lunes, 14 de diciembre de 2015

En el fragor

Vayan preparando la leche de burra. Completen el hatajo (hato, rebaño, redil) de asnas nodrizas cual una Popea cualquiera (más de quinientas, a poder ser), y ordeñen a mansalva que la figura quiere darse más baños. Y salir terso, estirado, de piel culito de niño. Pásenme el espejito mágico. Soy guapo de cojones. ¡Uy!, qué digo, de cataplines, que me pueden estar oyendo.
Qué mala noche. Otra vez. Vivo sin vivir en mí. Duermo raro. Me despierto ídem. Sueño que estoy en una campiña, perdón, mil excusas, en una campaña (a repetir pata, peta, pita, pota, puta unas mil seiscientas veces). Distingo tropecientos cargos públicos en horario de mañana (y tú, a pagar, calladito). Aplauden a rabiar a uno que lee papeles. Que apenas levanta la cabeza no sea que se le pierda el renglón. Sí, sí, allí, en primera fila, está el ungido, un tipo que no se fabricó en un cuarto de hora. Efigie, hechura e icono. Mentiroso tuitero compulsivo, conseguidor nato, revulsivo de un norte desasistido, luz de luz, de la misma naturaleza, por quien todo fue hecho. Qué mento o escribo, rácano de mí, y del naciente, y del poniente, y de la zona meridional. Autobombo (elogio desmesurado y público que hace alguien de sí mismo) fotográfico, estilo álbum de bodas (o uniones civiles, pero no del mismo sexo porque los hombres somos hombres y mucho hombres). Voy a morir de éxito. Mecachis, que guapo soy.
Billetes y gastos múltiples (de todos) que abonan religiosamente Parlamentos y Gobiernos en todos sus escalones, aun en época de vacaciones. Nadie renuncia a nada. Quimeras de tantas veces el salario mínimo, cuando el resto no toca en la puerta de Cáritas. Renuncias a escaños para seguir percibiendo mensualidades extras. Millares de palmeros (que dan palmas o que aplauden al dictado) en recintos sin observadores neutrales; lo más, medios de comunicación con más sesgos (torcimientos de una cosa hacia un lado) que muescas en la culata del revólver del fulano (Juan Vaina).
Vuelvo a dormir. Soñar tranquilamente debajo de los sauces, mecido por los suaves arrullos de un querer… No me niegues, primavera, un rayito de ilusión. Ya no soy casta. Dejé de serlo o se me quitó cuando se tornó más socialdemócrata el mensaje. Darle hostias al tío hasta en el carné de identidad. Emitamos seudópodos, fagocitemos. Desnudemos para luego reciclar sus vestimentas. Los unos por una banda, los otros por la de enfrente. No es tan malo el bipartidismo si portamos el cuchillo del reparto.
Prometamos, elevemos propuestas, sin reservas, que todavía no es nuestro tiempo, cantan los hijos de la furia en la grada siniestra. No hay suficiente dinero en la caja para que vuelva a gobernar la izquierda, se escucha por la megafonía del campo de batalla. Y los diestros corean enfervorecidos eslóganes bancarios. Parole, parole, parole, soltanto parole, parole tra noi.
Blanco (como la espuma), azul (como la mar), amarillo (como las rubias arenas). El mar. La mar. / El mar. ¡Solo la mar! ¿Canarias? Sí. Qué libre campo es el mar, / nadie lo asurca ni siembra, / ni tiene majanos blancos, / ni tiene lindes ni aceras.
Internet es un enorme baúl. Ahí encontrarás, a buen seguro, los autores de aquellos fragmentos que has pensado, y con razón, que no son míos. Porque nosotros, los canarios, somos diferentes. Deduzco que más torpes. Consecuencias de un ¿nacionalismo? mendicante que se pone a cantar isas al costado de cualquiera de los leones de San Jerónimo. Un día en el de la izquierda, y al siguiente en su hermano gemelo. Da lo mismo. Siempre ha dado lo mismo. Y como en la presente ocasión disfrutaremos de infinitas voces del norte, retornaremos a los gloriosos momentos de la Yeoward Lines. Y Binter pasará por el aro. Como cada cuatro años.
Qué fácil es prometer. Qué sencillo es engañar. Qué simple encontrar una diana. Que no, no pienses que voy por ahí. Eso lo dejé meridianamente claro el pasado viernes. Y muchos más analistas de porte que también se han mosqueado con esta guerra sin cuartel.
¿Te acuerdas de Paulino Rivero, no? Al que el periódico El Día machacó con toda crudeza y ruindad. E involucró a su familia en supuestos sucios manejos y negocios americanos. El rotativo fue perdiendo en todas las instancias judiciales y ahora el Supremo ha zanjado definitivamente la cuestión en 100.000 euros. Más las costas, entiendo. Chiquita herencia dejó don José a su hija Mercedes. Y los dos colaboradores de aquellas incendiarias proclamas, que ahora navegan por otros mares, han perdido la memoria –las hemerotecas, no– hasta el punto de convertirse en blancos e inmaculados corderos. Yo no fui, padre celestial, es más, aconsejé al viejo para que caminara en otra dirección. Como ya no está, leña al mono (expresión coloquial). Aunque de fotos con simios saben la tira.
El post anterior comenzaba con magos y este concluye de igual manera. Casualidades. Tranquilo, ya solo quedan cuatro días de campaña. Sé fuerte, Pedro. No se van a conformar con cogértelos, sino que te los van a retorcer en el fragor de la batalla.
Sean felices y mediten que está mucho en juego. Aunque yo no debería quejarme porque como este trabajo está bien retribuido, pasaré a quedar exento del IRPF.

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