Desolador
panorama el de ayer lunes. Tras la ojeada diaria a la prensa digital, y tras el
acopio informativo de la noche anterior, parecía que era Cataluña el epicentro
de todos los movimientos convulsos. Quizás de las dos cataluñas: la del tira y
la del afloja. Y ya está.
En la
madrugada del domingo al lunes, a eso de las tres y cuarto, de desperté.
Aproveché la ocasión para subir a la azotea. El eclipse se hallaba casi a punto
de nieve. La superluna (yo la vi del mismo tamaño que siempre), eso sí, se mostraba
rojiza. Pero nada más allá de lo que la naturaleza dicta. O los medios se
encargan de magnificar los acontecimientos normales o yo me estoy poniendo
viejo. Dejémoslo al cincuenta por ciento. Las modernidades señalan que hay que
pedir un deseo. Como con las estrellas fugaces. A este paso, tendremos que
hacerlo, igualmente, cuando aparezca un ratón en casa, o una cucaracha. O haga
caso el ayuntamiento a las demandas de la Asociación de Vecinos Cañaveral, única del
municipio que la observo reivindicativa.
Sí, triste,
mucho, el amplísimo despliegue habido para con unas elecciones a un parlamento
autonómico. Que derivó en derroteros tan extraños que al final ni los unos ni
los otros proclamaron qué hacer con las necesidades del pueblo catalán.
Incluyendo a Messi, claro. Y ya está, otra vez.
Así que me
refugié en mi Gomera querida. Isla que no se queda al margen de los avatares
políticos. Muy al contrario. El actual alcalde de La Villa, perteneciente al
partido de Casimiro (ASG), y antes consejero del PSOE en el Cabildo Insular,
debió olvidar todo lo acontecido años atrás y sale en defensa del deprimido
núcleo de Tejiade y de cómo no hay derecho a que sus habitantes (van por las
fiestas y algún día a la semana a atender a los animales) no dispongan de
alumbrado eléctrico en pleno siglo XXI.
Me causa
tremenda gracia cuando un cargo público cambia de chaqueta. Corre tupido velo
al acontecer pretérito y pretende hacernos ver que él es nuevo como la
formación política recién creada. Muchas veces a su imagen y semejanza. Dejan
de ser partícipes de errores habidos en el pasado y renacen, cual ave fénix,
cantando alegremente el famoso estribillo de aquí no ha pasado nada.
Porque he
leído su carta, o artículo de opinión, que los digitales de aquella isla
reproducen, y brinco sobre una pata sola. Como las cabras de Tejiade. Esta
apariciones de vírgenes inmaculadas me da que en política constituyen una farsa
en toda regla. Que nada tiene que ver con la luna descrita unos párrafos atrás.
Y el señor nuevo alcalde no debe ser ajeno a cómo los enfrentamientos de su
eterno jefe (por mucho lifting y
barniz de juventud impoluta) y el anterior presidente de la corporación
municipal, provocaron extrañas combinaciones explosivas. De las que este núcleo
citado, normalmente deshabitado, no fue ajeno.
A veces, las palabras se las lleva el
viento. Otras, el mismo aire que se las llevó las devuelve. Con Tejiade, quizá
pase lo mismo. Promesas de electrificación, proyectos y denuncias ante la
opinión pública. Todo lo que sea solucionar un problema, es y debe ser motivo
de atención por parte de un cargo público. Ahora bien, manipular o tergiversar
forman parte del vocabulario que más de uno debería desterrar de la política.
No creo que
con estas frases, tan inconexas como divagadoras, se llegue a feliz término, se
solucione el problema, motivo de atención del cargo público, como bien alude.
Porque no me queda demasiado claro que no esté usted cayendo en la trampa de
tergiversar asimismo. Y mucho, tal vez.
Se han
encontrado con pocos datos y escasa información. Entonces, ¿hay o no proyecto?
Porque me deja en treinta y tantos con lo del proyecto actualizado para
conseguir un coste real. “Debemos trabajar de manera coordinada Cabildo y
Ayuntamiento con el objeto de solucionar una situación que jamás debió
producirse”. Magnífico, pero, y perdone que insista, ¿dónde estaba usted los
cuatro años anteriores? ¿O se va a escudar en que como llevaba otra competencia
no se enteró de nada? Que suele ser recurso manido.
“Los vecinos
no se merecen la demagogia de parvulario que algunos siembran”. Pues predique
con el ejemplo y no caiga en más de lo mismo. No alegue ignorancia, salvo que
Casimiro sea muy suyo y se calle como un tuso. Algo por lo que no se
caracteriza, precisamente. Qué frágil memoria en los avatares madrileños del
senador Curbelo y la creación de la plataforma sustitutoria, de la que su
propia familia fue parte muy activa.
Además,
permítame, en mi calidad de docente, que le corrija de plano. Si por algo se define
un alumno, y máxime de esa etapa de párvulo, es por su firmes convicciones en
lo que manifiesta. Es la edad de menos demagogia en toda su existencia. Esa
flaqueza comienza algo más tarde. Y se agudiza, a los hechos me remito, cuando
al individuo se adhieren etiquetas externas. Como la de cargo público, por
ejemplo. Si en Tejiade hubiese habido un buen vivero de votos, ya tendría
electricidad desde ha bastante. Asfaltados a ninguna parte, aparentemente, son
buena muestra de otras andanzas gomeras. Algo de lo que tampoco puede esgrimir
falta de conocimiento.
¡Oh!, yo
pasaba por allí. Qué lince, qué olfato. Yo soy yo, y mis circunstancias,
ustedes, a propagar mis excelencias con dobletes, dobles y medios, con o sin
soda. Pobre Tejiade, muy a tu pesar te siguen utilizando.
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