Lo ideal para
un municipio sería el que sus vecinos no pagaran impuestos. Tendría su alcalde
el camino expedito para cuantas reelecciones quisiera. Lo malo es que los
habitantes del resto de pueblos habrían de suplir, con los suyos, las
veleidades políticas. Para evitar que los ‘listos’ se saliesen con la suya, se
aprobó la Ley
3/1999, del Fondo Canario de Financiación Municipal, que regula el porcentaje
mínimo de esfuerzo fiscal que cada ayuntamiento debe aplicar a sus
contribuyentes. Gobernaba en ese entonces, como desde hace miles de años,
Coalición Canaria en un pacto con el Partido Popular. Aspecto de suma
importancia y que parece desconocer don Manuel Domínguez cuando hace acto de
presencia en los medios de comunicación para quejarse amargamente de que el
Gobierno de Canarias (ahora que los populares están en la oposición, pero es
solo mera casualidad) maltrata al consistorio realejero obligándole a subir los
impuestos.
Olvida
igualmente el presidente insular del PP que la Ley de Racionalización de sus correligionarios en
la Carrera de
San Jerónimo puso la soga en el cuello a las administraciones con su severa
política de recortes, por lo que ayuntamientos, cabildos y comunidades
autónomas debieron ajustar sus capítulos de ingresos. Y ya se sabe de donde
salen estos. Sin que ello suponga merma alguna a la hora de liberar cargos
públicos con la cohorte de acompañantes consabida. Y la corporación de nuestro
pueblo es ejemplo fidedigno de la generosidad habida en los enchufes.
Don Manuel,
como siempre, quiso ser el más guapo y olvidó las directrices a cumplir. Y
ahora dispara a diestro y siniestro en busca de los culpables que le
fastidiaron la venta de humo en frascos de colonia. Sin percatarse de que los
tiene en el seno de su propia organización. No me extraña que en la noche del
pasado lunes saliera tan esquilado de la entrevista que le hizo Pepe Moreno en
El Día Televisión. Dio pena y sentimiento ante la avalancha de evidencias que
el periodista puso sobre la mesa. Cuando a los mitos se les acorrala y se les
obliga a salir del manual de instrucciones dictadas, y memorizadas hasta los
límites de la antigua canción de la tabla de multiplicar, se da uno cuenta de
la vacuidad existente. Lo que conlleva a la proliferación de asesores hasta el
infinito y más allá.
No nos tome
por tontos, señor alcalde. Si se dedicara al cargo por el que los realejeros le
han votado, puede que al menos tuviéramos a alguien a quien echarle la culpa,
porque ahora ni eso. Lo de vivo día a día con mis vecinos ya no se lo cree
nadie. Y no meta la pata alegando que puede haber alguno que lo pasa mal,
porque el fantasma de La
Moncloa lo puede llamar a capítulo. España es un espejo en el
que se mira hasta la mismísima Alemania. Una prueba más de lo bien que
avanzamos la hallamos en los viajes del Imserso. Aspecto que los viejitos de la
Villa de Viera perdonaremos desde el mismo instante en que podamos embarcar en
Puerto de la Cruz merced a las altísimas capacidades, preparación e influencias
de su ilustrísima.
Y como de
olvidos vamos hoy, recordarle que la buena gestión económica no es solo obra
suya. Que anteriores regidores hicieron encomiable labor en el uso de los
dineros públicos. Porque si para los méritos siempre está bien presto, qué
casualidad que los errores y carencias sean de los otros.
Por lo menos
ya ha conseguido que Carlos Alonso, todavía Presidente del Cabildo de Tenerife
y aspirante (ahí se quedará) a diputado, se deshaga en elogios a la hora de
vaticinar el ganador en las próximas elecciones generales. Y el deseo
irrefrenable de que CC sea necesaria. ¿Saldrá Anita?, me pregunto con cierta
ingenuidad y no menos malicia. Sí, ese prototipo de renovación (jolines, cómo
le dieron al Photoshop en la instantánea dominguera del periódico El Día) que
apenas lleva treinta años en la cosa pública y que juró amor eterno a Zapatero
cuando ambos eran mucho más jóvenes.
Y como di un
salto a esferas nacionales, no puedo callar el hecho de que una vez disueltas
las Cortes Generales, los señores diputados y senadores dispongan de dos
mensualidades de transición. Apenas unos doce mil euros. Por no hacer nada sino
dedicarse a la promoción, porque el 20 de diciembre aspiran a seguir aupados a
los leones. Para no estar buscando ejemplos, permíteme la licencia: Al día
siguiente de abandonar la alcaldía, me hallaba inscrito en la nómina de
maestros del colegio público Toscal-Longuera. Y estos señoritos (y señoritas),
por si fueran pocos los privilegios, van a cobrar dos nóminas por la jeta. Y
vaya dos nóminas. Por rascarse el ombligo. Tienen más cara que una manada de
elefantes con las parótidas inflamadas.
Y acabo con
el casto de Pablo Iglesias. Deja su escaño en la Eurocámara para
dedicarse a la campaña del 20-D. Como nadie vive del aire, ¿te estás
preguntando lo mismo que yo? De los cinco de aquel éxito electoral se han ido
cuatro. No es que se parezcan ya a los criticados, son peores. Y en sus
reiterados vaivenes, la muestra fehaciente de un desfondamiento total. El
amplísimo catálogo de planteamientos teóricos se han diluido en la práctica
como el terrón de azúcar en la taza del café. Predicar es tan fácil que hasta
un analfabeto con una alcachofa es capaz de llevarte al huerto.
Hasta mañana.
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