viernes, 16 de octubre de 2015

Un tercer adelanto

No es de extrañar que en las palabras de clausura, a cargo del Gobernador, se dijera: ... Y por tanto yo exijo y pido a todos los Alcaldes y demás autoridades dependientes del Gobierno Civil, que agoten las posibilidades a su alcance para exigir responsabilidad, pero responsabilidad efectiva, desde la pecuniaria hasta la personal detención de todos aquellos que, por una criminal inhibición, no cumplan con el deber de enviar a sus hijos a la Escuela.
Ello nos ratifica en que, independientemente de los regímenes políticos, la situación fue la misma hasta hace unos días. Por eso se insistirá en más de una ocasión que aconteceres del siglo XIX se vivieron durante casi todo el XX. Más de una línea de este trabajo, por arriba de circunstancias y fechas, pudo haber coincidido perfectamente con avatares de la pasada década de los sesenta en ambientes rurales de esta isla de Tenerife. Y el Norte siempre estuvo mejor comunicado (?) que el Sur, por lo que todavía podemos presumir del recurso del consuelo. Que ahora se torna lamento. Porque la prensa de aquel entonces nos daba norte de un proyecto preñado de ilusión: el establecimiento del tranvía hasta el Valle de la Orotava. Cien años después, la trayectoria parece haber cambiado. Espero que los estudiosos del fenómeno de la comunicación terrestre en esta peña atlántica puedan obtener conclusiones que guarden alguna similitud con las que aquí se plantean. En principio aparentan proporcionalidad inversa.
...Después vienen los que no van á ninguna escuela... El triste muestrario de las criaturas á quienes se deja de niños sin  instrucción y se deja de hombre sin  pan desfila delante de mis ojos. ¡Triste desfile el de estos capullos humanos!... ¡Y marchitos al entreabrirse!... Cuando se abran, cuando quieran ser flores serán espectáculo miserable.[1]
Sí, éste era el panorama de la infancia madrileña en 1910. Con miles de niños sin educar y abandonados a su suerte en calles, por falta de escuelas, por incuria y miseria de sus padres. Y se hizo necesario  elaborar un censo desde el ayuntamiento. Porque si se era capaz de comprobar la situación real de la capital, podría, por extensión saberse lo que acontecía en España. Y el articulista manifestaba:
España entera, si quiere redimirse, regenerarse, ser ayuda y no estorbo para las humanidades que van de cara al porvenir, necesita afrontar y resolver el problema de la enseñanza.

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He estimado conveniente, para mantener la adecuada secuenciación con el trabajo precitado, abarcar el intervalo histórico comprendido entre la I y la II Repúblicas, aun cuando el enfoque de cómo discurrió la instrucción pública y si los periódicos fueron fiel reflejo del devenir de la enseñanza, haya podido diferir.
Se justifica el título por la necesidad de acotar, en aras del rigor, el espacio geográfico a estudiar, pero que, por las reseñas periodísticas, puede colegirse que la extrapolación de conclusiones guarda un alto índice de fiabilidad.
Será la prensa, como fuente documental para la reconstrucción del pasado histórico, el sostén principal de la investigación. El exhaustivo análisis de los mensajes en torno al hecho educativo, sobre todo en la prensa del Valle de la Orotava, y de lo que otros periódicos publicaban del Norte, así como editoriales, artículos, comentarios...,  es lo que, con carácter general, determinará el contexto del período investigado.
No es, en sentido estricto, historia del periodismo; tampoco, historia de la educación. Sí es tratamiento informativo en periodismo impreso del fenómeno educativo. Y este planteamiento desembocará, irremediablemente, en los otros.
¿Por qué este período? El contenido de la Tesis Doctoral del profesor don Ricardo Acirón Royo, nos encendió la luz del enfoque. Y el ya aludido lamento de don Olegario Negrín Fajardo ante la carencia de trabajos que trataran el fenómeno educativo canario fue el acicate para seguir aportando, como también se indicó, granitos de arena. Dos aconteceres históricos de significativa relevancia en nuestro país señalaron los jalones que determinarían el intervalo a estudiar. Con sus prólogos y epílogos, con sus preámbulos y conclusiones, con su antes y su después.
La interrogante a desarrollar podía concretarse: ¿qué tratamiento dieron los medios de comunicación impresos del fenómeno social educativo? Y a partir de ahí, vías y caminos que se abrían a cada paso. Cada impulso suponía un nuevo reto: posturas de la prensa ante la problemática educativa, la mediatización política de cabeceras, variaciones posturales a través del tiempo, utilidad o no de la información periodística como fuente histórica...
Siempre persiguiendo el criterio fundamental de análisis de contenidos. Más, mucho más hemerográfico que archivístico. Más periodístico que histórico. Buscando en aquél el adecuado contrapunto de éste. Las respuestas a si los medios de comunicación trataron la hipótesis que se dejó consignada con la suficiente claridad y profundidad que el hecho invita, entendemos se desgranan –a la par que con la seriedad y rigor que una tesis implica, con la  adecuada amenidad que otro cualquier tipo de posible lector pueda demandar–, con el detalle pertinente en cada uno de los capítulos. Y en las conclusiones que hemos obtenido, tanto el objetivo general trazado, como los que con carácter específico se definieron posteriormente, se perfilan como satisfactoriamente conseguidos. A la usanza y similitud de la puesta en práctica de una unidad didáctica en alguna de las etapas educativas actuales, la evaluación final ha venido a demostrar que contenidos procedimentales, conceptuales y actitudinales, en consonancia con los objetivos previstos, teniendo en cuenta los criterios de evaluación establecidos y contando con los recursos adecuados han alcanzado una calificación de progresa adecuadamente.
Aunque las puertas siguen abiertas. Nos agradaría que de la presente línea de actuación surgiesen nuevos caminos que desbrocen un campo que todavía permite otros cultivos. Por lo que en las conclusiones nos atrevemos a sugerir algunos. Y es que no sólo el marco conceptual ofrece infinidad de combinaciones, sino que el histórico abarca un etapa tan rica en contrastes, que cualquier enfoque de espacio y tiempo puede ser válido.


[1] Dicenta, Joaquín, Vida Socialista, Madrid, 6-febrero-1910, número 6, páginas 2 y 3.

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