miércoles, 9 de septiembre de 2015

Jornadas micológicas

Esta semana me dio por la añoranza (¿me estaré volviendo viejo?). La inicié con el recordatorio de la presentación de uno de los libros de Álvaro (Cancionero Popular), allá por el ya lejano 1988. Y mientras revisaba aquellos artículos publicados en El Día, tropecé con otro que también me llamó la atención.
En los primeros cursos de funcionamiento del colegio público Toscal-Longuera, habiendo quedado atrás la experiencia política en el ayuntamiento de Los Realejos, se llevaron a cabo diversas actividades. Se trataba, así lo entendió toda la comunidad educativa, de poner en valor el recién inaugurado centro docente, tras muchos años dispersos por diferentes instalaciones del barrio. Había que aprovechar la feliz circunstancia. La fructífera acción de la Consejería de Educación, bajo los mandos del mejor timonel habido en la Autonomía, Luis Balbuena, y con la inestimable aportación de los terrenos por parte de las corporaciones locales, hacía posible que se abriera el campo de acción, que no quedara la actividad escolar entre las cuatro paredes del aula. Felices y benditos años aquellos en lo que la implicación de todos los sectores era total y absoluta.
En el mes de diciembre de 1988 celebramos una exposición de setas. Tras la conclusión de dicha experiencia, y según hice constar en el periódico reseñado el día 16 de dicho mes, tuvimos que colegir que la iniciativa se nos desbordó. Para bien, por supuesto. Y que podría haberse bautizado bajo el paraguas de Jornada Micológica [Micología. (Del gr. μκη, hongo, y -logía). 1. f. Ciencia que trata de los hongos.] a tenor del éxito alcanzado. Tanto que la excusa de obtener unas pesetas para el viaje de fin de curso, se derivó en un acontecimiento de difícil superación. Y como fui partícipe del hecho, estás en pleno derecho de tacharme con etiquetas de falsa modestia. Como no existían estos nuevos medios de comunicación inmediata, del acontecer solo quedó escasa constancia. Si llegamos a tener Facebook, ni te cuento.
Reproduzco el artículo en cuestión:
“Exposición de setas en Los Realejos
Ni por asomo se pensaba en la comunidad educativa de Toscal­-Longuera que aquello que se ini­ciaba como una actividad ex­traescolar más, fuese a conver­tirse en un acontecimiento que vino a trascender gratamente más allá, mucho más allá, de las lindes de este ámbito escolar.
Esta experiencia vino a de­mostrar que se pueden alcanzar grandes objetivos con la colaboración de cuantos elementos se implican en el proceso educativo.
El inicio, el arranque, fue un tema, como tantos otros, del área de Naturales: los hongos. Se pretendió complementar la teo­ría, la frialdad del aula, con la práctica, el ámbito natural.
Como preámbulo, amén del ofrecimiento de un padre de una alumna –El Sr. Detlef Dreisörner– verdadero especia­lista en la materia, una visita a un cultivo de champiñones. Fue el aperitivo con el que crear el ambien­te adecuado para el posterior de­sarrollo de la experiencia.
Y salieron de mañana –con la fresca– en busca de la mercan­cía. Y tras un día de campo, de aprender in situ lo que, tal vez, en los libros no aparece, de res­pirar Naturaleza, de hacer aco­pio de energía vital con la que poder afrontar futuros aconteceres, retorna la tropa con algo más de lo que en principio se preveía.
Y con ilusión, con entusiasmo, bajo la atenta dirección del ex­perto, con la inestimable colaboración de Isidro Felipe, del Mo­vimiento Ornitológico Halcón Tagarote, que se desvivió por el hecho y al que invito a que se manifieste sobre el evento con más conocimiento de causa que el que esto suscribe, se expuso aquella avalancha de setas que pacientemente se habían recogi­do en el monte realejero.
Y en aquel ambiente, que in­tentaba plagiar el natural, setas comestibles, venenosas –algunas mortales– y otras sin especial valor culinario compar­tieron unos días para general regocijo de aquellos que estima­ron oportuno visitar la exposi­ción.
Entre los que se invitaron hubo ausencias significativas que preferimos silenciar. No obstante, la satisfacción, enorme sa­tisfacción de comprobar la enorme cantidad de personas, tanto alumnos de otros colegios como particulares, que se dieron cita. A destacar la increíble acepta­ción por parte de la colonia ex­tranjera.
De la cantidad de setas reco­gidas puede dar muestra los bue­nos kilos vendidos por el alumnado de octavo, que hizo subir algunos duros las arcas para el viaje de fin de curso.
Han sido solo dos días, pero, a buen seguro, el arranque para futuras Jornadas Micológicas con muchas más aspiracio­nes y pretensiones”.
Puede que en el colegio haya constancia fotográfica de aquella época. O quizás Isidro, hoy en labores de prensa y documentación en nuestro ayuntamiento y valedor de la actividad que se deja mencionada y que ya andaba cámara en ristre, revise en su ingente archivo y sorprendernos de… lo jóvenes que éramos.
Termino con una invitación. Si mañana a las ocho de la tarde no tienes nada mejor que hacer, ve al local de la Asociación de Vecinos de La Carrera, donde Javier Dóniz dará una charla sobre volcanes. Y te juro que no solo sabe la tira de lavas, bombas, piroclastos, chimeneas, pitones y demás, sino que lo explica de tal manera que lo entiendes y te engancha. Fíjate tú que yo voy a repetir.
Hasta mañana. Sean felices.

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