El
ayuntamiento de Los Realejos, a principios de 2014, recordaba a los
responsables de los establecimientos de restauración que tenían de plazo hasta
el 8 de febrero de ese año para solicitar la autorización de ocupación del
espacio público (aceras) con mesas, sillas, parasoles y otros elementos
auxiliares. Amén de la moratoria (dos años) para el pago de las tasas
pertinentes, el alcalde matizaba: “Había que buscar un punto de equilibrio
entre disponer de una normativa en la que basar el embellecimiento del espacio
público de Los Realejos y que al mismo tiempo diera garantías a los empresarios
de estos establecimientos y comodidades a los peatones y usuarios de las
aceras, terrazas y parques de titularidad pública”. Aclaro que el subrayado
es mío. En la normativa reguladora se especifica: “Se debe siempre dejar un
espacio en la acera de al menos un metro, de tal manera que se permita el paso
de peatones, carritos de niño o sillas de personas con movilidad reducida”.
Vuelvo a insistir en lo del subrayado.
Antes de la
remodelación, las aceras tenían más de dos metros de ancho y eran estrechas.
Ahora son amplísimas, pero no puedes transitar con tranquilidad y debes ir en
fila india y sin bultos en los bolsillos.
No me
extiendo en otras consideraciones porque con lo expresado me es suficiente para
el oportuno comentario. Que lo ceñiré al barrio en el que he vivido la mayor
parte de mi existencia, pero que no desconoce don Manuel Domínguez ni la
concejala de igualdad, discapacidad, educación y algo más.
En la zona comercial
abierta no se están cumpliendo los requisitos que la ordenanza especifica. Ha
habido multitud de quejas. En las redes sociales, tan en boga en cualquier
foro, he podido leer más de un lamento. En la que, normalmente, se etiqueta a
los miembros de la corporación conocidos (amigos) del demandante.
No es que ya
no se pueda pasar tranquilamente por la acera, sino que llevar a tu nieto en un
carrito se convierte en misión imposible. Y los peor es que como tropieces con
una silla ocupada, el cliente te manda una mirada que lo mismo te sugiere a dar
la vuelta o a circular, como los coches, por la calzada. Invito a que Manolo
meta en uno de esos vehículos de transporte de bebés a su concejal de juventud (me parece el más
adecuado por razones de cometido) y lo pasee por La Longuera, desde El
Monturrio hasta la entrada a La Gorvorana y otras urbanizaciones. Y luego (eso
sí, crúcelo por el paso de peatones) retorne por la acera de enfrente hasta la
escalera que baja a El Marqués. Si supera la prueba de obstáculos sin mayores
contratiempos, avíseme por al canal que crea adecuado y voy de rodillas a
pedirle excusas al lugar que usted elija. Póngalo lejos, por ser atrevido.
Y digo más.
Cuando uno aparca en cualquier lugar autorizado de la citada calle, procura que
el culo del coche no invada un milímetro la zona de acera. No tanto porque eso
no debe hacerse (aunque así la tienen de porquerías los conductores de aquí
estoy yo y jódase el resto), cuanto por la postura recriminatoria del que se
toma la cervecita y/o se echa el cigarro al intuir que su silla está en
peligro. En más de una ocasión me he ido para la Urbanización Los
Potreros, no sea que se arme cualquier altercado sin necesidad alguna.
Puedo
entender a la perfección que alternativas había que brindar a los fumadores
tras la promulgación de la ley que prohibía hacerlo en el interior de bares,
restaurantes y demás. Hasta me da cierta pena cómo hemos convertido en
proscritos a los fumadores. Cada uno se muere de lo que le dé la gana. Soy
consciente, asimismo, de los gravísimos problemas de salud a que se pueden ver
sometidos los no fumadores. No obstante, toda la acera es demasiado. Y si lo
llevan haciendo desde ha bastante, será que no se vigilan y se pone freno a los
incumplimientos.
Otros lugares
son menos transitados por un servidor. Aunque por la zona de San Agustín, con
presencia asidua de ediles y allegados, me da que se surten (¿por lo del
antiguo surtidor?) más centímetros cuadrados de los inicialmente previstos. ¿O
no? Para mí este hecho es como cuando te encuentras un coche aparcado en la
acera y no te deja pasar. ¿Me expongo a que me trinque un motorizado bajándome
a la calzada o paso por encima del susodicho? Y algo camino.
Bueno, acabo
en la zona baja del municipio. De la que se dice en la web institucional lo
siguiente: “Cuenta con 6.200 habitantes repartidos en las modernas
urbanizaciones que se han desarrollado principalmente en los últimos diez años.
Posee vestigios históricos como la
Hacienda y Ermita de la Gorborana del siglo XVII y las ruinas del
elevador de Aguas de Gordejuela, una construcción de principios del siglo XX
que albergó la primera máquina de vapor de Tenerife”.
No coincido
en dos cuestiones con lo entrecomillado. Dejo a la consideración de mis
apreciados lectores (que los tengo, alcalde, no creas), a qué dos aspectos
concretos me refiero.
Estoy
contento, si embargo, porque tengo entendido que algo se mueve en torno a la Casona de La Gorvorana. Lo que no acabo de
entender muy bien, y por eso me abstengo de opinar, es lo del auditorio. No
termino de verlo, pero hablando se entiende la gente. Siempre he tenido claro
que debe existir un orden de prioridades. Y cuando el Cine Viera lleva
esperando muchísimos años, embarcarnos en otra aventura de recintos de un par
de cientos de potenciales espectadores, me parece una tomadura de pelo hacia
quienes, por expectativas creadas desde el propio consistorio, vienen
reclamando la adecuación de un recinto que ya está, no hay que crearlo ni
mandarlo a pedir al extranjero.
Estaremos con
la oreja atenta a lo que me cuenten los concejales de los grupos de la
oposición. De los del grupo de gobierno poco espero. Ni me leen. Van sobrados.
Están en ello. No le propongas nada porque ya ellos lo habían pensado unos
siete siglos antes.
Y otro
consejo (a este no llegan ni por equivocación). Revisen las leyendas de los
núcleos poblacionales, como la arriba expresada, pues debieron ser redactadas
en el pasado lejano y, por ejemplo, en lo de los habitantes llama la atención
la imprecisión de los más de 7.500 de Realejo Alto, con la seguridad rotunda de
los 4.252 de San Agustín (me imagino que incluirá Realejo Bajo, puesto que en
este último apartado no vive nadie). Lo que sí se nota, y lo felicito por ello,
es la mano ‘fotográfica’ de Isidro Felipe. Excelente labor recopilatoria y de
notable incremento del archivo visual.
Hasta mañana.
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