Soy de la
opinión de que siempre debe ponerse así. Máxime en política. Faceta en la que
la ejemplaridad debería ser bandera. Yo la he comparado en reiteradas ocasiones
con el Magisterio (con mayúscula). Porque un verdadero maestro es el espejo en
el que se miran sus alumnos.
La aparición
en la escena pública de los denominados partidos o formaciones emergentes ha
desatado múltiples comentarios. Y han sabido canalizar el descontento de la
población con aquellas consignas que los ciudadanos necesitaban (querían)
escuchar. El éxito obtenido en anteriores, pero recientes, convocatorias
electorales se basa, fundamentalmente, en mensajes de coherencia, ética,
compromiso. Algo que aplaudimos sin reserva.
Lo malo es
que cuando se trata de llevar a la práctica esas incuestionables lecciones
programáticas, comienza una carrera de obstáculos. Ya se sabe que del dicho al
hecho va largo trecho. Y si tu capítulo de buenas intenciones es maximalista,
sabes que te expones, porque te vigilan con lupa, a un escrupuloso control. De
tal manera que si te desvías lo más mínimo, no habrá conmiseración posible.
A unos meses
apenas de que impolutos aspirantes dejaran de serlo al acceder a puestos de
extremada responsabilidad, vienen ocurriendo episodios que hacen tambalear esa
magnífica teoría. A la casta, a la vieja política se le criticaba el
enchufismo. Esa peculiar forma de contentar a los allegados con puestos en un
entramado de amiguetes y familiares.
Hace escaso
tiempo la alcaldesa de Madrid (cercana a Podemos cuando a la cúpula le interesa
y distante en caso de que Carmena entienda que puede haber aprovechamiento por
los Iglesias, Echeniques y Errejones) nombró coordinador general de alcaldía a
un sobrino político (casado con una sobrina, entiéndase el calificativo), al
señor Luis Cueto.
Pues bien,
parece que la señora jueza, ahora en funciones más ejecutivas, siente debilidad
por dicho nombre (Luis), ya que acaba de proponer al padre de la portavoz del
ayuntamiento, Rita Maestre, como subdirector general de Atención al Contribuyente
en la Agencia Tributaria
madrileña.
No dudo de
las altísimas capacidades de ambos (son funcionarios) para desempeñar las
respectivas ocupaciones. Pero no me basta la explicación de que no se
incrementa la plantilla con la creación de un cargo ad hoc. Porque en un
consistorio en el que desarrollan su labor miles de personas, seguro que habrá
otro con mayor cúmulo de méritos. Y al final uno se queda con lo de que el peso
familiar ha sido el que más ha puntuado en la designación. Lo que no se
diferencia de la explicación que daban los tradicionales ante hechos
semejantes. Por lo que, en lógica consecuencia, fallan los cimientos
argumentales. Y aflora lo del todos venden lo mismo.
Pude escuchar
las explicaciones de Echenique a este respecto y no fui capaz de hallar razones
convincentes. No diferían gran cosa de las que me podía señalar Aguirre. Y si
PP y PSOE tardaron décadas para conseguir ese galardón de casta, a los nuevos e
inmaculados parece que les ha bastado con unas semanas.
He observado
en estos días que desde círculos cercanos a estos movimientos aquí en Canarias,
se propone eliminar los certámenes de belleza. Se alega, entre otras
consideraciones, anacronismo, incongruencia, respeto, dignidad… No ven a uno de
sus alcaldes o concejales colocando la banda a la Miss o al Mister. ¿Seguro?
¿Han mirado bien y han repasado toda la casuística? ¡Ay!, qué fácil se vislumbra
todo desde la borda del estanque.
Como hemos
escrito de moral, conducta, comportamiento, en suma, procederes, no entiendo
que una parlamentaria canaria, que dispone de una pensión de viudedad de
19.099,42€, cobre por su
actividad política 62.668,92€.
Ya sé que es compatible, pero que no se me ponga en una foto al lado de una
señora que lo pasa muy mal. No ha mucho, no. Predique con el ejemplo y déjele
unos miles de euros en vez de sacar tajada de situaciones de ignominia.
Si me
permiten, y si no lo escribo igual, dos puntualizaciones, relacionadas con la
actualidad, para concluir:
No entiendo
los vuelos de reconocimiento para bombardear o los bombardeos humanitarios. Que
parecen ser posibles soluciones a esta grave crisis del conflicto sirio.
Como teníamos
poco entretenimiento con el síndrome postvacacional de los adultos, acabo de
leer que la crisis de adaptación escolar que sufren los menores los conduce a
un estado de nervios y ansiedad.
Lo que es no
tener nada que hacer.
Hasta la
próxima.
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