jueves, 5 de noviembre de 2015

Un gesto que le honra

Voy a romper una lanza. ¿Otra? Tengo varias en el garaje (en el armario no me caben, antes tendría que salir yo).
Me enteré ayer. Y aunque él se lo tenga callado, Jesús lo va a hacer público. Porque mientras unos lucen palmito para ascender peldaños en una escalera que parece no tener meseta o descansillo alguno, otros hacen honor a la palabra dada y responden siempre ante el electorado que los eligió. Al que se deben. Como es normal y lógico. Lo malo es que para aquellos unos, la lógica no entra en sus cálculos más inmediatos. Y aspiran a subir y subir y subir y subir.
Miguel Agustín García Rodríguez fue el cabeza de lista en la candidatura socialista al ayuntamiento de Los Realejos. Por su preparación académica (ingeniero informático) y su trayectoria profesional, el consejero de Presidencia, Justicia e Igualdad, el portuense Aarón Afonso, le brindó la posibilidad de ocupar la Dirección General de Telecomunicaciones y Nuevas Tecnologías, dependiente de la Viceconsejería de Administraciones Públicas. Miguel Agustín declinó la propuesta con la excusa, más que justificada, pero loable en grado sumo, de que se debía a los realejeros. A los que le votaron y a los que no. Pero que estos últimos lo harán en un futuro inmediato (esto lo sostiene un servidor que observa cómo mucho dormido comienza a despertar) porque se han percatado del error tremendo de haberlo hecho por un impostor al que le pagamos sin las debidas contraprestaciones.
Mientras Miguel Agustín, junto al inestimable aporte de sus tres compañeros de viaje, realiza una labor de oposición constructiva, mediante la presentación de propuestas y mociones surgidas del cada vez mayor descontento popular (no deberíamos olvidar ni echar en saco roto que el despacho del grupo se halla debidamente atendido en las Casas Consistoriales), a sabiendas que la prepotencia con que se ha vestido el equipo de gobierno (al mando de Adolfo González, pero con el rápido aprendizaje de las mozas sobradamente preparadas en creer ser lo que jamás podrán) conducirá al latiguillo de “estamos en ello”.
Y puede que lo estén porque la obligación de dar registro de entrada con varios días de antelación permite a los señores liberados  tener acceso al contenido de lo que se demanda. Pero bienvenido sea por el bien del colectivo ciudadano. Aunque la tremenda caradura sea barnizada con la pátina de niños buenos. Hacia fuera. El lobo, qué buen turrón.
¿Y Manolo? A sus otros quehaceres. Ahí está un dosier repleto de decretos para delegar en el segundo de a bordo. Y como ya he dejado de manifiesto en anteriores ocasiones, a los realejeros nos esperan unos meses con sueldos de transición. Le abonaremos religiosamente la parte proporcional de los casi sesenta mil euros mensuales por estar dedicado a promocionarse en su otra escalada orgánica. Ni siquiera nos trabajará a distancia. Aunque mucho se jacte sobre su cuasi infinita capacidad, no hay tiempo material para atender tantos calderos. El día no tiene sino 24 horas, por mucho que nos quieran vender otras posibilidades.
Han surgido los primeros tropiezos. Pero se apagan los pequeños conatos con las amenazas de no salir en la foto. Y lucirse en los vericuetos de Internet les gusta más que una tiza a un bobo. Con todos mis respetos al deficiente. Fíjate tú, estimado lector (y hazme el favor de propagar el comentario, que parece que hay miedo), que surge un socavón en la recién abierta carretera de Los Barros y tienen la desfachatez de venderlo como un éxito: Es que estaba programado para acometer el trabajo de recogida de las aguas pluviales. El elefante con paperas se les queda corto.
Tras conocer la noticia que dio pie al presente post, me llaman dos entrañables amigos para trasladarme otra rebambaramba en la emisora municipal. Que tengo desconectada, pero que no me exime del abono de la cuota de participación. El señor alcalde, debido a sus otros menesteres, no puede dedicarse a estudiar cuáles son los objetivos de una radio pública. Salvo el de hacer la pelota y laissez faire, laissez passer por si… El concejal delegado bastante tiene con el deporte y entrega de metopas. Amén de aparcar indebidamente en las cercanías del pabellón. El día que me trinque la policía en cualquier desliz, me encierran por orden expresa de Marrón. Otro que cobra lo que dos o tres agentes juntos y después que vendió su ‘popularidad’ en el pueblo, se le columbra mucho por la capital. En horas de trabajo, por supuesto. Un jefe no va a ser menos que otro jefe.
A lo que iba, que me enrollo. Ayer la audiencia pudo deleitarse sobremanera con la conclusión de muchos chanchullos victorieros. Se batieron récords de audiencia. A las consabidas de los concursos se añadieron concejales (y concejalas), familiares, allegados, aduladores y resto de la caterva. Quienes aplaudieron a rabiar gracietas y bravuconadas. Porque de aquí para allá, todo lícito. Y no vale la queja institucional. Carta blanca. El derecho al respeto, al honor, a la imagen, queda muy por abajo que el derecho al insulto. Y como este vende más, chiripitifláutico. Yo a ti, lo que me venga en gana. Tú a mí, cuidadito que te denuncio. ¿Y los que cobran para dignificar la función pública? Cantan: Ay, mi Realejos norteño, que el Teide gigante guarda, un paraíso de ensueño a la sombra de Tigaiga.
Así me gustaría que fuese. Ahora no lo es. Por mor del ayuntamiento (político) paralelo. Donde la celeridad administrativa prometida se ha quedado en la frase más repetida de los contornos: Falta la firma del alcalde. Me da pena de Adolfo (hasta fue mi amigo en Facebook), pero me temo que se le está pegando. Como los ‘rabodeasnos’ de las plataneras. Cuando los había. Y las había. ¿Del resto? Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces.
No te preocupes, Miguel Agustín. Sigue adelante, como la hormiguita. No olvides que más alto subió la palma y al suelo bajó a barrer. Y enhorabuena por ese gesto que no todos estarían dispuestos a asumir. Sobre todo a los que los pueblos se les quedan pequeños y en su horizonte (de ambición) las miras se tornan reviradas. En este segundo mandato –¿copia del de Aznar?– se les está viendo demasiado pronto el plumero, o el rejo.
Creo que me estoy ganando a pulso el nombramiento de hijo predilecto. De hijo, sí. Intuyo que el adjetivo lo van a cambiar. Al igual me acusan de estar en campaña. Es capaz. Son capaces. Se me ocurre que, quizás, deba hablar con un joven al que le están tomando el pelo al revés y al derecho. Pero ese será otro cantar.
Hasta mañana. Y no dejen que las conciencias sigan aletargadas. Despiértense, demontres, que ya cambiaron la hora.

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