viernes, 4 de septiembre de 2015

Justificaciones

Ayer fue un día raro. No tenía ganas de escribir. A duras penas, a las tantas de la tarde, ocaso casi, intenté teclear unos párrafos. Y esto es lo que salió:
Fue tema recurrente la foto del niño. Y leí de todo, y más. En la mayoría de periódicos, un vano intento de justificación por plasmar en portada, bien destacada, la imagen. Los directores de los medios, con nombre y apellidos, se alongaron para dar una explicación a sus lectores.
Se argumentaba que se hacía como apoyo inequívoco a una denuncia social con titulares de enganche: La foto que avergüenza a Europa, Europa toma conciencia…
El de Canarias7 acabó por llenarme la cachimba: ¿Es necesario mostrar tanta crudeza? ¿Dónde queda aquello de respetar el derecho a la imagen y la protección de los menores? ¿Es preciso amargarle así el desayuno a los lectores?
Y en el otro extremo, según su propia tesis, la certeza de que “ojos que no ven, corazón que no siente”.
Hace un rato escuché en la Ser el razonamiento de Elvira Lindo para no plasmar en su muro el retrato de marras. Y sostenía no tener claro que con tanta proliferación se despertarán conciencias. Coincido plenamente. Porque en la era de la imagen prima el morbo por arriba de cualquier otra consideración. Los propios medios nos han situado en una posición de difícil discernimiento. La avalancha de programas mediocres, cutres, soeces y de baja estofa, estimados dirigentes del gremio periodista, ya no amargan desayunos. Al contrario, son el condimento perfecto.
En unos días, ustedes mismos, por mor de la rimbombante actualidad (la que cada medio considere pertinente, y en tal cuestión, o cuestiones, todos suelen vender lo mismo), nadie se acordará del suceso. Como se olvidó el ébola y todos los conflictos bélicos del África Subsahariana. Porque como están más lejos, no alcanzan el Mediterráneo porque mueren por el camino y sirven de alimento a los muchos buitres sueltos por esos parajes. Y Canarias, la plataforma atlántica, no les supone mayor alivio.
La redes sociales se han volcado para mostrar su apoyo. Mentira cochina. Frases del bien quedar que nada aportan a la solución de la problemática. Son implicaciones de bajo coste. Y todos estos alegatos son la prueba inequívoca del fracaso de la política internacional. Un mundo globalizado requiere prevención antes que tiritas. Cuando la desesperación conduce a las marchas de la impotencia, en mucho se ha fallado previamente. Por muchas puertas que intentemos ponerle al campo, siempre habrá una manera de traspasar las barreras de la incongruencia.
Nuestro dilecto presidente ha comenzado el desvío que demuestra su total incompetencia, su borreguismo servil a la poderosa Angela, con el anuncio de elecciones generales para el 20 de diciembre. La lotería anticipada que valdrá para dar carpetazo casi definitivo a este espinoso asunto de la guerra en Siria. Además, tenemos mucho paro y no aguantamos el peso. Espeluznante, Mariano. Tienes toda la razón. Deprimente. ¿Por qué no te callas?
Nos hemos acostumbrado a las escenas desgraciadas. Nos hemos curado del espanto. Es más, las necesitamos. Nos hemos convertido en adictos que demandamos dosis diarias de crónicas negras. Y las formaciones políticas se ponen al frente de la manada. Porque el entretenimiento forma parte sustancial de su programa.
La foto, desgraciadamente, solo ha servido para ser asunto de conversación, de enaltecidas diatribas, de profundas loas de marcadas cargas poéticas, de infinidad de ‘me gusta’ (cuánta incoherencia). Pero nada más.
Dicen los entendidos, los más atrevidos, que este caso será la espoleta que haga detonar al denominado Viejo Continente. Que le haga ver una realidad a la que no se le puede seguir dando la espalda. Que abandone, en suma, el sueño de la comodidad.
Los palos de la vida, que ponen trabas en mis desgastadas ruedas, me siguen indicando que no va a ser así. Ojalá esta vez me equivoque. Si tal buena nueva sucediese, les prometo que imprimiré este artículo y me comeré el papel. En seco, sin ensalada y sin un buche de agua.
Nos vemos el lunes. Hasta entonces.

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