No, lo
siento, el análisis de las elecciones catalanas (plebiscito) es, debe ser,
tarea de analistas de mayor porte, de esos que salen por la tele y lo dominan
todo. También existen en mi tierra, es decir, en mi norte, como no podía ser
menos. Que portentos hay de aquí a La Victoria, incluso más lejos.
Tampoco me
voy a detener en una destacada información de El Periódico: “La policía mata a
un hombre en silla de ruedas que quería suicidarse”. Porque solo se me ocurre
manifestar: ¡Vaya ayuda!
Vamos con el
asunto de hoy: el rabogato (Pennisetum setaceum). Planta que se ha adueñado de
extensos territorios en esta isla (creo que en La Palma también está haciendo
de las suyas; ya entró por La
Caldera como Pedro por su casa), como acabará por hacerlo la
ardilla en Maxorata, y en cuyas labores de extinción no se están luciendo los técnicos
medioambientales que pululan por los organismos oficiales.
Hace unas
semanas comentaba algo al respecto en una red social, pues me tropecé, en una
de los pateos diarios, con unos operarios en la zona de La Higuerita haciendo todo
lo contrario a lo que la propia normativa gubernamental establece.
Así que me
fui al Boletín Oficial de Canarias y, en su número 120 del año 2014 (aquí te
dejo el enlace por si quieres profundizar en el tema: http://sede.gobcan.es/boc/boc-a-2014-120-2753.pdf),
hallé, entre otros aspectos, lo siguiente:
Eliminación del rabogato
Primero se eliminan las partes florales de
la planta, siendo esta la acción más delicada del control. Se intentará
realizar la actuación en un periodo donde la floración no sea máxima ni el
viento excesivo ya que la intención fundamental de este primer paso es evitar a
toda costa la dispersión de las semillas del rabogato.
La mejor forma es reunir cuidadosamente las
espigas de la planta, embolsarla [sic] superiormente cerrando la bolsa por la
parte inferior y luego cortar los fascículos. Cuando esto no es posible por el
tamaño del ejemplar, se cortan las espigas cuidadosamente con tijera y se
introducen en bolsas evitando la dispersión de las semillas. Para evitar esta
dispersión, el ejemplar con el que se trabaja puede cubrirse lateralmente con
una pantalla plástica semicilíndrica como las usadas en la aplicación de herbicidas.
Se intentarán recuperar las semillas que
pudieran haber caído al suelo. Esta acción, mejora significativamente el éxito
de la actuación y el esfuerzo de actuaciones posteriores de mantenimiento o
erradicación de la especie.
Una vez eliminada [sic] las espigas y sus
semillas se procede a desenterrar la planta manualmente o usando azada,
recogiendo todos los fragmentos de raíces que se adviertan. Las raíces también
deben ser embolsadas.
Prácticas desaconsejables
El uso del fuego es totalmente desaconsejable
ya que la especie es pirófita y sus restos y propágulos rebrotan tras la quema
de manera vigorosa, facilitando aún más su propagación en el territorio.
No se utilizará maquinaría [sic] o
herramientas mecánicas tipo desbrozadoras o sopladores, etc. en la eliminación
o el control de Pennisetum setaceum.
Las actuaciones sobre el rabogato no deben
realizarse de forma localizada y puntual, si no [sic] continuada en el tiempo
de manera que pueda controlarse el rebrote de la especie.
Mil excusas
por la extensión del texto reproducido, pero entendía que era menester. Y si tú
lees la Orden
al completo te llevarás más sorpresas. Lo que viene a demostrar que las normas
se inventan para incumplirse.
La elegante
desbrozadora que manejaban los trabajadores del servicio de mantenimiento de
carreteras del Cabildo los días que ‘limpiaron’ el tramo por el que los amigos
del colesterol caminamos desde El Castillo a La Vera, en unas tardes en que la ventolera soplaba
de lo lindo, sin recoger restos algunos (es más, barrían con la ‘sopladora’, o
como demonios se llame), mandaba al traste toda recomendación. Esperemos unos
meses apenas y tendremos la oportunidad de poder disfrutar de ingentes
cantidades de plantas ornamentales. Tan frondosas como las que lucen en el
solar anexo al HUC.
En unas
huertas abandonadas que existen en la zona citada, compruebo que han utilizado
el método del fuego. Otra de las prácticas desaconsejables, según has podido captar
antes. Aquello se va a poner como una alfombra.
Resumimos:
Nos atiborramos de leyes, decretos y órdenes. Son tantas las que atesoramos
que, a veces, se nos olvidan y las repetimos para justificar sueldos
parlamentarios. Luego, a la hora de ponerlas en práctica, de hacer realidad
aquello que un día de tiempos pasados nos iluminó el camino del buen hacer, nos
percatamos de que carecemos de los medios adecuados. Y recurrimos al recurso de
casi siempre: chapuzas al mejor estilo. Aspecto en el que somos verdaderos
especialistas.
Hasta mañana.
Y otros mes que se aproxima a su final. Y el Imserso sin aclararse. Esto es un
sinvivir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario