Dentro de
bien poco habrá nueva foto. Esta vez en Los Barros. Junto a la flamante rotonda
de las estaciones de servicio. Porque es algo más que obsesión el deseo de
aparecer en la instantánea. La rentabilidad del equipo de gobierno realejero
parece medirse por la cantidad de visiones y me gusta en las redes sociales.
Hace dos o
tres días caminé desde La
Azadilla (mientras le cambiaban un bombillo al coche) hasta
el Mirador de El Lance. Son 3 kilómetros justos. Con otros tantos de vuelta
y va que chuta. Que ya uno tiene sus años.
Me oxigené un
fisco al lado de Bentor y tuve tiempo de echar una visual a un nuevo panel
informativo que debía llevar ubicado en el lugar apenas unas horas. Bien, pero
tampoco para echar las campanas al vuelo. ¿Cómo? Que te crees tú eso. Al día
siguiente, lo verdaderamente importante de la nota de prensa pertinente era la
presencia de dos concejales (seguro que Manolo estaba en misiones de superior
rango) al lado de la escultura. Con todo lo que ha visto el guanche en la
soledad de las alturas, me imagino habrá pensando, al menos por un momento,
hacer una ruindad, pero como no había bruma, desistió, no fuera que pensaran
que no era lluvia horizontal.
Ayer, otro
tanto. El alcalde y la concejala de educación dan a conocer una iniciativa para
este próximo viernes (mañana). Parece que toca reírse. No sé si de las
reiteradas meteduras de pata de su jefe Mariano, de las colas mañaneras de la
autopista del Norte o del matrimonio homosexual. Pero allí estaban Manolo y
Sandra (dos cazadores de sonrisas natos), con el cartel anunciador a sus pies,
demostrando que lo suyo, lo de ellos, son las alturas. Y ahí, a nuestro pies,
el pueblo llano y sencillo, sonriendo a mandíbula batiente.
Cuando se
hagan las de Los Barros, como te iba contando, sería conveniente que lo
hicieran en el justo instante en que pasara un vehículo largo. Anteayer por la
tarde, cuando regresaba de una ligera pateada por San Jerónimo (yo sí voy a
Alcampo, no como los que invitan a comprar en el pueblo y luego nos los
tropezamos en determinadas grandes superficies), me tocó, por vez primera,
rodear la rotonda en cuestión. En anteriores ocasiones lo hacíamos por la
izquierda (fallo incomprensible en un gobierno del PP). Delante del fotingo iba
una guagua de Titsa. De las normales, de las de a diario. La rueda delantera
izquierda pasó sin contratiempo alguno, pero las traseras del mismo lado (esas
dobles bien grandes y pesadas), no desperdiciaron la oportunidad para pisar
aquella preciosidad de pavimento, que no de piche. No escribo ‘estrenar’,
porque puede que otros de los de categorías superiores hayan llevado a cabo
idéntica jugada.
Desconozco
los autores de los proyectos municipales. Pero después de la experiencia de la Avenida de Canarias
(rotondita del copón), enlace de la calle La Pila con la de El Sol, nos sorprenden con otra
obra, publicitada a bombo y platillo, en la deberíamos poner, abarcando todo el
círculo, a los técnicos que hayan intervenido en el expediente, junto a los
concejales que se irán a sacar la foto, y esperar a que pase un container o
remolque, bien hermoso y gordo, con la obligación de no mover un pie. ¿Te los
imaginas? Cómo les temblaría el dedo gordo, y alguno más, dentro del zapato…
Me voy a
dejar de rodeos (y nunca mejor expresado). Es que no caben. Que no pueden
maniobrar con ese radio tan reducido. Si no había espacio, no haberla hecho. Tanto
Mazinger Z alumbrando, y qué pocos iluminados. Además, con aquella jardinera
central, en las horas de tráfico intenso, imagina que una ambulancia lleva una
emergencia. ¿Por dónde piensan sus señorías que va a pasar? ¿O el camión de los
bomberos? Bueno, mejor que estos no acudan, pues si traen el grande van a armar
un estropicio de mucho cuidado. Quizás estén pensando desviar a todos los
pesados (lo mismo me obligan a mí también) por el Callejón de Los Cuartos, que
ha quedado ‘flamante’ tras su ampliación, con recogida de pluviales incluida.
¿Cómo? Serás tú, porque yo sí lo vi.
Entre estas
cosas de mi pueblo y el foso para salto de longitud que han hecho en La Frontera para que Belén
Allende y Alpidio Armas diriman quién salta más lejos, me quedo con el esperpento
de la adjudicación de los viajes del Imserso.
Bueno,
amigos, mañana es viernes y deberé darme una vuelta. Si observas algo raro no
creas que te estoy tomando el pelo. No pienses que me río de ti. Me río de mí.
Por no llorar.
¿Nos vemos? Nos
vemos.
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