a nuestros
simpatizantes. ¿Qué se os ocurre?”. Y uno de ellos respondió: “Dimitamos”. Yo
he preferido, desde tiempos inmemoriales,
que es menester echarse a un lado, dejar paso. Porque todos sirven, todos
valen, pero las indigestiones son malas de necesidad.
Apuesta
abiertamente Francisco Hernández Spínola por “El cambio que une”. ¿Qué cambio?
¿Cómo pueden los mismos cambiar algo? Cámbiense ustedes. Mi trabajo en el Gobierno de España, en el Gobierno de Canarias, en el
Parlamento autonómico y en el propio partido como Vicesecretario General de
PSC-PSOE en Canarias puede ser una herramienta útil para defender nuestros
ideales, nuestro programa y nuestro compromiso social. Con todos mis
respetos, Paco, será para defender tu interés. Con esa teoría tuya, lo único
que están consiguiendo es que el Congreso de los Diputados se convierta en otro
Senado, en otro cementerio de elefantes.
Idéntica
teoría le puedo aplicar a Lola Padrón en el supuesto de que dé el paso
asimismo. De qué me valen que me esgriman de que aún son jóvenes, si llevan más
de media vida sin haber cotizado con fundamento, que diría un conocido. Que
están más vistos que las novelas de Marcial Lafuente Estefanía que leíamos en
nuestros años mozos a falta de mejores contenidos en aquellos años duros en
medio de tantas plataneras.
Y lo de José
Vicente, el médico, tanto o más capacitado (en lo del pluriempleo) que el
mismísimo Alarcó, de juzgado de guardia: “Golpe de renovación para un Senado
eficaz.” Si me lee, lo dudo, me aclarará que es una renovación de ideas. Lo que
me dará pie a espetarle que los que se han acostumbrado a vivir en otras
latitudes, difícilmente podrán aportar nada nuevo. Si ello fuera posible, ¿Por
qué no lo han hecho ya? ¿Cómo se puede llevar tantos cuatrienios en el fregado
político y cada vez que la cita electoral es inminente se les enciende la
bombilla? Para luego apagarse otra vez, claro. Mejor, oscuro.
Si yo fuera
militante, haría una campaña, agrupación por agrupación, para que ninguna
propusiera a estos aspirantes. Que comienzan sus particulares campañas sin
contar con bases ni pegacarteles.
Ninguno, todos fuera. Reincorpórense a sus trabajos y los quiero ver subidos a
una escalera amarrando las pancartas de otros que SÍ puedan ilusionar. Pondrían
en un buen brete a los comités electorales si desde los pueblos se iniciara una
revolución en toda regla.
Lo malo es
que sé de buena tinta que otros mucho más jóvenes se postulan para ese paraíso
de la gandulería llamado Senado. Será para ir adquiriendo madurez con los culodurmientes derrotados en sus
respectivas comunidades autónomas. Y como demando, sobre todo, ejemplaridad,
¿qué me puede ofrecer quien ha sido condenado por la justicia, en dos
instancias, por un comportamiento cívico inadecuado? ¿Cómo voy a votar (en el
supuesto de que lo hiciese por alguna candidatura; para el Senado deposito
desde hace varias convocatorias una papeleta nula) para que me legisle una
persona que en su vida privada no es capaz de cumplir con normas elementales de
ciudadanía?
Este PSOE de Canarias,
tan acostumbrado a conformarse con ir de la mano, necesita una dirigencia de
otras miras mucho más amplias. Con los mismos va a ser imposible. Están
adocenados.
¿Y del pacto?
La décima de la ruptura está elaborada desde hace unas semanas. Pero ahí hay un
debate más profundo. Demasiados protagonistas y escasos actores de reparto.
¿Cómo? ¿Olvidarme yo de Pepe Segura? ¿Estás seguro? Si no le ofrecen la
capitanía del correíllo La Palma…
Eso, otra
día. Hasta mañana.
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