Estuve la
pasada semana en El Hierro y la prueba de tal gira la pueden observar ustedes a
través de las diferentes fotografías que vengo colgando en Facebook. Allá me
alojé en los Apartamentos Los Verodes (La Frontera), lugar que recomiendo por si tienes pensado
darte un salto a la Isla
del Meridiano. Y no creas que alertas, alarmas y otros avisos varios impidieron
darme mis buenos garbeos, cámara en ristre. Amén de algunas idas y venidas por
el sendero del litoral entre La
Maceta y Las Puntas. Aprovecho para lanzar el pertinente
aviso al organismo competente, creo que el cabildo (espabílese, doña Belén),
para que le dé un lavado de cara, ya que las tablas pueden causar algún
tropiezo indebido. ¡Ah!, no dejes de ir a comer a Casa Pucho, también en
Tigaday.
Ni aun
estando de vacaciones, dejan de sorprenderme los políticos profesionales. Van
de sobrados. Saben de mi teoría al respecto y que no es otra que la de intuir
su pensamiento acerca de los que acudimos a las urnas: creen que somos tontos
de remate. Sin percatarse de que, en justa contrapartida, somos, asimismo,
acreedores al beneficio de la duda: no ser menos (tontos) que ellos. Como
mínimo, iguales.
Carlos Alonso
es presidente del cabildo tinerfeño. Leo por ahí que es el futuro de CC. Lo que
no entiendo cuando antes militaba en el PP. Por lo que, a mi modesto entender,
considero casi parte del pasado. Pero en política, veinte años no es nada.
Francisco
Linares es alcalde de La Orotava. Y
por tal hecho, representante en no sé cuántas administraciones más. También
ostenta la responsabilidad cultural de La Villa. Amén de varios cargos
orgánicos en el seno de su formación política. El que vale, vale. El que no,
pa´maestro de escuela.
Tanto el uno
como el otro, con el aplauso unánime de la tropa, piensan que son capaces de
mucho más. El primero irá de escudero de doña Ana Oramas y ocupará el segundo
lugar en la candidatura al Congreso de los Diputados. El de Los Cuartos será
candidato al Senado. Una actitud vitalista y unas sobradas aptitudes les
permitirán compatibilizar múltiples cargos. De tal manera que, como mi alcalde
realejero, estarán del tingo al tango de manera permanente con lo que el
desprestigio galopante de las instituciones seguirá de culo y sin frenos,
haciendo que los contribuyentes estimemos que estar en Madrid de martes a
jueves para levantar la mano y a cambio percibir generoso sueldo, es asunto de
juzgado de guardia. No, yo solo voy a cobrar un sueldo, alega Paco. Chiquita
jeta.
Manuel
Domínguez tiene asignado el sueldo más alto que la ley estipula en su condición
de alcalde de Los Realejos, mi pueblo. Pero apenas lo vemos por esta otra Villa
norteña. Que yo sepa no ha renunciado a los privilegios inherentes al cargo. Como
siempre argumentó que posee un altísimo porcentaje de rendimiento y unas
capacidades fuera de lo común, se marchó con el incondicional Ledesma a la Cofradía de Pescadores
portuense y lanzó increíble órdago a la institución insular: deleguen en mí
todo asunto relacionado con el futuro puerto deportivo, comercial y pesquero de
La Ranilla
porque soy el único que lo puede llevar a buen fin. Así, con esa modestia que
caracteriza su gestión.
Los
dirigentes de la entidad citada, otrora tan reacios a que se politizara su
quehacer y sus instalaciones, reservaron espacio y mesa para que los consejeros
populares (Lope se sentó entre el público, no sé si por su reciente imputación
o porque no ve claro la posición de dos marineros de tierra adentro que se
inmiscuyen en terrenos resbaladizos) lucieran palmito y señalaran al otrora compañero
Alonso el camino de vuelta al redil.
Van sobrados,
sí. Lo que demuestra mi teoría de que los organismos públicos funcionan solos,
a pesar de los políticos. Síntoma inequívoco de que el funcionariado cumple. Y
los figurines ya bastante tienen con darse tono.
Patéticas
posturas de gentes cuya desmedida ambición no hace sino generar desconfianza.
Estamos hartos de dobletes. Algo, o mucho, no funciona en este país cuando se
pueden compaginar cargos tan dispares y a la par tan distantes. Mil ochocientos
kilómetros no es moco de pavo. La política requiere otra altura de miras. No la
choteen más.
Al paso que
vamos y comprobando cómo camina la perrita, nada me asombraría que el amigo
Manolo se subiera al carro de la novelería y apareciese en la candidatura
popular a una de las dos cámaras madrileñas. En cuyo caso le preguntaría a los
miles de realejeros que le votaron en mayo próximo pasado (bien sabe él que con
el mío no contó) si en su papeleta estaba escrito que podía disponer a su
antojo de cuanto cambalache creyese menester.
No,
políticos, politiquillos y politicastros, así no. Dedícate en cuerpo y alma
(por si los creyentes me lo reprochan) a una actividad. Y jáctate de presumir
la dedicación exclusiva durante treinta o más horas al día. Pero no nos tomen
el pelo de manera tan descarada. Incluida Nueva Canarias, tan dada a dar
lecciones de moralidad y buenas costumbres. Con un señor Quevedo, compañero
hasta hace dos minutos de la señora Oramas, que parece la caja del turrón.
Cuantas más
demostraciones hagan de su enorme capacidad, mayores muestras de mediocridad
están poniendo sobre la mesa. Pero la culpa no solo es de ustedes. Los que
estamos al otro lado del cristal debemos quitarnos la venda para decir basta. Y
restregar el rostro de tanto carota con los mismos trapos sucios con los que
ellos friegan el suelo de nuestros derechos.
¿Sobrados,
capaces y aptos? Seguro que no. ¿Ineptos? Rotundamente, sí. Nosotros. ¿Y
ustedes? También.
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