viernes, 19 de febrero de 2016

Agüita

Rogando al cielo lluvia y miel… Agüita, agüita, que la rama está sequita… Así cantan Olga Cerpa y Mestisay. Y la rogativa surtió efecto. Tarde, pero llegó el invierno. Aquí está… Agüita.
Podé mis hortensias el pasado 2 de febrero (cuarto menguante). Ayer bien temprano subí a Las Abiertas para comprobar cómo iba el negocio. Casi ni me bajo del coche, pues a eso de las nueve (o próximo a las nueve, que decía mi madre) comenzó a llover. Ya el horizonte me iba indicando por el camino la que se avecinaba. El hecho es que a las nueve y media ya estaba de regreso. Si el agua que ‘circulaba’ por la vía, pongamos que hasta El Amparo, fuera recogida en balsas, estanques, presas u otros depósitos de suficiente porte, seguro que tendríamos líquido elemento para una buena temporada. Qué manera de correr pendiente abajo. Los chorros pasaban por encima de las alcantarillas a tal velocidad, que cuando las rejas iban a decirle adiós, el fuerte caudal de sus buenas pipas (medida de capacidad que equivale a 480 litros) ya se hallaba saltando el espacio de la siguiente. Me dijo una vez un técnico que arrastraban muchos restos de combustibles, aceites y demás. No creo que los adelantos tecnológicos no hayan posibilitado sistemas adecuados para la pertinente adecuación. Agüita.
Es curioso el arrebato que nos entra cuando caen cuatro gotas. Porque inviernos ha habido desde que el mundo es mundo. Aquí y en la Cochinchina. Pero como el móvil forma parte de la anatomía humana, las fotos (algunas del año de la pera, pero todo cuela) invaden ese sugerente campo de las redes sociales. Y vuelve a surgir la manía de “este agua”. Que siempre me recuerda un equipo de fútbol: el Steaua de Bucarest.  Pues sigan diciéndolo, y escribiéndolo, como les venga en gana porque ya agoté el cupo de clases gratis. Agüita.
Como viví en varias de las casas de medianeros que había en la finca de La Gorvorana (incluida la Casona, la que va a restaurar el ayuntamiento mediante un proyecto de la Universidad Europea… ¡Se acabó!), son muchas las ocasiones que me pregunto cómo demonios llegué (llegamos) a estas alturas de la vida. Cae una posma apenas y hacemos unos dramas que para qué contarte. Aquellas edificaciones de piedra muerta (tosca) y una cubierta de teja mantenida con unas cuantas piedras aguantaron temporales de los que ya no abundan. Que nos hemos vuelto mimosos. Agüita.
Eso sí, ayer nos dio tiempo de ver la suciedad de los cristales. Porque todos los que no tenemos nada que hacer, me incluyo, nos pasamos horas detrás de ellos. ¡Qué bonito es ver llover! ¡Qué bello el discurrir de esa gota que te deja anonadado con el descenso increíble a través de la pulida superficie! Ya se me puso ‘semental’. Agüita.
El desprendimiento de un buen trozo de carretera en los aledaños del IES Alfonso Fernández García, en La Victoria, habrá servido a la corporación surgida de la moción de censura para arremeter contra el saliente mandatario Fermín Correa, culpable de todas las desgracias habidas desde el Renacimiento a esta parte. Al autocensurado Leo García le habrá correspondido dirigir el tráfico, canalizar las escorrentías, evaluar los daños, elaborar el proyecto de acondicionamiento, buscar la financiación, comprar el cemento, ir a buscar el revuelto, conducir el coche oficial porque Haroldo va muy deprisa y lo multan… Sí, señor, los siete liberados. En un pueblo que cuenta con cuatro policías. Solo falta que Domínguez les envíe otro Marrón. De película. Agüita.
Una representación de pescadores de El Hierro se fueron a Madrid de la mano de Narvay Quintero, consejero de algo en el gobierno canario y portavoz aunque no se le entiende muy bien cuando habla, a entrevistarse con… Ana Oramas. Manda Restingas. Agüita (la que les falta a todos los excursionistas).
Una media de 388 euros gastaba Rita Barberá cada vez que entraba en un restaurante. Normal. ¿Ustedes la han visto bien? ¿A que no te dio con un repaso y tuviste que volver a empezar? Agüita.
El ayuntamiento de mi pueblo compró 20 contenedores amarillos. Y la información brindó la oportunidad para dar a conocer las excelencias del alcalde y los tremendos sacrificios para mejorar vehículos, herramientas y el trabajo de todo el equipo humano, la empresa de servicios, la explanada del mercado municipal, cometidos de la concejalía de servicios (que los lleva un gerente y los diferentes encargados), la de medio ambiente... Y esta vez en la foto solo salieron los contenedores y un disco de prohibido aparcar. No hay derecho. Ni una reseña del plan de seguridad, con lo expuestos que están a las acciones vandálicas… ¿Cómo? ¡Ah!, vale: marrón, canelo, basuras, recogida selectiva, mierda… Lo que los portugueses denominan imprensa marrom. Agüita.
Ya estoy vislumbrando unas clareas en el cielo. Como redacto estas líneas el jueves por la tarde, bien tarde, lo mismo preparo los plásticos para irme el domingo a Las Cañadas y me mando unas arrulladitas. Y cuando retornemos con unos tanganazos de más… qué bien lo pasemos. Agüita.

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